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Lauren sostuvo con fuerza la mano de Camila. Mirando como la mesera miraba a Camila con confusión, al igual que Lauren lo hacía.
¿Acaso aquellas dos se conocían? ¿Acaso habían sido amigas antes?
Lauren tenía cientos de dudas en su cabeza, pero por alguna razón, sentía que su corazón quería salirse de su pecho, no sabía el porqué pero en su garganta se formaba un nudo al ver aquella gran sonrisa que Camila le dedicaba a la otra chica.

—¡Hailee, atiende la mesa número dos! —Gritó aquel mismo chico de la vez pasada.

—En unos minutos llegará su pedido...—Dijo la chica con una risa nerviosa mientras se retiraba de ahí.

Camila tan sólo suspiró, sintiendo como el agarre de Lauren se intensificaba. Volteando hacia ella, mirándola con una tierna sonrisa, por parte de Lauren, ella tan sólo pasó saliva y jugaba con la mano de Camila.

—¿Estás nerviosa?—Preguntó al ver el como la chica jugueteaba con sus manos y hacía el mismo movimiento repetitivo con su pierna.

—¿Por qué debería de estarlo?—Cuestionó con aquel nudo en la garganta.

—Porque es la primera vez que sales a la calle en un mes..., en serio no sé cómo es que soportas estar en el departamento, yo antes sinceramente no aguantaba estar ahí pero... —Hizo una pausa.

—¿Pero?—Cuestionó de nuevo, ahora fijando su vista directamente a la ojimarrón. Camila tan sólo soltó una pequeña risa que a Lauren le pareció lo más tierno del mundo.

—Llegaste tú.—Terminó— Sinceramente ahora daría lo que fuera por estar todo el día en el departamento, contigo y con Beth...

—Entonces renuncia a tu trabajo.—Sugirió y Camila aún con su sonrisa negó con la cabeza.

—No es tan fácil, Lauren. Antes era sólo yo y no tenía casi gastos, sin embargo ahora somos tú, yo y nuestra hermosa hija...—Dijo acariciando la mejilla de la pequeña que estaba a un lado suyo en la carreola.
Sonriendo al instante con tal gesto, la pequeña soltó un pequeño grito de alegría.
—Verdad que eres hermosa, muy hermosa, eres hermosa al igual que tu madre, ¿verdad, mi amor?—Dijo sintiendo como sus mejillas ardían, aquel hermoso revoloteo de mariposas en su estómago.

—Sí, es hermosa. —Afirmó Lauren y Camila le miró de reojo, sintiéndose indefensa ante aquella hermosa sonrisa que tenía delante de sí, aquella sonrisa era tan hermosa, el cómo sus mejillas se alzaban de aquella manera tan peculiar. La sonrisa de Lauren, Camila daría cualquier cosa por verla sonreír todo el día, porque aquello, aquella sonrisa... La llenaba. Sentía su pecho estar como loco al ver esa sonrisa, realmente quería a esa chica, sabía que sería capaz de hacer cualquier cosa por ella, con tan sólo verla, Camila sabía que ella valía la pena, daría lo que fuera por mantener aquella sonrisa viva.

Tomando a la niña en brazos, para sentarla encima de la mesa, sosteniéndola con sus manos para que la pequeña no perdiera el equilibrio.

Mamá Lauren, ¿tú quieres mucho a Mamá Camila? —Balbuceó Camila fingiendo una voz aguda, para así según fingir que la pequeña estaba hablando, escondiéndose detrás de la bebé.
Lauren rió y desvió la mirada diciendo lo siguiente:

—Realmente la quiero, demasiado...—Susurró.

—Mamá Camila también te quiere demasiado...—Agregó Camila ahora con su voz natural saliendo de su escondite.

—Su orden está aquí, perdón por la tardanza, es que sucedió un inconveniente...—Murmuró la chica mientras que con prisa dejó la bandeja en la mesa y salió disparada, dejando confundida a Lauren y a Camila.

Heridas; Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora