Capítulo 1

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La entrada del gimnasio había sido decorada con las rosas rojas más hermosas que he visto en toda mi vida. Estaba tan feliz, porque Samuel me había pedido que fuera su compañera para el baile de graduación.

Mi madre me ayudó a escoger el mejor vestido. Era del color del cielo azul, decorado con pequeñas piedras brillantes que simulaban las estrellas en el firmamento. La falda era de gran volumen, como la de los vestidos de las princesas en la noche del baile en la que conocerían por fin a su príncipe azul. Me sentía hermosa, aunque siempre me he considerado una chica simple y común, por primera vez creía que podía lograr atraer la mirada de los chicos en un sentido romántico.

Siempre me había gustado Samuel, era el chico atractivo y popular de la preparatoria, así que me sorprendí cuando me pidió que fuera su compañera. Nunca nadie me había hecho una invitación, por eso, cuando me lo pidió, no lo podía creer y pensé que solo se trataba de una broma. Hasta que pude comprender que lo había hecho completamente en serio.

Siempre lo acompañaban las chicas más hermosas y populares del instituto, por eso dudé cuando vino a mí y me pidió que lo acompañara al baile. Mi corazón palpitaba tan emocionado que creí que estaba a punto de darme un infarto. Él sonrió al notar mi expresión —seguro que mi cara era como la de chica del retrato del grito―, estaba perpleja y conmocionada y, hasta cierto grado, me negaba a creerlo.

Mis palabras se negaban a salir de mi boca para darle una respuesta porque sentí que se habían quedado atoradas en mi garganta. Solo logré asentir con mi cabeza. Fueron los minutos más tensos e incómodos de mi vida. Estaba tan avergonzada conmigo misma por ser tan torpe e idiota... Siempre he sido una chica muy segura de mí misma, pero cuando él se acercaba a mí, las palabras me fallaban y mi lengua pesaba como un yunque.

Me tomó de la mano para ayudarme a bajar de la increíble limusina en la que me había ido a buscar y recordé como mamá casi destruye mi noche —bueno, casi lo hace― con su ocurrencia de último momento...

Samuel tocó a nuestra puerta. Mi mandíbula casi se desprendió de mi cara cuando, al bajar de mi habitación, lo encontré esperándome junto a mi madre en la entrada de mi casa. Se veía tan apuesto y hermoso que estaba segura de que el chico que estaba allí parado había llegado a mi casa por equivocación.

Vestía un traje negro a la medida con una camisa blanca y a juego una corbata azul intenso. Imaginé que había elegido ese color para que contrastara con mi vestido ―por supuesto, que él no sabía de qué color me vestiría―, su cabello estaba engominado, al estilo del momento, lo que le daba un aspecto de modelo de revista o de un ejecutivo de Wall Street.

―¿Preparada para irnos, princesa?

Oh... my... god. Me ha llamado princesa. ¿Acaso lo he oído mal? Sentía que volaba.

―Cre... creo que no..., es decir... sí.

¡Maldición! ¿Es que siempre tengo que parecer una retrasada delante de él?

―Entonces vámonos y montemos sobre mi corcel, hermosa princesa.

Se comportaba como el príncipe de mi propia historia y yo estaba más que dispuesta a seguir su juego.

―¡Un momento!

La voz de mi madre hizo eco en el pequeño salón y me quise morir. Apreté mis ojos incrédula de lo que estaba por venir.

―La hermosa princesa y su apuesto príncipe no pueden marcharse sin antes plasmar en una foto tan esplendoroso acontecimiento

Esta vez quería que me enviaran a diez mil kilómetros sobre la faz de la Tierra. A mi madre siempre se le ocurrían las peores ideas en los momentos más inimaginables. Debí verlo venir.

Pasaje a la pasionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora