Prólogo.

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Para Draco Malfoy de Draco Malfoy.

Hola, te preguntaras porque tienes esta carta en tu mano...

Mira eres un mago, en este sobre está una cantidad de dinero muggle que salve del ministerio, también tienes allí unas llaves de un departamento en Japón que será raro para ti despertar en un callejón allí, pero es el que mi madre compro a escondidas de mi padre cuando empezó la guerra, de tu niñez no recuerdas mucho, he dejado solo los recuerdos felices, eso es lo que quiero que conserves.

He dejado el talento en magia y he dejado que conserves el conocimiento sobre todo lo que aprendiste en Hogwarts, lo único que no recuerdas son los últimos años, no busques respuestas, ya no hay nada para ti por ahora en el mundo mágico, has algo más de tu vida, vívela como Muggle, vívela diferente...........

Aquello Decía la carta que Draco Malfoy encontró en una calle muggle, junto con un recuerdo en una botellita que solo decía que siguiera su corazón.

Draco Malfoy había aprendido a vivir como muggle con sus reglas de alfas, betas y omegas, aquellas castas existían en el mundo mágico de igual manera, pero se ignoraban, en el mundo muggle era diferente pero aun así Draco Malfoy con el tiempo ya había olvidado lo que era ser un mago....

Años después....

Escuchaba el aire pasar por mis pulmones, era difícil mantener la tranquilidad en las rutinas sobre el hielo, eras tú con la música y tus emociones, sentía a mi cuerpo moverse, pero mi mente empezó a llevarme lejos...

Lejos en esa época de mis recuerdos a Japón donde era solo un adolescente aprendiendo a vivir en un mundo con reglas desconocidas, un mundo donde estaba solo y no había nadie más, donde había aprendido y conocido el amor que le causaba el patinaje sobre hielo, un adolescente con muchos sueños, sobre la vida y sobre lo que podría conseguir con su nueva pasión.

Salía del instituto donde me había inscrito a terminar mis estudios e iba rumbo a la pista de patinaje, mientras caminaba un automóvil paro en secó delante de mí.

-Te llevo Draco. - Mire a Jack el popular y estadounidense guapo del instituto, que novedad todo un cliché ya que Jack era el chico que maltrataba a todo el mundo incluyéndome a mí.

- ¿Qué, por qué? - Dije tímido al chico de ojos plateados, me causaba un poco de terror.

-Solo te vi caminar y se me ocurrió, vamos Omeguita. - Sonrió, se había estacionado y yo mantenía la distancia de su automóvil.

-No gracias. - Negué.

Seguí caminando y me fui, luego de eso todos los días repetía lo mismo.

"Te llevo Draco "
Luego empezó a seguirme cuadras enteras en su automóvil y descubrió que iba a patinar, lo cierto era que desde que él quería hablar y llevarme a las salidas no me había vuelto a molestar.

-Draco. - Lo escuché como siempre, al llegar en la carta se me recomendaba cambiar mi apellido así que lo hice Draco Lee Malfoy, solo lo cambié un poco o en teoría aumente un apellido, mire a Jack y respondí.

-Noo. - Alargue irritado, pero me reía porque ya me parecía gracioso que me rogara. -Y es Lee, usa el respetó japonés si vives aquí. - Anuncié.

-Ten. - Lo vi extender una funda y camine y la tome, había un sándwich y un jugo. - Para cuando termines el entrenamiento, Lee-san. - Sonó mejor de lo que esperaba viniendo de él.

-Gracias. - Me sonroje.

Y así empezó a llenarme de comidas diferentes a diario y yo lo agradecía, las guardaba y me las comía de regreso a mi casa, cuando estaba agotado.

Un día llovía y tenía un importante entrenamiento, aún no salíamos del instituto faltaban cuatro minutos, así que caminé y vi a Jack con sus amigos.

-Riseer-San. - Dije con miedo.

-Lee-San. - Me miro, el me sacaba hombros y cabeza de ventaja, era rubio oro, era un lindo chico y tenía un olor delicioso.

-Me haces un favor. - Susurre.

-Sí, cual. - Sus amigos estaban callados, pero me miraban con duda.

-Me podrías llevar al entrenamiento hoy. - El me miro y soltó una carcajada, pensé que empezaría a burlarse y a decirme que jamás me estuvo ofreciendo llevarme. - Por favor. - Añadí.

-Claro no te preocupes Omeguita. - Me guiño el ojo y yo suspire.

-Gracias Alfa. -Sus amigos se fueron sin hablarme y aún con la duda, pero no hice caso y nos dirigimos al estacionamiento.

-Sube. - Subí a su automóvil y no hablamos hasta estar frente a donde entrenaba. - Ten. - Dijo sacando de un cajón debajo de su asiento una funda con un pastel y un juguito de naranja. - Y ten. - Añadió sacándose su suéter. - Cuídate si, no te mojes al entrar.

- ¿Por qué? - Susurre.

-Por qué no debes mojarte. - Se burló levantando las cejas obvió. - Por qué te vas a enfermar. - Dijo señalando la lluvia.

-No, no. - Suspiré descargando el aire. - Porque te portas tan lindo conmigo y me das comida.

-Por qué me gustas. - Añadió. - Pensé que sería obvio.

Luego de eso estuvimos juntos unos meses más tarde y parecía que todo estaba bien, todo era color rosa, nos amábamos o yo lo amaba y el no a mí.

Cuando empecé a ganar las primeras medallas nacionales nos mudamos juntos y la vida de pareja se tornó tranquila hasta que un día me desperté vomitando y resultaba que había quedado en cinta, despues de eso todo se fue al suelo.

-No te vayas. - Llore, tenía ya un vientre bastante grande.

-YA NO TE QUIERO. - Me grito. - NI A TI, NI A ESO. - Señalo. - QUIEN SABE SI ES MÍO PARA EMPEZAR. -Me lance a llorar y así fue como sobrelleve casi todo el embarazo solo hasta que mi hijo nació.

Una vez que pude volver a la pista mi ritmo de música cabio, era melancólico, exacto, decidido y mientras más patinaba y más medallas ganaba mi corazón se congelo igual o más que en las pistas en las que dejaba mis emociones.

Y ahora en el presente, gire y gire terminando luego erguido en posición orgullosa y haciendo reverencia al culminar la rutina que me catapultaría a las olimpiadas.

Ahora vivía y entrenaba en Canada toda mi forma de vivir y ver la vida habían cambiado, y me habían vuelto el mejor.

Escuché aplausos en mi espalda y en frente.

-Gracias. - Susurre haciendo reverencia y saliendo de la pista.

-Fue perfecto. - Grito mi entrenadora emocionada. - Fue perfecto.

-Yo soy siempre perfecto. -Le Sonreí y el puntaje 102.5 me había colocado en el primer lugar.

Si algo enojaba a los Alfas es que un omega fuera mejor que ellos y yo desde el podio del oro los veía pequeños, los veía como aquello que significaban para mí.

UNA BASURA.

ICE HEART (harco) - EN EDICIÓN. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora