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— Alfa, debes controlarte. — Jeremía había aparecido al lado de su hermano.

— Desaparece. — Ordenó Oriol.

— Oriol, tal vez es un mal entendido. — Esas habían sido las peores palabras que había podido escoger.

— ¿Crees que no sé lo que siente o piensa mi luna? — Preguntó, acercándose a él. — ¿Crees que tu alfa es un inútil?

— No, yo…— Jeremía se había visto obligado a transformarse porque un furioso Oriol se había abalanzado sobre él.
 
Sabía que el gran alfa estaba cegado pero yo como espectador dentro del cuerpo del lobo, podía visualizar lo que ocurriría si continuaba así. Estaba molesto, herido y quería entre sus patas la sangre de ese asqueroso humano, pero Jeremía no tenía la culpa de nuestra situación.
 
— Canela. — Le informé al lobo para que se detuviera.
 
Ella estaba cerca y debía estar sola, por el bien de todos.
 
— ¿Qué ocurre? ¿Por qué siempre desaparecen en un abrir y cerrar de ojos? — Preguntó su voz a la distancia.
 
Jerome había salido en su búsqueda para evitar que ella viera a dos lobos peleando en medio del bosque.
 
— Kaia, espera no puedes… — Él intentaba detenerla sin tocarla porque si lo hacía, Oriol iba a volver a descontrolarse.

— ¿Qué pasa? — Preguntó con malestar. — ¿Por qué desaparecieron así?
 
Apenas había podido vestirme, justo a tiempo para que ella no me viera desnudo.
 
— ¿Qué les pasó? — Preguntó alarmada. — ¿Se pelearon otra vez?

— No es nada, Kaia. ¿Sabías que hay lobos por aquí? — Le preguntó Jeremía, intentando desviar la atención. — Él solo me hizo entrar en razón porque yo quería acercarme a acariciar a uno de ellos.

— ¿Era blanco? — Él asintió. — ¿Vieron a Bolita de Nieve?
 
¿Qué? ¿Bolita de Nieve?
 
— Jamás me habían humillado tanto. — Murmuró Oriol.
 
Ese no era un apodo digno para un alfa, incluso yo me había sentido humillado.
 
— ¿Bolita de Nieve? — Preguntó Jeremía con aquel tono burlón que me avisaba que iba a escuchar ese apodo más seguido.

— Sí, es el único lobo blanco que he visto en… En toda mi vida. — Murmuró por lo bajo. — Lo veo afuera de mi casa todas las noches así que… Es mi fiel compañero.

— ¿Te visita? — Ella asintió sonriente. — ¿Un lobo te visita y tú estás tan tranquila? — Jeremía solo estaba intentando sacar información para utilizarla en mi contra.

— Pues… En un principio tenía miedo pero después… Es un lobo agradable, ¿de acuerdo? No es agresivo. — Ella nos estaba defendiendo y nosotros estábamos más que felices por eso.
 
Tal vez habíamos exagerado un poco con lo del estúpido humano. Podría ser que ella no sintiera nada por él y que solo estuviera nerviosa por alguna otra cosa o porque estaba incómoda. Tal vez y solo tal vez, Oriol se había comportado como un lobo excesivamente posesivo.
 
— No me eches la culpa de todos nuestros problemas, además, la vimos. — Habló con malestar mi lobo.
 
Había preferido ignorar la voz de Oriol y concentrarme en ella, la sonriente chica que siempre que sentía vergüenza, sus mejillas adquirían un potente color rosa que la hacían ver mucho más hermosa de lo que ya era.
 
— Si alguien más llega a escucharte pensará que ese lobo intenta agradarte…— Murmuró el gemelo rebelde.

— Es un lobo, eso no tiene sentido. — Afirmó Kaia, quien luego lo comprendería todo.
 
Después de esa pequeña pero reveladora conversación, los gemelos desaparecieron de nuestro lado y quedamos solo nosotros dos en el bosque. Estando allí, rodeado de tantos árboles y a su lado, se sentía como estar en mi hogar.
 
— Entonces… Un lobo blanco. — Murmuré, intentando comenzar una conversación con mi luna.

— Sí. Tal vez ustedes crean que estoy loca pero realmente es un lobo agradable. — Me gustaba que hablara así de nosotros.

— Pregúntale porqué me llamó Bolita de Nieve y no algo más macho, más respetable. — Pidió Oriol, quien se escuchaba interesado.

— ¿Por qué lo llamaste Bolita de Nieve? — Sus comisuras se elevaron tan pronto escuchó aquel apodo que le había puesto a mi lobo.

— Porque el lobo es blanco y porque… No se lo digas a nadie porque por algún motivo creo que si el lobo se entera va a enojarse. — Murmuró por lo bajo.

— Oh, esto va a ser difícil. — Volvió a hablar Oriol, en esa ocasión con la burla tiñendo su voz.

— Guardaré silencio, te lo prometo. — Asintió levemente antes de continuar.

— Creo que le puse Bolita de Nieve porque por algún motivo que desconozco, me recuerda a las épocas navideñas de mi infancia. Una blanca navidad, llena de tranquilidad y cariño… Tal vez es por eso o porque él en sí me recuerda a una bola de Nieve debido a la gran cantidad de pelaje que tiene y la felicidad que puede transmitir sin hacer nada. — Su mirada estaba perdida entre las ramas de los árboles.

— Creo que deberías decirle. — Jamás en la vida nos habían dicho algo así y debía admitirlo, se sentía más que bien.

— Es un lobo, Castiel. Además, podrá ser mimoso pero tiene su carácter, si no le gusta que le toquen la panza, menos le gustará que le diga que es una bolita toda preciosa. — Comentó con obviedad. — No lo entenderá pero su instinto le dirá que es momento de comerme.

— Olvida todo lo que había dicho, me gusta que me llame Bolita de Nieve. — Ronroneó Oriol. — Soy el lobo que le transmite felicidad y le recuerda los momentos bonitos de su infancia.

— Somos. — Le recordé.

— Soy. Tú eres Castiel, el mocoso que intenta conquistarla y yo soy su Bolita de Nieve. — Continuó ronroneando.
No dije nada más, pasé mi brazo sobre sus hombros y caminé a su lado hacia la escuela. Podíamos haber perdido una clase pero algo más se había formado entre nosotros, algo que ni siquiera ella sabía pero que yo disfrutaba.

Si antes estábamos dispuestos a cumplir cualquier petición de nuestra luna, después de sus bonitas palabras nos tenía a su completa merced.
 
— Esta noche le llevaremos una ardilla como regalo. — Mi lobo no había dejado de hablar.
 
Él me contaba sobre todos los planes que tenía al lado de nuestra luna y por supuesto, debíamos llevarle un regalo por vernos de esa forma.
 
— Si ella desea tener cachorros y tienen un gran parecido con nuestra luna, los amaría mucho más y les enseñaría a cazar para su madre, tal y como tu padre lo hizo con nosotros. — En eso estaba de acuerdo, los amaríamos mucho y les enseñaríamos a cazar para su madre como papá lo había hecho con nosotros.

Son of the Moon© ML #2 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora