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Viendo cómo aquella chica dormía. Observando y escuchando el cómo su respiración era tranquila. Dormía plácidamente.
El ver cómo aquella chica dormía con tranquilidad llenaba de paz el corazón de Lauren.
Había estado así durante casi una hora, mirando como la latina dormía.
Con su bebé recostada en los brazos de Camila.
Ambas se habían quedado dormidas, Camila dándole el biberón a Beth, y Beth bebiendo de éste.
Era gracioso ver aquella escena, ya que era propio de una buena foto que sería una hermosa decoración en la sala del departamento.
Sin dudarlo, Lauren tomó su celular y tomó una foto.
Sonrió al ver la foto. No podía creer que en tan sólo una imagen podía existir tanta ternura.
Camila estaba tomando una merecida siesta después de haber ido a la universidad, ya que, Camila al parecer había hablado con su tío para que le cambiase el horario de trabajo, dándole así, un tiempo extra para pasar un rato más con Lauren, sin embargo, al parecer hoy el día había estado bastante agotador para la latina.
Era... Inexplicable lo que Lauren sentía.
Una paz interior... El sentimiento de estar en paz es... Hermoso. O al menos lo era para Lauren, quien había vivido rodeada de problemas.

—¡Jódete maldita niña malcriada! ¡Yo no soy el padre de esa bastarda!—Vociferó aquel hombre.

—¡Por más asco que me dé, lo eres!—Gritó también Lauren, sintiendo el cómo su garganta se desgarraba.

Sintiendo cómo un nudo en su garganta se formaba; por más que quería deshacerse de aquellos aterradores recuerdos, aún seguían en su mente, cada día, atormentándola por las noches.

—¡Deja a la niña! ¡Michael!—Exclamó la mujer con dolor que salía desde lo más profundo de su ser.

—¡Cállate, mujer! ¡Tú no te metas!—Gruñó mientras plantaba una bofetada en el rostro pálido de la ojiverde.

Golpe tras golpe, todos estos impactando en el rostro y cuerpo de Lauren.
Sintiendo como dentro de sí comenzaba a arder, sintiéndose débil, sintiéndose nada, no podía, no podía detener a aquel hombre. Era vulnerable a ese hombre, no tenía autoridad ante él, mucho menos fuerza, fuerzas para detenerlo, no tenía voluntad para hacerlo.

—¡Basta! —Gritó Lauren regresando a la realidad.
Lágrimas resbalaban por sus mejillas.

—¿¡Qué pasó!? —Exclamó Camila asustada por tal grito estruendoso que había interrumpido tanto su siesta como la de la pequeña Beth.

—N... Nada... —Titubeó Lauren pasando saliva, un nudo estaba en su garganta, obstruyendo el paso de las palabras que querían salir por su boca.

—Lauren...—Camila comenzó a calmar a la pequeña niña que estaba en su regazo.

—En serio no es nada...—Aseguró Lauren y Camila tan sólo suspiró.

—Bien...—Parpadeando un par de veces para aclarar su vista, miró el reloj de su muñeca—... Son casi las dos de la tarde, ¿por qué no me despertaste?

—Lo siento, yo... No creí que quisieras que te despertara. Si hubiese sabido que tú...—Fue interrumpida por Camila.

—No te disculpes —Talló sus sienes—, wow, así que me quedé dormida mientras le daba de comer a nuestra hija.—Lauren sintió como su corazón dió un gran salto cuando Camila dijo que estaba alimentando a la hija de ambas.

—¿Quieres comer algo?—Preguntó Lauren al ver que Camila parecía estar desorientada.

—En realidad sí quiero comer algo, pero... No aquí. Creí que tal vez podríamos salir a comer a algún lugar, no sé, tú, yo, y nuestra hija.—De nuevo el corazón de Lauren saltó como niño pequeño.

Heridas; Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora