Capítulo 21

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Furia líquida comienza a correr por mis venas al saber que Cassidy estuvo con otro hombre, uno que no era yo. Siento el corazón retumbar dentro de mi pecho tan fuerte que temo que pueda salirse de allí.

¿Será cierto que mi Cassidy pasó el día con otro hombre? ¿Dormiría con él? «No, él dijo que la llevó a casa anoche», pero eso no significa que mientras estuvo con ese hijo de puta no lo haya hecho. ¡Maldición! Tengo que salir de esta duda que está acabando con mi tranquilidad... ¿Acaso no terminarán mis malditos problemas? ¿Puede mi vida complicarse tanto en tan poco tiempo?

Voy a averiguar quién es él y a dejarle bien claro que ella es mi mujer, mía y de nadie más. «Yo la dejé sola, evité sus llamadas como un maldito cobarde y la mandé directo a los brazos de otro».

No me importa una mierda quién sea, no voy a permitir que se interponga en mi camino, porque ella es mía, porque yo fui su primer hombre y seré el único hombre de su vida.

Salgo de mi habitación hecho una furia, pensando en que otro quiere robarme a Cassidy. Mi cabeza está llena de imágenes de ellos dos juntos que me está volviendo loco. Abro la puerta y encuentro al chico que trae el desayuno que pedí cuando me levanté.

—Señor Blackwood, su desayuno. —Se queda allí parado esperando mi respuesta.

—Llévatelo y tíralo a la basura —le indico mientras me marcho hecho una tromba.

Williams ya me está esperando, así que, una vez que subo a la limusina, le indico que me lleve a toda prisa a casa de Cassidy. Saco el teléfono de mi chaqueta y vuelvo a llamar para exigirle al entrometido que no se atreva a acercarse de nuevo a ella, pero lo deja repicar hasta que cae la contestadora. Vuelvo a intentarlo, pero mi teléfono se apaga, olvidé cargarlo anoche y me he quedado sin batería. Mi frustración escala a su más alto nivel —paso mis manos por mi cara—, estoy desesperado por llegar hasta ella para demostrarle quién es su dueño, a quién pertenece ella.

Al llegar, veo con extrañeza una Harley estacionada frente a su casa. Me bajo del auto y la observo con intriga, preguntándome de quién es. Toco la puerta y nadie contesta, así que golpeo con mayor insistencia, hasta que oigo unos pasos dentro de la casa acercándose a la puerta.

Un hombre rubio vestido con ropas de cuero es quien abre la puerta y, por su vestimenta, presumo que es el dueño de la moto aparcada frente a la casa.

Nuestras miradas se encuentran en una especie de duelo al estilo oeste y nos estudiamos de arriba a abajo, preguntándonos sin pronunciar palabras el uno al otro quién es quién.

Hasta que lo escucho hablar. Siento que la sangre se sube a mi cabeza y cada vena de mi puto cuerpo se hincha a punto de explotar.

—¿En qué le puedo ayudar? —se atreve a preguntar como si fuera el maldito jefe de la casa.

—¿Se puede saber qué haces aquí? —Me aproximo hasta que nuestros cuerpos están a solo unos centímetros de distancia—. ¿En la casa de mi mujer? —mi voz acerada se escucha retumbar a mil kilómetros de distancia.

—¿Y a quién demonios le importa lo que hago aquí? —me responde con sarcasmo, mientras asoma el atisbo de una sonrisa burlona.

—Si estás en el mismo sitio donde está mi mujer, por supuesto que es mi puto asunto. Así que vuelvo a preguntarte. ¿Qué mierda buscas en esta casa? —Sostengo mi mirada de acero, mientras le exijo una respuesta.

En esos momentos, una pálida y asustada Cassidy sale de su habitación y se queda paralizada al vernos enfrentados. Sus gestos me demuestran que algo está pasando y que de ninguna manera me gustará si llego a saberlo.

Pasaje a la pasionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora