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Estábamos cerca de nuestro hogar, reconocía los campos de nadie y podía escuchar el caos que había en la manada. No sabía si eran vampiros u otra manada de lobos, pero no importaban quienes eran, iba a entender que habían cometido un gran error al atacarnos.
 
— ¡Jackson, a tu izquierda! —Gritó alguien de la manada.
 
Sin pensarlo dos veces terminé de cruzar la entrada y me posicioné para atacar.
 
— Ya sabes…— Me habló Aitor, el lobo de papá, mientras me dedicaba una rápida mirada.

— Siempre al cuello. — Terminé sus palabras.  

— Muy bien, cachorro. —Él se lanzó a atacar a un lobo que atentaba contra la vida de su beta y yo fui al lado opuesto, donde Jeremía peleaba con dos vampiros.
 
¿Por qué se habían unido esas dos especies? Los vampiros y nosotros los lobos no nos llevábamos muy bien por lo que una unión era absurda y prácticamente imposible.

Oriol se metió entre medio del gemelo rebelde y uno de los vampiros para ganar un poco de terreno. La boca del lobo se abrió con rapidez y fue directo hacia donde mi padre nos había enseñado y repetido: el cuello. La asquerosa sangre de muerto brotaba con fuerza y bañaba nuestro paladar, era un sabor asqueroso que deseaba jamás haber probado.

Mi lobo tiró un poco del lugar en donde sus dientes se habían enterrado y el cuello del muerto cedió, siendo decapitado.
 
— Que asco. — Se quejó mientras decapitada al otro vampiro que se encontraba centrado en Jere.
 
“Estoy sola, estoy sola”.

Los pensamientos de Kaia llegaron a mi cabeza con un sabor amargo, nada parecido a la sangre que corría por mi boca. ¿Qué hacía tan cerca de la manada como para que sus pensamientos llegaran a mí?

“Aquí no hay nadie además de mí”.
 
— ¿Oriol? — Preguntó Jerome, quien se había posicionado a mi lado.

— Kaia, algo pasa con ella…— Comenzábamos a ponernos nerviosos pero aun así continuamos atacando.  
 
“¿Qué es eso…?”

Ella estaba asustada, podía sentirlo.
 
— Mi luna…— Oriol corrió nuevamente hacia la entrada de la manada.

— ¿A dónde vas? — Preguntó mi padre.

— Padre, creo que algo está ocurriendo con mi luna y necesito…— Estaba desesperado, si algo le ocurría no iba a poder soportarlo.

— Ve y asegúrate de que esté bien, nosotros tenemos esto controlado. — Cerré el enlace y continuamos corriendo.
 
Algo no estaba bien, lo sabía. Tal vez no se encontraba herida pero sí estaba asustada y eso para nosotros era más que suficiente para salir corriendo en su ayuda.

Oriol corría a gran velocidad, dejando atrás los grandes árboles que protegían a la manada de miradas curiosas.
 
— ¡Qué quieres! — Su grito se hizo eco por el bosque y me puso la piel de gallina.

— Cierra los ojos. — Le ordenó Oriol.
 
Ella parecía desconcertara al escuchar la voz del lobo pero aun así obedeció. Cuando nos aseguramos de que sus ojos se encontraban cerrados, nos lanzamos sobre el vampiro que había intentado morder a mi luna y lo alejamos de ella.

Donde lo habíamos arrastrado no era visible para mi Kaia así que Oriol se tomó la libertad de torturarlo un poco.  
 
— Nunca… — Le abrió el estómago con sus filosas garras. — Vuelvas a tocar… — Comenzó a sacar y destrozar todo el interior del vampiro. — ¡A mi luna!
 
Cuando se cansó de torturar al muerto viviente, mordió el cuello y tiró, acabando con la asquerosa vida del vampiro.

Eramos conscientes de que si Kaia nos veía llenos de sangre se iba a asustar, por lo que mi lobo corrió hacia donde terminaba el río y se sumergió, limpiando así los restos que habían podido caer sobre su pelaje.
 
— Está temblando. — Me informó Oriol cuando nos detuvimos frente a ella.
 
Sí, estaba aterrada. Ella seguía con los ojos fuertemente cerrados y su cuerpo temblaba con violencia.

En un intento por hacerle ver que estaba a salvo, Oriol se sacudió para que el agua cayera sobre ella y nos observara.
 
— Bolita de Nieve. — Susurró al vernos.

— Ese apodo es humillante…— Murmuró mi lobo.
 
No era una queja, en esos momentos nos encontrábamos tan preocupados por ella que ni siquiera nos importó que utilizara ese apodo.

Los brazos de Kaia nos envolvieron rápidamente, aferrándose a nuestro cuello y ocultando su rostro en él.

Kaia, mi luna…
 
— Gracias por espantarlo. — Habló con voz ahogada.
 
Si ella llegaba a enterarse de que no solo lo habíamos espantado… Él ya no iba a molestarla, ni en ese instante ni nunca.
 
— Estaba muy asustada… — Continuó susurrando.
 
No nos movimos para nada hasta que se quedó dormida. No podía transformarme mientras me abrazaba porque iba a notarlo y no sabría cómo explicarle la situación. La idea más inteligente que se me ocurrió fue llamar a los gemelos y que se la llevaran a su casa, la custodiaran y me avisaran si algo sucedía.

Terminé de vestirme y me dirigí hacia la casas de mi luna para ver si se encontraba bien pero algo me detuvo.¿Cómo era posible? ¿Kaia se le había escapado a los gemelos?
 
— No es Kaia. — Habló Oriol, dejándome aún más confundido.
 
Si no era ella, ¿por qué olía a mi luna?

Avancé lentamente por el bosque, dejándome llevar únicamente por el olfato. Mis pasos se detuvieron en un claro en donde se encontraba una mujer de espaldas a nosotros.

Era imposible… Su aroma era idéntico al de mi… Era un suave aroma a canela lo que emanaba de su piel.
 
— Es imposible, no me equivoqué. — Oriol comenzaba a estar intranquilo y lo entendía, ella estaba frente a nosotros y no en la casa en donde debería estar nuestra supuesta mate.

— Ella es nuestra…— Afirmé mientras me acercaba.
 
La mujer se puso de pie cuando sintió mi presencia y debía admitir que era preciosa. Era una hermosa loba que me pertenecía.
 
— Mía. — La encerré entre un árbol y mi cuerpo y escondí mi rostro en el área de su cuello.

— Mío. — Ella me había correspondido.

— No lo entiendo… — Susurró Oriol por medio de la conexión. — No pude haberme equivocado…
 
Su aroma era exquisito e inconfundible, ella era mi hembra.

Mis dientes picaban por morder su cuello y reclamarla, pero mis deseos por besarla eran mucho más fuertes. Mis labios atraparon los suyos en un beso hambriento y necesitado porque ambos queríamos más del otro.

Podía oler cuán húmeda estaba y yo solo deseaba hundirme en ella y dejar mis cachorros en su interior. Me sentía intranquilo, acelerado y con necesidad de más, cosa que no había pasado con… Con aquella chica.
 
— ¿Cuál es tu nombre? — Pregunté, alejándome un poco para admirarla.

— Naín, ¿y tú? — Esa mujer era sensual y sería la madre de mis cachorros.

— Castiel, mi luna. — Ella estaba sentada sobre mi regazo, sintiéndome a plenitud.

— Castiel…— Repitió mi nombre como si lo saboreara. — He esperado mucho por ti, mi lobo.

— Ya estoy aquí mi luna. — Volví a atrapar sus labios, en esa ocasión en un beso lento.
 
Mi mente se había nublado por completo, solo podía saborear sus labios mientras acariciaba su cuerpo.

Son of the Moon© ML #2 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora