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— ¿Me has extrañado?

Pasaban los días y Lauren seguía viendo a aquella mujer, aún no asimilaba que era la madre de Camila.  Aquella mujer era tan similar a Camila, incluso en sus gestos, si en la calle las hubiese visto juntas sin conocerlas, juraría por sí misma que son madre e hija. La relación de ambas se había vuelto un poco más importante para las dos, una relación recíproca de admiración y respeto. Lauren admiraba lo que la doctora Cruz hacía en su día a día y Penélope admiraba la manera en la que Lauren era madre de aquella bebé, era tan responsable y trataba de hacer todo lo posible para que su bebé estuviese bien, algo de lo que ella no fue capaz de hacer por Camila.
Aunque en ocasiones le preocupaba la salud mental de la ojiverde; las cicatrices que marcaban todas esas noches difíciles en la vida de la chica eran muchas y eso le preocupaba, después de todo le importaba la salud de Lauren, Beth y Camila. Sin embargo aquellos sentimientos de culpa a veces invadían sus pensamientos.

¿Por qué no fue capaz de cuidar de Camila cuando nació?

— ¿Cuál es tu nombre, niña? —preguntó la hermana mirando a esa chica tan de dulce y noble mirada. Tan solo negaba con la cabeza cabizbaja, trataba de ocultar sus lágrimas. No quería hacerlo, pero era por el bien de ella y de su bebé—
¿al menos el nombre del bebé?

— No tiene —respondió en un susurro.

— Bien —estiró sus brazos para tomar al bebé pero la chica con un paso retrocedió, parecía ser que se aferraba al bebé que llevaba en brazos.

— Lo siento —pasó saliva y sorbió su nariz, miró de nuevo a su bebé y acarició su suave piel, sintiendo cómo las lágrimas humedecían sus mejilla, dio un pequeño beso en su frente. Olió aquel olor a recién nacido y sintió cómo algo dentro de su pecho se estrujó. Con cuidado dejó a aquel pequeño en brazos de la hermana y lo miró por última vez.

— Me llené de miedo —confesó—tenía solo quince años cuando nació — Lauren sujetó la mano de la mujer al ver que ésta quería llorar—No puedo creer que ahora sea toda una mujer... es tan, extraño... pero últimamente tengo mucho el sentimiento de querer compartir más tiempo con ella.

— Entonces puede compartir más tiempo con ella, mucho mejor si es fuera del trabajo... —aseguró dando un pequeño apretón de manos.

— ¿Cómo? —miró directamente los ojos de Lauren y en éstos miró un pequeño destello de esperanza.

— Usted déjelo en mis manos...

***

— Te juro que estoy diciendo la verdad, las miré... ¡con mis propios dos ojos! —exclamó abriendo con exageración sus ojos apuntando éstos con dos de sus dedos.

— No creo, Lauren no me ocultaría algo así, además, ¿para qué querría charlar con una mujer tan arrogante como la doctora Cruz? —cuestionó Camila mientras revisaba los datos de los pacientes en aquellas hojas que estaban sujetas en la tabla de madera.

— Creí que comenzaba a caerte bien —Comentó la polinesia confundida y su amiga se alzó de hombros.

— Me cae bien, es solo que, últimamente ha estado muy distante. Incluso pareciera que me evita —
anotó algo en una hoja y dejó la tabla sobre el escritorio de recepción y siguió caminando junto con su amiga.

— Mmm —se detuvo y la miró por un par de segundos.

- ¿Mmm? -la miró con el ceño fruncido. Camila no entendía qué era lo que pasaba por la cabeza de su mejor amiga, pero sabía que su amiga sabía leer muy bien sus expresiones; y era cierto que por una parte el hecho de decir que Lauren estaba con la doctora Cruz la hacía sentir extraña. Simplemente no imaginaba una escena así; aunque la última vez que Lauren había estado en el hospital, la doctora Cruz había aparecido mágicamente con Lauren y eso hacía que la cabeza de Camila se sintiera un poco agobiada, frustrada y confundida.

Heridas; Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora