XIV

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K a i r a M o o n.

Exámenes, más exámenes, tareas, proyectos y mercadotecnia por hacer. Me frustro conmigo misma al no poder terminar de hacer el proyecto, porque no queda como yo quiero, se supone que hacerlo en iPad es más fácil, pero está resultando todo lo contrario, debo de hacer diez logos de marcas, cinco de marcas ya existentes y remodelar sus logos y los otros cinco de marcas creadas por mí.

Y es que la imagen se mueve siempre en la hoja o se cambia de capas, o me confundo de capas o termino eliminado algo que es, o la animación no sale bien. Y de 10 llevo 3, perfecto Kaira, reprobaras, sin duda.

—Te veo estresada, comete un Snickers— alguien dice enfrente de mí.

Elevo la mirada y hago una mueca al verla. Kiara me mira con una sonrisa muy grande, mientras está casi recostada sobre la silla, y mastica un chicle haciendo tanto ruido —, ¿en qué momento se sentó? —.

—¿Qué quieres? — pregunto, regresando mi vista a la pantalla.

—¿No puedo visitar a mi amiga?

—No somo amigas — hago una mueca.

—Estás más gruñona de lo normal — comenta.

—Estoy ocupada — hablo entre dientes.

—¿Haciendo qué?

—Un proyecto para la universidad.

Mi vista se mueve hacia todos lados, colores, letras, capas, borrador, lápices, pinceles, la hoja.

—Ahg, universidad — dice con un toque de desagrado. —Prefiero hacer otras cosas que estudiar.

—Intentar matar a personas inocentes — enarco una ceja, viendo por unos segundos.

—Sí — chasquea la lengua.

—Que divertido — hablo sarcástica.

—Deberías intentarlo — dice divertida.

—No gracias, tengo un futuro.

Se queda en silencio y yo sigo en lo mío.

—¿Has sabido algo de Drazhan? — preguntó.

—¿Debería? — la veo, frunciendo el ceño.

—Sí, últimamente se ven juntos.

—No, no sé nada de él — vuelvo mi vista al iPad.

Y es verdad, no he sabido nada de él hace como cuatro días ya y es raro, normalmente suele estar detrás de mí todo el tiempo, siendo insoportable, o intentar matarme, o intentar que no me maten.

—Anda algo raro la verdad — cuenta.

—Mmaja.

—Desde hace días — se acomoda un poco mejor en la mesa —, como si algo le molestara, pero no sé si eres tú y los planes que tiene su padre.

—¿Planes? — coloco mi atención en ella.

—Sí, planes en los cuales él no está incluido y trata de averiguarlos — responde, mientras mira hacia un punto no tan especifico.

—¿Por qué no lo ayudas?

—No quiere, está un poco paranoico, cuando está así es mejor no hablarle — se encoje de hombros.

—¿Y él tiene alguna sospecha? — pregunto.

—Tal vez, puede que tenga una, pero solo se lo cuenta a Wynnston — hace una mueca.

—Oh, no eres su favorita — me burlo.

—Cierra la boca, hündchen — me da una mala mirada. Yo esbozo media sonrisa.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora