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Mis caderas se movían con fuerza hacia ella, hacia su boca. Mi mano sujetaba su cabello en una coleta para poder apreciarla a plenitud, para poder observar con claridad cómo su boca me recibía mientras ella me miraba.

— Cerebro de gusano, tienes que venir ahora. — Pude escuchar la hostil voz de Jeremía. — Es urgente.

— Naín, debo irme. — Le informé mientras alejaba su cuerpo del mío.

— ¿A dónde? — Sabía que estaba molesta, siempre que intentaba llegar más allá la interrumpían.

— Debo ir a ver algo de la manada, volveré en un par de horas. — Estaba prometiendo cosas que no sabía pero no me apetecía irme con mi luna enojada.

— ¿Me lo recompensarás? — Asentí lentamente.

— Cuando regrese haremos lo que quieras. — Dejándola sonriente, salí de mi habitación para ver qué quería el gemelo.

Llegué al lugar en donde los gemelos esperaban, donde cuando cachorros solíamos jugar hasta que caía la noche. Hacía mucho tiempo que no pisábamos ese lugar, mucho menos juntos, pero por algún motivo ahí estábamos.

— ¿Qué estás haciendo con tu vida? — Preguntó Jerome sin mirarme. — ¿Eres feliz?

— ¿Tú lo eres? — No había ido ahí para discutir pero tampoco me iba a dejar pisotear.

— Yo no estoy sustituyendo a mi mate por otra. — Murmuró con malestar.

— ¿No era de Jeremía? — Pregunté burlesco.

— Si tanto quieres verla a mi lado, puedo marcarla. — No me agradaba esa idea.

A esa hora debía hacer frío pero no se sentía gracias a la fogata improvisada que habían hecho.

— ¿Creen que son astutos? — Me volteé y tomé del cuello al tercer integrante, ese que se había estado acercando sigilosamente.

— ¡Castiel! — Gritó uno de ellos pero ambos acudieron en su ayuda.

Mi mano ejercía presión en su pequeño cuello y aunque sentía que le costaba respirar, no me detenía. Kaia estaba luchando para liberarse pero para mi sorpresa, dejó de hacerlo y aferró sus manos a la pulsera que adornaba mi muñeca y tiró de ésta con fuerza.

Por algún motivo mi mano se sintió pesada y mi vista se nubló. Sabía que ella estaba recogiendo algo porque veía su silueta pero no pude enfocar hasta que ella corrió a la fogata.

Cada parte de la pulsera fue lanzada al fuego y de éste emergió la figura de una mujer que danzaba sobre las llamas. El olor a canela se había potenciado mientras la figura se hacía cada vez más grande y cuando explotó, un grito ensordecedor se escuchó.

No podía creer lo que había visto…

— Kaia, ¿estás bien? — Preguntó Jeremía, llevando mi mente de vuelta al lugar en donde nos encontrábamos.

Observé mi mano y luego a ella, Kaia estaba aún en el suelo y se sujetada el cuello mientras temblaba. Yo había causado eso, había intentado matarla.

— Kaia…— Intenté acercarme pero ver cómo alejaba sus piernas de mí me detuvo.

Ese delicioso aroma a canela había desaparecido y en su lugar se encontraba el amargo olor del temor, uno que golpeaba con fuerza mi nariz y mi orgullo.

— Aléjate de mí. — Susurró con la voz rota.

Mi mate, mi verdadera luna me temía.

Había caído en la trampa de una maldita bruja. Le había fallado y a su vez, le había causado daños a mi luna…

— Quiero irme a casa. — Le susurró a Jerome, quien asintió y la ayudó a levantarse.

Ninguno me observó mientras se alejaba, los gemelos no me habían hablado y mucho menos ella. Estaba completamente solo y había perdido el afecto de mi mate.

— ¿Dónde está? — Pregunté a los sirvientes cuando llegué a la mansión.

— En su habitación como siempre, futuro alfa. — Respondió uno de ellos antes de continuar con sus tareas.

¿Cómo había podido ser tan ciego? Le había fallado a mi luna, había tenido relaciones con una impostora y había estado a nada de marcarla…

— Volviste. — Aquella mujer se acercaba para abrazarme y yo no pude evitar pensar en todo lo que había hecho a su lado, con ella.

— Lárgate de aquí. — La tomé del brazo y comencé a llevarla hacia afuera de la habitación, viendo las cosas tan claras como nunca antes.

— ¿Qué ocurre Casti? — Preguntó pero ya no estaba cegado, podía verlo todo con claridad.

— Enciérrenla. —Ordené. — Me encargaré de ella después.

— ¿Qué demonios te sucede? No puedes tratarme de esta forma. — Gritó con histeria. — ¡Castiel!

Por ese motivo ella había estado insistiendo tanto en ser marcada, porque no era la verdadera.

— ¿Has abierto los ojos? — Preguntó mamá con tanta frialdad que resultó ser doloroso.

— Sí. — Susurré.

En tan pocos días había hecho cosas horribles. Les había faltado el respeto a mis padres, ya fuera verbalmente o metiendo a esa mujer a la mansión. Había blasfemado el nombre de la diosa Luna tantas veces como me había sido posible. Mi toma de decisiones había sido estúpida, tanto que podían afectar a la manada y muchas cosas más.

Era una lista interminable de la cual me arrepentía pero no sabía cómo arreglar. No tenía idea de por donde debía comenzar a enmendar mi estupidez, definitivamente no servía para ser alfa.

— ¿Ella está bien? — Le pregunté a los gemelos por medio del enlace pero ninguno respondió.

Volví a la habitación y lancé al suelo todo lo que la bruja había llegado a tocar y usar. Iba a deshacerme de todo eso y luego iría a ver cómo estaba Kaia e intentaría enmendar todo el daño causado.

— Desháganse de esto. — Les ordené a los sirvientes que por ahí se encontraban.

Tenía una duda y quería saber la respuesta aunque por ella me ganara un par de insultos.

Dirigí mis pasos hacia la habitación de mis padres y toqué dos veces antes de entrar. Sabía que madre estaba ahí sola porque había visto a papá ingresar a su oficina junto a su beta.

— ¿Siempre supiste que era una farsante? — Le pregunté.

— ¿Qué parte de “es humana” no entendiste? — La frialdad con la que hablaba no dejaba de doler porque ella jamás había sido así, no conmigo. — Te dije una y otra vez que la diosa te había asignado a una humana como mate, pero tú no quisiste escuchar.

— Eso no es cierto. — Intenté defenderme.

— ¿No? — Giró su rostro hacia mí y supe que era una batalla perdida. — Estabas seguro de que esa chica era tu mate hasta que apareció otra mujer que no era humana y tenía su mismo aroma. Entonces, inteligentemente dejaste a la humana y metiste a esa a nuestra casa. Mira Castiel, tu padre llegó a hacer cosas estúpidas y por eso no te ha dicho nada pero yo sí te lo diré… Si tus decisiones afectan a la manada, tú solo tendrás que hacerte cargo, ¿te quedó claro?

— Sí, madre. — Murmuré.

— Ve con tu papá y comienza a firmar tratados de paz como futuro alfa. — Asentí y salí de ahí.

Son of the Moon© ML #2 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora