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—Puedo explicarlo...—Camila sostenía su toalla en su nuca. Obviamente porque acababa de salir de la ducha. Sentía que su respiración se aceleraba.

Estaba realmente jodida.

—¿Y cuantos meses tiene esta preciosura?—Preguntó la madre de Camila mientras sostenía a la bebé en brazos. Observando atentamente aquellos hermosos ojos verdes de la pequeña.

—Tiene apenas cuatro meses...—Respondió Lauren orgullosa de su hija. Pudo haberle dicho a la mujer que no cargase a su hija, pero aquella mujer se miraba tan amorosa que no pudo decirle que no. Era como negarle una galleta a un pobre niño.
Y al parecer a Beth le habían gustado los brazos de aquella mujer.

Mientras tanto aquel hombre que se hacía llamar el padre de Camila, estaba hablando con aquella pobre chica que parecía temerle.

—¿Por qué nunca nos lo contaste?—Interrogó con aquel tono sereno con el que él siempre hablaba. Camila por su parte tan sólo jugaba con sus manos y miraba los zapatos de su padre.

—Me gustan tus zapatos —Elogió Camila, obviamente había hecho el comentario con inocencia, ya que al parecer no escuchaba nada de lo que le decían.

—Camila...—El hombre le miró seriamente.
Subiendo su mirada para conectarla con la de su padre, nerviosamente volteó a ver como su madre y hermana interactuaban con aquella chica. Lauren no parecía estar incómoda, al contrario, parecía estar feliz ya que estaba sonriendo, y eso hacía feliz a Camila.
Camila sonrió y su padre tan sólo le miró con cara de pocos amigos.

—¿Qué quieres que te diga, padre?—Cuestionó Camila cruzándose de brazos, puesto que aquel hombre aún seguía esperando respuesta alguna.

—Es por eso que nunca querías que te visítaramos, ¿Cierto?—El hombre parecía no comprender a la chica que estaba delante de sí.

—No es eso, papá. Es sólo que fue tan rápido y no tuve tiempo de explicarlo —Explicó Camila en voz baja—, lo siento, en serio.

—Vamos, que nueve meses no son rápidos —Rió ante las excusas de su hija mayor— ¿Por qué lo sientes?

—Porque en verdad hubiese querido que estuviesen enterados desde un comienzo –Claro, sí yo hubiese estado desde un comienzo– pero es que no sabía cómo decírselos.—Suspiró con frustración.

—Y dime... ¿Cómo fue que se conocieron?—Interrogó el hombre viendo a Lauren y luego a su mujer.

—Pues... Es una larga historia...—Rió nerviosamente recordando cómo fue que aquella chica llegó a su vida—, ella simplemente llegó de la nada y creo que, fue lo mejor que me pasó.

—Estoy tan orgulloso de ti. Has crecido tanto. Espero seas un buen padre para esa niña. Porque obviamente tú emplearás el rol de padre, ¿No?—Vaciló su padre y Camila no pudo evitar sonrojarse—Después de todo tú fuiste la abejita que fecundó esa linda flor...—Bromeó y Camila se puso más colorada por los comentarios de su padre.

—¡Papá! —Replicó Camila ante las insinuaciones de su padre.

—Oh, vamos, es una charla de padre a... Tú ya sabes. Creo que en verdad debí haberte enseñado a usar un condón, pero tu madre siempre se negó, diciendo que nunca los usarías, y mírate, ahora tienes una hija de la cual ni tu madre ni yo estábamos enterados...—Se lamentó el hombre y Camila sonrió. Aquel hombre era el mejor padre del mundo, al menos lo era para ella.

—No te preocupes, papá. Las cosas pasan por algo —Aseguró mientras se levantaba del sofá, consiguiente le dió un pequeño pero fuerte y reconfortante abrazo a si padre.

Heridas; Camren G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora