Capítulo 16

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Me decido por un vestido de color amarillo de tela muy suave, creo que es raso o, tal vez, satén, si mis escasos conocimientos en moda no me fallan, pero es realmente hermoso y brillante. Es un vestido largo, sencillo y elegante —muy cercano a lo que realmente elegiría para usar en cualquier ocasión especial—, con escote pronunciado, tanto por delante como por detrás, pero de cierto modo conservador y discreto. Lo que más me encantó de él fue el detalle en la parte posterior: su suave caída hasta la parte más baja de mi espalda y un par de cintas cruzadas a la altura de mi cintura que le dan un toque sensual y encantador. El diseño es realmente espectacular; me siento como Andy, la chica de la película Cómo perder a un hombre en 10 días.

Opté por llevar el cabello en un moño alto con mechones sueltos y descuidados, y un maquillaje ligero, casi natural. Por último, y como broche para completar el maravilloso look, un par de sandalias altas de tacón muy fino en color plata con un delicado diseño de tiras.

Me observo al espejo y esta vez quedo muy impresionada. El vestido hace su magia y me transformo en una chica hermosa y a la altura de cualquier actriz de Hollywood. La sedosa tela se amolda a mi figura como una segunda piel, ajustándose a mi cuerpo solo en aquellas partes donde es necesario. Es como si el vestido estuviera hecho para mí, para que solo yo lo vistiera.

Oigo pasos acercarse a la habitación y mi respiración se agita descontroladamente al tiempo que siento como un millar de diminutas mariposas revolotean en mi estómago. Sé que suena a cliché, pero es así como lo siento.

La puerta se abre tras de mí y no puedo evitar sentirme nerviosa y expectante. No volteo a verlo. Sus pasos se detienen y puedo percibir, aun sin verlo, como sus ojos salvajes y depredadores me observan detenidamente. Emprende su marcha y, lentamente, se acerca a mí como un animal al acecho de su presa. Finalmente logro ver su reflejo a mi espalda, a través del espejo. Sus ojos grises inmediatamente hacen contacto con los míos y puedo ver fuego en ellos, sed de piel y hambre carnal.

—Te ves realmente hermosa y maravillosa. —Su aliento sopla sobre mi piel y la convierte en cera, que se derrite inevitablemente con su calor. Su voz gruesa y ronca me sacude.

Sus labios se posan sobre mi cuello, ligeros y lentos, recorriendo el espacio con un detenimiento desesperante. Cierro los ojos y estiro mi cuello para darle mejor acceso a él. Rodea mi cintura con uno de sus brazos y me atrae contra su cuerpo, puedo sentir su grueso y duro pene clavado en mi trasero.

—¿Notas cómo me pones? —Besa mi cuello—. Solo, tú, cariño... me vuelves loco. —Ronroneo con sus caricias.

Su mano se cuela hasta mi vientre y lo recorre con la punta de sus dedos lenta y pausadamente. Puedo sentir como mi piel se eriza. Me diluyo con cada caricia y su respiración cerca de mi oído me hace estremecer. Puede hacer conmigo lo que quiera y cuando quiera, porque soy suya en todos los ámbitos, porque mi piel lo reconoce y mi boca lo ansía.

—Mira cómo tus picos deliciosos despiertan con mis toques... —Abro los ojos y observo eclipsada—. Duros y ansiosos.

Sus dedos juguetean con mis pezones sobre la sedosa tela y siento como mi vientre se contorsiona —gimo bajito—. Su otra mano sube hasta una de las tiras del vestido y la desliza suavemente, dejándola a mitad de mi brazo y exponiendo mi pezón.

—Abre los ojos y mira al frente. —Los abro perezosamente—. Quiero que veas cómo tus senos se familiarizan con mis manos, cómo cambian y se adaptan a las caricias que les profeso. —Mis ojos se concentran en cada movimiento de sus dedos sobre mi pecho, cayendo rendidos ante su acometida.

Sus manos son como cadenas que esclavizan mi cuerpo y convierten mi deseo en lava volcánica que se derrama por cada poro de mi piel. Me dominan y me hacen adicta de sus caricias, pidiendo cada vez más por sus toques, dejándome arrastrar por cada uno de sus deseos y cediendo al embrujo de su pasión. Lo deseo inmensamente.

Pasaje a la pasionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora