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Siempre había creído que dormía bien pero nada se comparaba con el descanso que había tenido esa misma noche. Nunca me había despertado sintiéndome completamente enérgico y feliz hasta la mañana después de haber disfrutado un poco de mi luna.

Estaba decidido, iba a decirle lo que era y lo que ella significaba para mí aunque no sabía cómo ni cuándo. Lo que tenía claro era que no quería ningún tipo de mentira o inconveniente entre nosotros, debía ser sincero con Kaia si quería que mi luna me correspondiera por completo.
 
— ¿A ti que mierdas te pasa? — Me preguntó papá cuando bajé sonriente a desayunar.

— Brenthan. —Lo riñó mamá. — ¿Ocurrió algo?
 
Pese al regaño de mi madre, papá no dejaba de observarme como si me hubiera salido un tercer ojo en la frente. Lo entendía, no todos los días aparecía sonriente tan temprano en la mañana. 
 
— Bueno… Hace unos días encontré a mi luna… Bueno, en realidad hace un par de meses. — Mi madre se llevó las manos a su boca para cubrir su naciente sonrisa.

— ¿De verdad? —Asentí repetidas veces. — Por lo que veo… No la rechazaste.
 
¿Por qué todos tenían esa horrible impresión de mí?
 
— Claro que no. — Respondí ofendido. — Aunque… Es humana.

— No sé porqué lo dices de esa forma, yo te lo había dicho. — Mi padre asintió, de acuerdo con las palabras de mi madre.

— Sí pero yo creí que solo era una broma. — Hablé con sinceridad. — No creí que la diosa realmente me daría una humana como mate.

— ¿Ella lo sabe? — Negué con la cabeza. — ¿Cuándo vas a decirle? Ya quiero conocerla.

— Primero quiero ganarme su confianza aunque había pensado decirle pronto, posiblemente hoy o mañana. — Ella asintió complacida y no hizo más preguntas.
 
Esa era una de las grandes cosas que adoraba de mi madre, la luna de la manada sabía qué preguntar, cuándo y dónde, pero también sabía cuándo las preguntas eran suficientes. Ella siempre había sido así, preguntaba pero dejaba que hiciera lo que sentía y si me equivocaba, entonces estaba en grandes problemas.
 
Mi madre era una mujer inteligente, capaz, amorosa y atenta, pero papá tenía razón en algo que siempre me decía, mamá daba miedo cuando se molestaba. Por ese motivo, él y yo siempre intentábamos escuchar sus consejos, porque si algo salía mal íbamos a ser víctimas de su carácter.
 
— Ya me voy. — Avisé.

— Pórtate bien. — Me advirtió mamá y yo solo pude sonreír.
 
Era una petición muy complicada, más aún cuando iba a ver a mi luna.

Manejaba con dos insoportables en la camioneta, uno que no dejaba de decirme que parecía idiota sonriendo y otro que repetía que él había tenido la razón. Ir con los gemelos era como tentar mi salud mental pero ellos tenían suerte de que ese día no iban a cambiar mi humor.

Su aroma estaba en el aire y eso significaba que ella debía estar allí, probablemente caminando por los salones principales. Mi aroma estaba sobre ella como nunca antes y eso me encantaba.
 
— Buenos días. — Saludó sin mirarnos.
 
Ella era tan linda y vergonzosa…
 
— Buenos días. — Respondimos los tres, algunos menos burlones que otros.

— Bueno, yo me voy. Nos vemos después. — Se despidió Jerome, arrastrando a su gemelo con él.

— ¿Sientes dolor? — Pregunté mientras me acercaba a ella para besar su frente.
 
Había pensado que a Kaia le daría vergüenza ser besada por “el nuevo” así que lo ocurrido en su casa la noche anterior debía quedar entre nosotros, al menos en esos momentos. No es que quisiera divulgar nuestra intimidad pero sí me hubiera encantado tomarla de la mano y besarla sin ningún problema.
 
— Estoy bien. — Susurró.

Son of the Moon© ML #2 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora