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Continuábamos con nuestras manos unidas y mirándonos incluso después de que el cielo terminara de oscurecerse.
 
— Es lo más romántico que he visto en toda mi jodida y asquerosa vida. — Habló una voz a nuestro lado, una molesta y conocida voz burlona.

— ¡Jeremía! — Gritó mi luna mientras alejaba sus manos de las mías y corría hacia él.
 
Como hermanos… Como hermanos muy unidos…

Me repetía una y otra vez que ellos eran como hermanos pero no podía, mi instinto me gritaba que la alejara del lobo que se había atrevido a besarla a pesar de ser mía.

Tenía dos opciones, podía mantenerme allí, intentando contener las inmensas ganas que sentía de arrancarle los brazos a uno de mis mejores amigos o tomar la segunda opción. Ésta consistía en acercarme a ellos, alejar a mi luna de los brazos de aquel lobo y muy probablemente, tener que soportar que Caperucita estuviera molesta durante mucho tiempo.

La segunda era tentadora pero si habíamos llegado hasta la casa de los gemelos era precisamente para que ella me perdonara, no para aumentar su malestar.

Querer y deber eran dos cosas distintas, por ejemplo, yo debía mantenerme al margen y soportar los celos arrasadores pero quería destrozar al lobo que abrazaba a mi luna como si fuera suya.
 
— Lo que hago por ella…— Murmuré con malestar.
 
Me iba a quedar en el mismo lugar en el que me encontraba pero eso no quería decir que debía tener un rostro amigable.
 
— ¿Hueles eso, preciosura? — Le preguntó a Kaia.
 
Preciosura… Preciosura…

Jeremía solo estaba provocándome y joder, que bien se le daba. 
 
— Huele a un alfa celoso y posesivo. — Le susurró al oído aunque pude escucharlo con claridad.

Kaia se alejó discretamente de él al notar que mi cuerpo se encontraba tenso. Al menos ella era considerada, no como yo que incluso había llegado a causarle daños físicos y a herir sus sentimientos.
 
— ¿A qué se debe la agradable visita de tan bonita mujer y de tan fea bestia? — Continuó con su burla como si estuviera hablando con otro lobo más del montón.

— Mi luna quería verlos. — Respondí con sequedad.

— ¿Nuestra luna deseaba visitar este humilde hogar? — ¿Nuestra? — Es bienvenida, luna.

— ¿Nuestra? ¿Por qué continúa respirando cuando ha dicho que NUESTRA luna también es SUYA? — Reclamó Oriol, quien estaba tan molesto que había comenzado a arañar mi espalda.
 
Sabía que Oriol era un alfa celoso y posesivo pero hasta ese momento no tenía idea de cuánto.
 
— Tranquilí…— Un fuerte tirón me hizo perder el control de mi cuerpo y quedé en la oscuridad, siendo un simple espectador.

— Alfa. — Murmuró Jeremía, bajando la cabeza tan pronto notó los ojos dorados de Oriol.

— Abre la puerta antes de que pierda la paciencia. — Ordenó con voz de alfa. — Y deja de tocar a mi luna e insinuar que también es tuya.

— Pero Kaia es la futura luna de la manada. — Continuó murmurando el gemelo, temiendo decir algo que pudiera costarle el cuello.

— Entremos, hace frío. —  Intervino Caperucita.

— Es mi luna y tú jefa, la de todos ustedes. — El lobo tomó la mano de Kaia y no la soltó ni siquiera cuando se encontró en el interior de la casa.
 
Intenté recuperar el control de mi cuerpo y poner las cosas en orden pero mi lobo estaba siendo sobre protector con la cachorra recién convertida. Él no iba a dejarla en esos momentos en los que sentía que ella estaba en una situación comprometedora y yo, observando todo lo que sucedía, presentí que él iba a tener el control hasta que se acostumbrara a la nueva Kaia.

Son of the Moon© ML #2 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora