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— También estos sirven a la perfección, pero si buscas algo con más diversión, también tenemos anillos y... —La polinesia se encargaba de mostrarle todos los tipos de condones a un cliente que iba por primera vez a comprar preservativos.

— Papá, hay una mujer muerta ahí —la niña que acompañaba al hombre señaló uno de los pasillos que era en donde se encontraban los pañales.

— Estos no se rompen —miró a la niña— Son cinco dólares, vuelta pronto —esperó hasta que el cliente junto con su hija se fueran— Oh, mierda —murmuró Dinah cruzando al otro lado del mostrador hasta llegar adonde estaba Camila, recostada en el piso, con sus manos sobre su abdomen, mirando directamente a la nada, bueno, realmente pareciera que la niña tenía razón, de no ser porque su pecho estaba agitado como el de un polluelo. 

— Lauren está embarazada.

— Oh, mierda —Dinah se acostó a lado de Camila y soltó un gran suspiro— Estás en graves problemas, chica.

— Bueno, en realidad aún no lo sé, pero comienzo a sospechar que sí, últimamente tiene muchos antojos y es cada vez más caprichosa. O sea, adoro eso, pero me da miedo, ¿sabes? apenas puedo con los gastos, aún tengo que hacer muchas cosas... —Llevó sus manos hasta su rostro, bufando y comenzando a patalear.

— Wow, no sé cómo Lauren cuidará de tres bebés al mismo tiempo —se puso de pie y tendió su mano para Camila—. No seas una idiota y deja de comportarte como un bebé, sé que eres una persona responsable y que de momento probablemente estás algo asustada, pero sabes bien qué hacer en este tipo de situaciones —Camila quitó sus manos de su rostro y encontró una prueba de embarazo en la mano de Dinah.

 Durante la cena Camila evitaba por completo tener conversaciones largas con Lauren, limitándose a responder "sí, no, estaría genial, muy bien" a todas las preguntas formuladas por parte de la ojiverde. Incluso al momento de meterse a la cama, fingía no escuchar que Lauren la llamaba para preguntarle si ya estaba dormida. Pasaban las horas y trataba de no moverse para no levantar sospechas, sin embargo, su vejiga en ocasiones la traicionaba cuando estaba en momentos de tensión como este, por lo que se levantó para ir al baño. Sintió un poco de paz por fin, un momento en el que Lauren no perturbaría sus pensamientos. No era que no amara a Lauren ni a Beth, sino que le daba bastante miedo la idea de otro bebé en camino.

— Por un momento creí que jamás volvería a verte con vida —La ojiverde rodeó su cintura, deslizando sus manos por sus caderas hasta llegar a su vientre. Camila dio un pequeño brinco y dio la media vuelta. 

— Estoy algo cansada —tomó las manos de la ojiverde para colocarlas en las mejillas de sí misma. 

— ¿Estás segura? Siento que has estado evitándome todo el día y eso me preocupa, ¿hay algo que te molesta? sé que lo de ayer puede que... —miró cómo Camila sacó una caja del bolso de su pantalón de pijama.

— ¿Trajiste esto dentro de tu pantalón todo el tiempo? —cuestionó Lauren mirando la caja que sostenía Camila.

— Guardo muchas cosas en mis pantalones...

— Lo sé.

— Pero ese no es el punto, el punto es que durante estos días he estado como loca y en mi cabeza pasan muchas ideas, el punto es que...

— No estoy embarazada, Camila —acarició suavemente el rostro de Camila, notando un gran alivio por su parte.

— Y no es que no quiera tener un bebé contigo, es solo que en estos momentos de mi vida no sé si pueda darle la vida que merece, yo quiero que ustedes tengan una vida digna...

Lauren entendía perfectamente a lo que Camila se refería, tampoco era tan egoísta como para ignorar el hecho de que Camila apenas estaba creciendo como persona, y era bastante admirable de su parte el hecho de hacerse cargo de ellas dos, dos vidas. Sin embargo por otra parte le entristecía el comportamiento por parte de Camila, le preocupaba el hecho de que pensara que no podía lidiar con ella, con su comportamiento obsesivo en ocasiones, de momento las cosas estaban bien, pero a veces Lauren no podía soportar o no podía evitar el no tener ciertas ideas rondando por su cabeza. Desde aquella vez que el mundo se puso en contra suya, no puede evitar no pensar en que Camila seguramente algún día lo hará o incluso su propia hija. Lauren había vivido y sufrido de muchas cosas que no eran culpa suya, comenzando por el hecho de haber sido víctima de dos personas mucho más mayores que ella; uno de ellos era el padre de Beth.

— Oh, mierda, tienes que ver esto, es la chica de segundo —Los chicos reían mientras sostenían un celular.

— ¿Es la chica que se está cogiendo Mark? Es muy buena —Lauren pasó saliva mientras pasaba por el pasillo, tratando de ocultar su rostro bajo la capucha de su sudadera.

— Oye, miré que te mueves bien, ¿cuánto quieres para hacerlo conmigo? —Un tipo se posó frente ella y la tomó de la barbilla acercando su rostro hacia el de ella. Lauren estaba paralizada, pero dio un brinco cuando un puño aterrizó contra el rostro del chico, haciendo que éste rebotara contra la pared, desplomándose hasta el piso.

— ¿Estás bien? ¿No te hizo nada? 

Y justo cuando creía que alguien por fin la protegería.

— Te dije que te tomaras la pastilla. Sabes que apenas estoy por terminar mi carrera en la universidad.

— Yo lo sé, pero...

—¿Cómo estás tan segura de que ese bebé es mío cuando eres una puta?

 Lauren no quería que la historia volviera a repetirse, mucho menos quería pensar que en algún momento Camila sería como las demás personas, le costaba confiar a veces, pero en algunas ocasiones simplemente se dejaba llevar. Pero sus pensamientos intrusivos no dejaban de perturbarla a diario, los únicos momentos en los que Lauren se sentía en paz eran cuando veía el cómo Camila paseaba felizmente con la bebé en brazos, como si de su propia hija de tratara, sabía que Beth estaría en buenas manos el día que Lauren se fuera. Antes vivía con la preocupación de qué pasaría con Beth si un día de esos un intento de suicidio por su parte no fallaría; y aunque el suicidio fuese algo estúpido, cobarde y ordinario, aunque fuese una salida vulgar de este mundo tan mediocre y vergonzante para huir de este torbellino de los sufrimientos, cualquier salida, hasta la más ofensiva, era deseable para alguien que a tan corta edad como Lauren, había vivido de tanto sufrimiento. Para algunas personas no era nada, pero para Lauren, para Lauren fue como si hubiesen masacrado cada una de sus pequeñas flores que fue cultivando en su pequeño jardín llamado vida. En ocasiones no se sentía merecedora del amor de Camila y le daba miedo, miedo de no ser suficiente para que Camila se siguiera quedando en su vida, cuando ella se iba, a cualquier lugar, ya fuese la universidad o a su trabajo, tenía miedo de que no volviera.

Te dije que no me volvieras a buscar...

— Es una niña...

— Pues espero que no sea igual de zorra que su madre.

Al acariciar su propio brazo podía sentir los bordes de sus cicatrices, cicatrices que quedaban bastantes marcadas en sus brazos como en su cabeza las veces que intentó quitarse la vida, pero había algo que se lo impedía, algo que no la dejaba, sentía que más allá de criar a su hija, había algo que la amarraba a este mundo. Puede que de momento ya no quisiera hacer algo que atentara contra su vida, pero al ver aquella caja que era algo tan preciado para ella, hizo que su mente de nuevo se convirtiera en un torbellino de sentimientos y emociones, los cuales no sabía cómo manejar; uno de los problemas de Lauren es que solía confundir la tristeza con el enojo, y tampoco sabía darle su propio lugar y expresión a cada una de sus emociones. Cuando se enojaba o ponía triste, solía desquitarse consigo misma, culpándose de sus abusos, culpándose de no haber sido fuerte, culpándose de no poder haber evitado que un chico nueve años mayor que ella fuera el padre de Beth o que su propio padre abusara sexualmente de ella.

Heridas; Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora