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La tensión se sentía en el aire y se veía en el cuerpo de todos los allí presentes. Por algún motivo que desconocíamos había un lobo sin identificar que decía ser hermano de Castiel y su única prueba era el color de los ojos de su lobo.
 
— Mis padres no tuvieron más cachorros, retírate antes de que pierda la poca paciencia que poseo. — Le advirtió Oriol, utilizando el cuerpo de Castiel para ser escuchado.

— Debemos hablar a solas. Si así lo deseas puede quedarse tu luna pero los demás deben salir, no es un tema que deba conocer el resto, al menos no por el momento. — Mi mate me observó por el rabillo del ojo para saber si estaba de acuerdo y luego de recibir un leve asentimiento por mi parte, cada alfa, luna y beta desapareció de la sala de reuniones. — He de decir que me sorprende que hayas encontrado a tu luna.

— Ve al grano, desconocido. — Continuó ordenándole Oriol, quien no estaba dispuesto a bajar la guardia y ponernos en peligro.

— Mi nombre es Ulises, tal vez mi nombre te sea conocido por recuerdos de tu infancia o puede que no por los efectos de la luna. — El lobo cuyo nombre supuestamente era Ulises hizo una leve reverencia y continuó hablando. — Soy el lobo al que la diosa Luna te envió a asesinar.

— ¿Qué? — Se escapó de mi boca al mismo tiempo que lo preguntó Castiel, tomando el control de su cuerpo por algunos segundos.

— Te lo explicaré todo tan pronto comprendas que no voy a dañar a tu luna que por cierto, felicidades por los cachorros. — ¿Cachorros? — ¿Acaso no es evidente? En su vientre no solo carga a un cachorro del alfa, sino a tres.

— Mientes. — Susurró Cas.

— No lo hago, yo mismo los protegí para que se escuchara un solo latido y no corrieran mayor peligro del que enfrentarán. — Mis ojos viajaron lentamente del lobo desconocido a mi vientre y viceversa. — Verás hermano, ¿cuándo despiertas olvidas lo que soñaste? ¿Olvidas fragmentos de lo que hiciste horas antes?
 
¿Castiel olvidaba cosas? ¿Por qué yo no lo sabía?
 
— No debería sorprenderte que sepa esto porque después de todo soy como tú. Verán, fui el primer elegido por la diosa, aquel que debía acabar con una mujer que deseaba ser incluso más poderosa que nuestra creadora pero como ella no quería ensuciarse las manos, me envió. Cuando la encontré me di cuenta de que ella no intentaba igualarla y mucho menos superarla sino que deseaba destruir aquello que volvía a la diosa un ser imparcial. — Todo se escuchaba como un gran disparate creado por una mente perturbada pero en su corazón no logré encontrar rastro de mentira. — No la maté y la diosa Luna comenzó a enviar a los elegidos como tú y como yo, lobos fuertes que podrían destruir todo a su paso.

— ¿Por qué me dices todo esto? — Yo también me estaba haciendo la misma pregunta.

— Antes de nacer la diosa tiene una conversación con los elegidos, una en donde nos muestra quienes serán nuestros padres y nos habla de nuestro destino. — Continuó explicando.

— ¿Cómo es posible que sepas eso si olvidas lo que sueñas y parte de lo que vives? — Me atreví a preguntar, ganándome nuevamente la atención de Ulises.

— Llevo muchos años en la tierra, siglos vagando sin rumbo alguno. Era así hasta que supe de usted, luna de la manada. — Mis manos viajaron a las de Castiel que comenzaban a volverse garras. — Se suponía que Castiel no encontrara a su pareja, se suponía que ninguno de nosotros pudiera hacerlo.

— Eso es imposible ella...— Las palabras de Cas se quedaron atoradas en su garganta y su mirada se perdió en la nada misma.

— ¿Ahora lo recuerdas no es así? Ella te lo dijo, que no debías unirte a tu mate porque estarías actuando en contra de su voluntad. Si bien le dijo a tu madre en donde la encontrarías, se suponía que Kaia hubiera muerto antes de que se encontraran pero yo sabía de sus planes y lo evité. — Cada cosa que decía lograba que las náuseas que comenzaba a tener subieran con fuerza.

— ¿De qué estás hablando? — Mi lobo sobreprotector no lo entendió pero yo sí.

— El accidente…— Susurré por lo bajo. — El hombre…

— Era yo, sí. Yo te saqué del auto y te llevé al hospital. — Mis piernas flaquearon con violencia y tuve que sentarme por miedo a caerme y causarles daño a mi… A mis cachorros. — No espero que confíen en mí pero créanme, estoy de su lado. La diosa es la culpable de todos los ataques que han ocurrido en las diferentes manadas y pienso acabar con todo esto. Ha estado manipulando a su creación para que ataquen a las manadas y lograr una enemistad mayor, una entre la misma especie. Por otro lado, los ataques a tu manada son con otro fin, desasearse de  quien no debió estar desde un inicio, tu luna.

— ¿Y qué quieres hacer? ¿Matarla? — Ulises alzó un poco las cejas y giró la cabeza hacia un lado. — Estás demente, es nuestra diosa, nuestra madre.

— Es una vil egoísta que nos creó para hacer el trabajo sucio mientras ella protege al verdadero mal. — Escupió con rencor. — Nuestra amada madre no es tan piadosa como parece, ha derramado la sangre de más de un inocente para complacer a lo que sea que tiene su verdadero favor.

— ¿Cómo piensas matarla? — Pregunté más alto de lo que quería.

— ¡Kaia! — Bramó Castiel. — Es nuestra madre.

— ¿Y si lo que dice Ulises es cierto? ¿Qué pasa si realmente no debimos estar juntos? ¿Qué ocurrirá con nuestros cachorros? — Con cada pregunta mi voz se iba alzando hasta volverse en reclamos gritados.

— No les sucederá nada a ustedes, yo los protegeré. — Sus dedos se entrelazaron con los míos pero eso no lograba calmar el dolor que sentía en mi pecho. — Necesito pruebas de que lo que dices es cierto.

— Lo supuse, por eso vine. — Sonrió con cierta tristeza y se dio vuelta. — Yo soy la prueba.
 
Con aquellas palabras él alzó su camisa y nos mostró lo que había en su espalda.
 
— ¿Lo reconoces? — Preguntó al aire. — ¿No son estas las palabras que aparecen en la marca de tu luna, justo arriba del escudo de tu familia?

— ¿Es latín? — Susurré.

— No, es una lengua tan muerta que ni siquiera los historiadores más antiguos pudieron descifrar pero tu alfa puede, ¿no es así Castiel? — Giré mi cabeza hacia mi compañero, quien no había dejado de mirar la marca en mi cuello.

— La diosa posará su bendición sobre los elegidos. — Susurró. — ¿Qué debo hacer para proteger a mi familia?

— Esto es lo que haremos... — Respondió el hombre que se había acomodado la camisa y dado vuelta para observarnos.

Son of the Moon© ML #2 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora