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— No creo que vaya a enterarse...—escuchó unas risas cómplices de fondo y temía aquello. Temía encontrarse con esa escena. Abrió la puerta de golpe y miró de pies a cabeza a ambas. Las manos de la doctora se posaban en la cintura de la ojiverde. Ambas estaban sobre aquella cama matrimonial y sus cuerpos desnudos cubiertos con sábanas de la parte inferior.

— Oh no..., Nos ha descubierto...—dijo en tono cínico la mayor de ellas— ¿Qué harás al respecto, Karla?

Sintió cómo si su corazón estuviera siendo estrujado por alguien.

— ¿Qué están haciendo? —cuestionó sintiendo cómo su mandíbula temblaba, mordiéndose el interior de sus labios.

— ¿Cómo que qué estamos haciendo? Oh, olvidaba que eres algo..., Ciega —la ojiverde enredó sus brazos alrededor del cuello de la doctora y unió sus labios con los de Penélope.

***

Una luz entró de golpe en aquella habitación y el sonido del tren viajó por las paredes de su cabeza.

— Mila... ¿Estás bien? —preguntó Dinah al ver cómo su amiga negaba con la cabeza mientras tomaba una pequeña siesta. Por suerte todo había sido una pequeña, bueno, no tan pequeña, pesadilla.

— Nada, solo estaba... —suspiró— estaba soñando algo. No puedo dejar de pensar en lo que me dijiste.

— Ya te dije que no creo que sea lo que alguien ajeno pensaría, además —abrazó a su amiga— ¿Qué tendría la doctora que no tengas tú?

— ¿Dinero? —contestó Camila soltando una pequeña risa. Y aunque Camila bromeaba en ese momento, muy al fondo de sí, le dolía eso. Se recostó sobre el hombro de su amiga, intentando ocultar su rostro.

— ¿Acaso crees que Lauren es interesada? —frunció el ceño mirando directamente a los ojos a la latina.

— No, claro que no. Es solo que sé que ella o incluso cualquier persona con dinero, podría ofrecerles una mejor vida a Beth y Lauren —confesó— y me da miedo no ser capaz, ¿Sabes? —sintió cómo sus ojos ardieron al decir eso— Muchas veces no puedo dormir por miedo a que alguien les pueda ofrecer algo mejor que yo, ¿Y si vuelve el padre de Beth? ¿Y si algún día no puedo trabajar? ¿Y si no puedo darles la vida que merecen? Amo a Lauren, pero el amarla también implica querer lo mejor para ella.

Sintió cómo aquel sentimiento dentro de ella crecía: el miedo.

Camila solía estar acostumbrada al rechazo, era por eso que era uno de sus mayores miedos. Además del abandono, claro está.

— ¡Ahí viene el raro! —Gritó uno de los niños que jugaba con una pelota. Haciendo que todos huyeran con solo su presencia. Miraba todos aquellos pequeños grupos de niños y sentía que nunca pertenecería a uno.

— ¡Váyanse a la mierda! —Exclamó la niña de cabello alborotado.

— Gracias...—susurró aquella pequeña de coletas que sostenía una muñeca en sus manos.

— De nada, soy Dinah, y a partir de ahora nadie te hará daño.

Pero sabía que en su vida habían personas que jamás le abandonarían y Dinah era una de esas pocas. A pesar de tener la seguridad de que Lauren la amaba, había algo, algo que la hacía dudar.
Porque sabía que Lauren ocultaba algo, probablemente no era tan grave, pero el corazón de Camila se hacía pequeño al saber que probablemente Lauren no le tenía tanta confianza como creía. Últimamente sentía que sus conversaciones se desviaban, como si Lauren no tuviese energía para hablar con ella, o probablemente era que Lauren estaba muy cansada por cuidar de Beth todos los días.
Camila estaba a favor de que cada persona tiene derecho a tener sus secretos personales, puesto que los secretos personales son los que a veces por más que queramos, no podemos contárselos a alguien, solo nos toca guardarlos en lo más profundo de nuestra cabeza, en un rincón en donde no hagan ruido ni daño a nadie. Camila tenía sus propios secretos, pero ni uno de estos les haría daño a las personas que ama... O así trataba de que fueran estos.

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⏰ Última actualización: Apr 05, 2022 ⏰

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