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Sintió cómo un nudo se formó en su garganta al presenciar esa escena. Ver a la ojiverde hablar de esa manera, con tanta confianza, hizo que la cabeza de Camila comenzara a dolerle. No entendía la situación, mucho menos quería imaginar o suponer algo que probablemente no había, pero era extraño. Por más que tuviese la seguridad de que Lauren no era capaz de hacerle algo así, su mente jugaba con ella y los pensamientos intrusivos se albergaban en ella. Sentía la sensación de querer golpear algo o incluso llegar a hacerse daño a sí misma, aunque la urgencia de salir huyendo de ahí también estaba. Toda esa situación le recordaba a la vez que aquella chica que le gustaba hace unos años.

Camila caminaba tranquilamente por los pasillos de aquel colegio, buscando a aquella chica tan especial para ella, cuando se encontró con la escena que haría que su estómago se revolviera por completo y le dieran ganas de vomitar.

Se trataba de Hailee, la chica con la que estaba saliendo, ella estaba besándose con un chico de tercer grado.

— ¿Cómo pudiste hacerlo? —las lágrimas de Camila empapaban sus mejillas, tanto era el sentimiento, que sentía que no podría decir algo más que eso.

— ¿En verdad creíste que me fijaría en alguien como tú? —rió cínicamente y con un manotazo tiró aquel peluche que Camila sostenía en sus manos— Eres una enferma. Me das asco.

Y como por arte de magia apareció de pronto también otra visita inesperada que sacó de sus recuerdos a Camila.

— No sabía que estaban ocupadas, lamento si interrumpo algo...—se disculpó con Camila, quien la recibió cordialmente—me retiraría, pero es mi trabajo.

Camila había olvidado por completo que ese día la supervisora haría acto de presencia para verificar que Beth estuviera en buen estado de salud y que las condiciones de su alrededor fueran buenas. Aunque últimamente la chica creía que era innecesario, la menor aún no tenía la edad suficiente como para que su caso fuese descartado, no después de ser una bebé diagnosticada con ciertas alergias que podrían costarle la vida.

— No se preocupe, señorita Swift —dijo tratando de mirar a la rubia que estaba delante de sí que cargaba un portafolio, sin embargo su vista se desviaba ante la escena detrás de ésta; Su prometida hablando con su jefa— ¿Quiere tomar algo?

A pesar de que al comienzo la señorita Swift no le agradaba mucho a Camila, comenzó a entender que ella solo hacía su trabajo, cuidar de la salud de aquellos que no pueden defenderse: los niños. Era un trabajo bastante similar al suyo, solo que en ocasiones ella trataba con situaciones aún más fuertes, como lo eran los abusos, tanto psicológicos, como físicos, así como sexuales.

***

— ¿Crees que le haya molestado que me hayas invitado? No para de vernos desde que llegué —dijo a lo bajo.

— No creo —le dirigió la mirada a Camila, chocando al instante con sus ojos, de inmediato Camila apartó la mirada y se dedicó a regalarle una sonrisa a la mujer que acababa de llegar. Era cierto, el rostro de Camila parecía tenso—..., Aunque al parecer sí está algo molesta.

— Te dije que no era buena idea, Lauren, creo que es mejor que me retire —dejó su vaso sobre la barra de la cocina y caminó hasta la puerta, siendo detenida por Lauren.

— Vamos a partir el pastel, ¿Segura que no quiere quedarse? —insistió y la mujer rió mientras negaba con la cabeza.

— Creo que no es un buen momento. Felicítame a Camila de mi parte, no, creo que mejor lo haré mañana en el trabajo. Gracias por invitarme —dio un pequeño apretón de manos y salió del departamento.

Heridas; Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora