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Lauren siquiera sabía como era que aquella chica la había convencido de que fuera a aquella farmacia. Entrando por aquellas dos grandes puertas sin mirar a las cajeras que al parecer estaban discutiendo. Lauren casi no le tomó importancia a esto, simplemente optó por ir directamente al pasillo de los cuidados de los bebés. Tomando dos paquetes de pañales que los que anteriormente había elegido; eran de los más económicos que había en toda la farmacia, o al menos eso miraba Lauren, ya que buscaba y buscaba, pero por más que lo hacía no encontraba algunos que fuesen más baratos.
Y aunque sería un poco aprovechado de su parte aceptar la oferta de la cajera, Lauren no podía negar que aquella era una buena oferta. Para ser sincera, a Lauren le daba curiosidad conocer a aquella chica, sino no se hubiese dejado convencer tan fácilmente. A decir verdad, Lauren si tenía pensado ir desde que la cajera se lo había propuesto, sin embargo le gustaba que su amiga estuviese como maniática molestando.
Además, le convenía hacerse la difícil porque así su mejor amiga la sobornaría con dinero.
Y si... a pesar de todo esto, a Lauren no le gustaba aprovecharse de las personas. Claro.
Caminaba lentamente hacia la caja registradora. Analizando el paquete de pañales. Calculando todo el dinero que probablemente el señor Vives había gastado en su bebé, y vaya que era bastante. Levantó su vista hacia la caja y cuando miró, la chica de cabello castaño y hermosos ojos chocolate ya no estaba. Tan sólo estaba aquella chica de mechas californianas mirando hacia abajo, como sí alguien se estuviese escondiendo en aquella área.
Lauren quería darse la vuelta y salir corriendo de ese lugar, sin embargo se quedó ahí, y habló.
—Ah, disculpa... ¿No está la otra chica que atiende aquí?—Habló pasando saliva, sentía como su garganta se secaba y sus palabras raspaban. Con su vista buscó y buscó a la chica, hasta que vio como lentamente alguien ascendía detrás de aquella caja, levantando las manos, Lauren rió internamente al ver aquella imagen, parecía como sí la hubiesen pillado haciendo una travesura. Con unas gomitas en mano, temblando. La chica recorría con su vista todo el rostro de Lauren. Al parecer le había llamado la atención su piercing, pues no dejaba de verlo. ¿Qué acaso no podía llevar uno? Con su mano tapó el piercing
—Vine por la oferta de dos por uno...—Dijo con un nudo en la garganta. Sentía que iba a ahogarse con aquel estúpido nudo, quería correr, quería huir, pero ya estaba ahí, no había vuelta atrás, estaba ahí por voluntad propia.

—Oh, yo...—Rió a lo bajo. En su voz había nerviosismo y en su rostro había vergüenza. Avergonzada rascó su cabeza y después con sus manos tontamente tomó los pañales para cobrarlos.—¿Cómo está tu brazo? —preguntó mirando el brazo de la ojiverde.

—Pues sinceramente está muy bien. No sé como sigo aquí, pero supongo que por algo pasan las cosas...—Comentó bajando su tono de voz. Había hablado de más, no tenía porqué explicarle a una extraña sobre su situación. Pero... ¿Cómo una extraña sabía sobre su situación?
Extrañada miró su brazo y después a la chica.
—¿Cómo sabe lo de mi brazo? —preguntó con el ceño fruncido, puesto que nadie mas que Lucía y el Señor Vives sabían de su situación, al menos de que el Señor Vives le hubiese dicho, pero Lauren conocía bien al Señor Vives y sabía que éste era discreto con todo, y más sí era sobre ella. Además, Lauren llevaba una camisa de mangas largas.

—Supongo que no lo recuerda...—Cabizbaja suspiró— El otro día el señor Vives vino corriendo hacia mí. Usted estaba en sus brazos, estaba inconsciente, lo único que pude hacer fue hacer ciertas puntadas en su brazo, estaba perdiendo mucha sangre.—Explicó haciendo que Lauren se sintiese engañada, pues el señor Vives no le había comentado nada de esto.

—¿Acaso eres doctora? —Cuestionó Lauren, perdiendo por completo el miedo, puesto que ahora era algo que la involucraba a ella.

—No. Pero algún día lo seré.—Dijo muy orgullosa de sí— Soy estudiante de Medicina.

Heridas; Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora