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Pov Kaia

Me dolía el cuerpo, la cabeza y no sabía cuánto tiempo había dormido. ¿Acaso todo había sido una espantosa pesadilla? ¿El hombre acosador no había existido? Eso parecía porque de otra forma no comprendía cómo había llegado a mi cama.
 
— Hey. — Saludó una voz a mis espaldas.

— ¿Qué…? — Pregunté cuando me giré.

— ¿Qué hacen aquí? — Los gemelos estaban sentados en la sala, mirándome fijamente. Ambos lucían cansados y no sonreían como solían hacerlo.
 
— Es bueno que estés bien. — Habló quien creía era Jerome. — Pero necesitamos que vengas con nosotros.

— ¿Qué? ¿Por qué? — Recién había despertado y ellos querían que yo saliera. — ¿Cuánto he dormido?

— Tres días y sin ti esto se ha vuelto un infierno. — Habló… No sabía quién hablaba.

— ¿Le ocurrió algo a Castiel? — Era el único que faltaba.

— Se ha vuelto loco, eso ha ocurrido. — Ese debía ser Jeremía, su hermano no hablaría así de Castiel. — Escucha, sé que esto se escuchará loco pero necesito que prestes atención porque de ti dependemos muchos.

— Kaia, nosotros… — Jerome buscaba la forma de decirme algo pero no podía.

— Somos lobos y necesitamos tu ayuda. — Terminó de decir su hermano.
 
¿Lobos? ¿Con quién creían que estaban hablando?

 
— Que buen chiste. — Me reí por lo bajo.

— Sabía que esto pasaría. — Murmuró Jeromía mientras se transformaba.
 
Se transformaba… ¡Se estaba transformando frente a mis ojos!

 — Por todos los árboles de este bendito bosque… — Susurré para mí. — ¡Santas manzanas podridas!
 
Al frente de mí ya no se encontraban dos copias exactas, sino un chico y un lobo.
 
— Date la vuelta si no quieres verlo sin ropa. — Me advirtió Jerome e hice lo que dijo.
 
¿Cómo era eso posible? ¿Aún seguía bajo los efectos de algún medicamento? ¿Podía ser todo eso un sueño?
 
— No estás bajo los efectos de nada y tampoco es un sueño. Los lobos, vampiros y todo eso, existimos. — Me informó uno de los dos. — Y necesitamos tu ayuda.

— ¿En qué pudo ayudar? Por si lo olvidaban soy humana o bueno… Eso creo. — Me sentía confundida.
 
Si ellos podían transformarse en lobos, ¿Castiel también podía?
 
— Sí, Castiel es Bolita de Nieve. — Quise gritar y que me tragara la tierra. A ese lobo le había dicho muchas cosas y resultaba ser él. — Tú eres su mate.

— ¿Qué es…? — Mi pregunta había quedado en el aire cuando unas manos hicieron que me girara nuevamente.

— Mate es la pareja del lobo. Puede ser lobo, humano, vampiro o lo que sea pero están destinados a estar juntos. — Me explicaron sin dar demasiados detalles. —  Pero Castiel… Él está cometiendo un error, uno muy grave.

— ¿Qué error? — Fruncí el ceño sin entender bien lo que ocurría.

— Él estaba feliz porque se encontraba seguro de que tú eras su mate pero después del ataque… Él dice que no eres tú, que encontró a su mate y que es loba. — Un desagradable hueco se formó en la boca de mi estómago.

— Pero ella no es… Sabemos que su mate eres tú y no es que esa farsante huela mucho a loba. — Ese debía ser Jerome, estaba segura.

— ¿Crees que está siendo engañado? — Ambos asintieron.

— No sabemos cómo, pero tú podrías ayudarnos a que reaccione. — No estaba segura de poder ser de ayuda. — Por favor… Nuestra manada corre peligro si esa mujer tiene malas intenciones y si no las tuviera, ¿por qué hacerse pasar por alguien que no es? — Debía admitirlo, Jerome tenía toda la razón al pensar así.
 
Ellos comenzaron a hablar sobre el plan que habían tenido en mente pero yo veía fisuras por todos lados. Si Castiel realmente estaba “embobado”, como ellos decían, él no iba a escucharme. Sin embargo, preferí unirme a ellos que dejarlos solos con lo que fuera que estaba sucediendo.
 
— Bien, hagámoslo. — Murmuré por lo bajo.

Pov Castiel

Mi madre estaba molesta, mi padre no había dejado de observarme con desconfianza y los gemelos repetían una y otra vez que algo estaba mal. Sin embargo, yo sabía que Naín era mi luna y eso era lo único que importaba.

No entendía porqué debía seguir asistiendo a la escuela para humanos pero entre gritos mi madre me lo había ordenado y tenía que hacerle caso. Habían transcurrido algunos días, no sabía cuántos con exactitud pero eso tampoco importaba porque yo estaba feliz a su lado.

 
— No entiendo qué tiene tu madre en mi contra. No le he hecho nada y me trata como si fuera una plaga. — Murmuró Naín mientras hacía un puchero.  

— Es así cuando algo no sale como quiere. — La atraje hacia a mí para que volviera a acostarse a mi lado.

 
La luna de la manada había estado totalmente en contra de que Naín durmiera conmigo, pero eso no nos había interesado ya que al final ella había despertado a mi lado. Deseaba enterrarme en su interior y marcarla, ese pensamiento continuaba dando vuelta en mi cabeza desde que la había encontrado pero aún no había podido hacerlo. La deseaba pero algo me lo impedía y ella comenzaba a molestarse.

 
— Quiero tener tu marca. — Volvió a decir lo mismo que en los últimos días.

— Ya hablamos de eso, Naín. — Quise besarla pero giró el rostro hacia el otro lado.

— No, no hemos hablado sobre “eso”. ¿Acaso no estás seguro? — Parecía ofendida.

— Lo estoy. — Aseguré aunque era mentira porque con el pasar de los días había comenzado a dudar de lo que sentía por ella.

 
La conversación se vio interrumpida cuando mi madre ingresó a la habitación sin avisar y le ordenó que saliera. Ella estaba molesta, la dureza en sus facciones lo decía todo.

 
— Vas a destruirnos a todos. — Estaba cansado de eso, de todo.

 
Estaba harto de que me dieran órdenes o que quisieran manejarme a su gusto.

 
— Déjame en paz. — Había algo que me hacía sentir coraje pero no sabía el qué. — Ella es mi luna y si no te gusta entonces vete.

— A mí no me vas a echar de mi casa, irrespetuoso. — Madre se acercó y tiró de mi oreja con fuerza. — No te molestaré más pero cuando tu verdadera mate no te acepte, no vengas llorando a mí.

¿Verdadera mate? Naín era mi verdadera mate, solo que ella no lo quería ver.

Preferí ignorarla a ella y a todas sus palabras, necesitaba ir a esa estúpida escuela de seres inferiores.

Tomé la ropa necesaria para darme un baño, me despojé de la que había utilizado para dormir y comencé a bañarme. Necesitaba de eso, un buen baño de agua caliente para relajar mi cuerpo.
 
— ¿Necesitas ayuda? — Preguntó la voz de mi luna.
 
Una de sus manos había comenzado a acariciar mi abdomen y fue bajando hasta llegar a mi palpitante amigo.

— Porque creo que sí. — Yo también lo creía, necesitaba la ayuda de mi luna.

Son of the Moon© ML #2 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora