Epílogo

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Pov Kaia

Habían pasado cinco hermosos años desde que mis cachorros habían nacido. Nos encontrábamos en el patio trasero de la mansión de los padres de Castiel, celebrando el cumpleaños de los trillizos.

Desde temprano en la mañana los regalos no se habían hecho esperar, obsequios que eran enviados por miembros de la manada, quienes cuidaban y adoraban a mis hijos como si fueran suyos. Era algo muy bonito de ver y sentir, principalmente porque mi mayor temor era que fueran rechazados por yo haber nacido como humana.

Me acerqué lentamente hacia donde se encontraba Castiel con nuestros hijos mientras acariciaba mi abultado vientre. El recuerdo del día en el que le dije a Cas que los trillizos no serían los únicos cachorros llegó a mi cabeza tan pronto sus ojos me observaron fijamente. La emoción que había cruzado por sus ojos y aquella deslumbrante sonrisa eran una de las pocas cosas que solo podíamos apreciar sus más cercanos. El brillo que sus ojos poseían ese día era el mismo con el que me observaba llegar hasta él, era como si estuviera observando algo realmente hermoso y único.
 
— Mami.  — Anois se abrazó a mis piernas y su hermano la siguió pero no para hacer lo mismo, sino para besar mi vientre como forma de saludo a sus hermanitos.
 
Gemelos, aun podía saborear el dulzor que me había producido saber que en mi vientre se encontraban dos cachorros.
 
— ¿Estás bien? — Me preguntó Cas mientras me ayudaba a sentarme en el suelo.

— Mjm. — Emití sonriente.
 
Mis ojos viajaron a Regan, quien no se había acercado a mí por estar observando al hombre que se encontraba frente a ella. Su cabeza estaba completamente hacia arriba, intentando mirar el rostro de quien vestía de negro a excepción de la camisa rosa que llevaba puesta debajo de su saco.

Muy elegante para una fiesta infantil, pensé.

Después de su nacimiento, era la primera vez que la veía y por cómo se había arreglado me daba a entender que lo había hecho para causar una buena impresión.
 
— Muy glande. — Murmuró ella, causando que las comisuras de Sasha temblaran bajo la atenta mirada grisácea de Regan.

Castiel no estaba nada contento con la interacción, pero sabía perfectamente que no debía meterse demasiado entre lo que tenía planeado el destino para esos dos.
 
— Y tú muy indiscreta, idéntica a tu madre y abuela. — Aunque ella no sabía lo que significaba las palabras del hombre grande, rio como si se tratara de un buen chiste. — Tengo un regalo para ti, Colmillitos.

— No la llames así y espero que también tengas uno para mis otros dos hijos. — Interrumpió Oriol con su usual tono amenazador.
 
Tan pronto Anois y Keith escucharon al lobo se alejaron de mí y le saltaron encima sin ningún tipo de cuidado.
 
— Para algo tienen un padre, yo solo voy a consentir a Colmillitos. — Las palabras de Sasha hicieron que el lobo gruñera, causando que sus tres hijos lo observaran con admiración.

— ¿Quieles vel mis colmillos? — Le preguntó Regan y él asintió. — Abuelo Blent dice que soy ateladola.

— Vaya… Mira esos enormes y filosos colmillos que tienes, sí que eres aterradora. — Su comentario le arrancó una enorme sonrisa a mi pequeña niña. — ¿Quieres ver los míos? — No fue necesario que respondiera, tan pronto mencionó sus colmillos ella se acercó y él bajó a su altura.

— Waaaa. — Susurró. — ¡Ah! — Exclamó cuando el vampiro mordió levemente el dedo con el que ella había tocado su colmillo.
 
Luego de que se enseñaran los colmillos, ella abrió su regalo y quedó fascinada ya que se trataba de una preciosa muñeca con un vestido largo de color rojo vino. Sasha se quedó a su lado, observándola jugar y sonreír e incluso jugando con ella como si no le importara que otros lo observaran tomar una muñeca o seguirle la imaginación a una niña.
 
— Es aterrador que no se despegue de su lado. — Bufó Cas.

Son of the Moon© ML #2 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora