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Camila tan sólo le miró desconcertada. Sentada delante de ella, sentía que si decía alguna palabra, arruinaría todo.

—¿No tienes hambre? —Preguntó Lauren confundida, pues la latina ni había probado ni una sola pizca de su comida.

—No, no es eso... —Suspiró tomando su tenedor—, es sólo que se ve tan delicioso que sería una pena comerlo. —Comentó y Lauren tan sólo sonrió por el pequeño gesto de la latina.

—Bueno, sino te lo comes ya no será lindo —Argumentó y la latina tan sólo le miró con aquellos hermosos ojos cafés que brillaban al reflejo de la luz.
—Tal vez tengas razón —Concordó—. Muchas gracias por la comida...—Agradeció a la vez que una sonrisa se formaba en su rostro.

—Gracias a ti... —Y al parecer Lauren actuaba como si nada hubiese pasado, como si hace unos momentos no hubiese besado a la latina; no obstante a Camila no le afectaba tanto, no quería abrumar a Lauren con sus preguntas.
—¿Cómo te fue en el trabajo?—Tomó su vaso de agua y bebió de él.

—Dígamos que bien. Sí —Habló con la boca llena de comida—, me fue bien y también me regalaron algo maravilloso.—Comentó con sarcasmo.

—¿Qué te regalaron?—Preguntó Lauren aún con una pequeña sonrisa en sus labios.

—Pues... —Pasó la comida—, no te vayas a reír, por favor.

—No me reiré —Aseguró mirando como la latina se puso de pie.

—¿Lo prometes? —Entrecerró sus ojos. Conectando aquellas piedras cafés con las esmeraldas de la chica pálida.

—Lo prometo.—Afirmó y la latina desapareció.

Fue ahí cuando Lauren la miró. No sabía qué era lo que pasaba. Ni siquiera sabía el porqué la había besado; hace unos momentos ella sentía que era lo correcto, lo sentía,  lo sabía. Ya que... Así estaba abriendo una nueva puerta, la puerta de la felicidad, de su felicidad.
Sonriendo bobamente al recordar la reacción tan tierna de la ojimarrón. Estaba ahí, tan indefensa, tan sumisa, eso le gustaba a Lauren, y por alguna razón se le hacía atractivo por parte de la latina.
No sabía siquiera cuando había comenzado a sentirse así, tal vez iba demasiado rápido, pero, ambas podían avanzar en el camino, juntas.
Al menos Lauren lo pensaba así, por qué había la necesidad de hacer esperar a la chica, si Lauren también sentía algo por ella, ¿para qué pensar tantas cosas?
Si Lauren iba a querer algo, no iba a poner pretextos, porque cuando ella quería algo, abría esa puerta, o luchaba por abrirla, o al menos así pensaba la vieja Lauren, la que no se dejaba vencer por el miedo, la que era alegre, la que no le importaba lo que los demás dijeran de ella... Pero eso había cambiando...
Lauren estaba tan confundida consigo misma.
Aquella chica le gustaba, era cierto. Pero tenía miedo, tenía miedo de no ser lo suficiente para ella y lastimarla. Sabía que ella no la merecía, pero, vamos, ¿acaso merecemos lo que tenemos en el mundo?

Con tan sólo mirarla sentía que era feliz, que su corazón se alegraba.
Sentía un pequeño vacío inexplicable dentro de su pecho cuando no estaba en el departamento. Lauren siempre le esperaba, aunque casi siempre se quedaba dormida por accidente, sin embargo, cuando escuchaba la puerta abrirse y presenciaba las pisadas de la latina resonar por todo el departamento, la tranquilidad regresaba a sí.
Era extraño, el cómo puedes llegar a querer tanto a alguien en tan poco tiempo.
Son cosas que pasan, cosas que no vemos venir.
Jugando con su comida, memorizando la sensación de los labios de la latina, sintiendo una leve presión en su vientre bajo y un revoloteo en su estómago. Tocó sus mejillas rosadas.

—Mierda... —Susurró.

Se sentía cómo niña pequeña, como cuando le decían lo linda que era cuando era bebé.
Y tal vez, tal vez aún dentro de Lauren quedaba un poco de la Lauren que era antes.

Heridas; Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora