XVII

61 9 0
                                    

K a i r a M o o n.

A lo lejos escucho varias pisadas de un lado a otro y gavetas abrirse y cerrarse, gruño en lo bajo al mismo tiempo sentir la luz del sol pegar directamente a mi cara, me remuevo en la cama dándome media vuelta para quedar con la cara en la almohada y hundirla ahí. Mientras gruño de nuevo al seguir escuchando el ruido. Siento un leve ardor en las manos a lo lejos y mi cabeza doler un poco.

—¿Puedes callarte? — hablo entre la almohada.

Lo escucho parar de golpe. Abro un ojo y quito la almohada que está en medio de la cama para verlo mejor.  Está mirándome fijamente con el gesto serio, ¿es qué siempre está serio? ¿Nunca amanece de buen humor?

—Date la vuelta y tapate lo oídos, no escuchas nada — dice malhumorado.

—El sol pega del otro lado — me encojo de hombros — y no puedo taparme los oídos.

Vuelvo a cerrar los ojos. Vuelve hacer lo mismo, abrir y cerrar gavetas, entrar y salir del baño. Maldigo en contra la almohada y subo la sabana hasta mi cara tapándome por completo, luego me la quito de un arrebato.

—¡¿Qué buscas?! — pregunto ya desesperada.

—¡Mi celular! — grita de igual modo.

Rodo los ojos al tener que sentarme en la cama y miro hacia todos lados en busca de su estúpido celular. Lo miro en la cómoda que está cerca de la puerta.

—Está allá, idiota — le señalo el lugar y vuelvo a dejarme caer a la cama y vuelvo a subir la sabana hasta mi cara, restándome el aire.

Escucho el sonido de una cortinas y frunzo lentamente el ceño mientras cierro los ojos. De repente la saba es quitada de mi cara, Drazhan la baja un poco y abro los ojos por completo, dándole una mala mirada.

—Vas a ahogarte — me fulmina con la mirada, le doy una mueca.

Veo hacia las ventanas y veo las cortinas cerradas, la luz del sol ya no entra. Bueno, por lo menos hizo algo bien. Camina hasta la puerta y la abre, alguien que conozco entra, lo reconozco por los ojos entre verdes y azules, es el único que me ha tratado con amabilidad cuando Drazhan me secuestro.

—Aaron se quedará a cargo de ti — me comenta —, se mantendrá afuera de la habitación vigilándola, a menos que necesites algo y lo quieras adentro. Aunque no creo que sea necesario — me da una mirada seria y frunzo el ceño.

—¿Y Kiara? — pregunto por la zorra que me cae bien.

—Estará conmigo. Si necesitas algo, a él y solo a él, nadie más — me mira serio. Me limito a asentir con la cabeza.

Veo a Aaron quien está parado debajo del marco da la puerta con el gesto serio, le hago un saludo con la cabeza y él asiente con la cabeza.

—Tú sabes lo que tienes que hacer — Drazhan le dice aún más frío.

—Sí, señor — asiente.

—No puedes salir de la habitación — me mira serio.

—¿Por qué? — pregunto sin tanto interés.

—Si no quieres que te maten, no salgas — me fulmina con la mirada.

Rodo los ojos y hago una mueca.

—Bien, nos vemos luego — me mira.

—Ojalá y no — le sonrío falsamente, me fulmina con la mirada.

Me dejo caer de nuevo a la cama y tratar de dormir de nuevo un poco más, escucho la puerta cerrarse y él irse.

Me levanto por completo una hora después. Camino hacia el baño, me miro al espejo y nunca en mi vida había necesitado tanto de maquillaje, tengo mi cara con moretones y el labio roto, mis manos golpeadas y con gasas y medias médicas. Verme en este estado hace que mi corazón se encoja.

Perfectamente imperfectosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora