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— Espera. — Murmuró mientras se alejaba de mí. — Tenemos cosas de las que hablar.

— Podemos hacerlo después. — Mi sugerencia fue negada de inmediato por la chica que me observaba con cierto reproche.
 
Me encantaba que me observara, más cuando ella tenía los labios rojos e hinchados y las mejillas sonrojadas. Si Kaia hubiera sido una diosa en su otra vida, yo habría sido aquel que la hubiera adorado hasta mi último aliento.
 
— Está bien. — Asentí repetidas veces para recuperar un poco la compostura y lograr acallar a oriol, quien estaba igual de deseoso que yo por volver a marcar el precioso cuello de nuestra luna. — Dime qué es lo que quieres saber.

— Sobre esto del cambio, lo que ocurrió contigo y aquella chica, el ataque a tu manada…— Alcé mi mano para que se detuviera porque no iba a poder responder todo si continuaba así.

— Te contaré resumidamente la creación de nuestra especie. — Ella se sentó y esperó que hiciera lo mismo. — Hace muchos siglos atrás la diosa Luna, nuestra madre, creó tres hermanos mayores como son llamadas las tres grandes especies. Primero estábamos nosotros, luego los vampiros y por último los hechiceros. Cada uno de nosotros fue creado por un motivo y después de asegurarse de que todo fuera en orden, la diosa creo otras especies como lo son las sirenas, las brujas, hadas y muchas más.

— ¿Cuál fue el motivo? — Preguntó, realmente interesada.

— La diosa creó al hermano mayor para que sus sentidos y fuerza fueran de ayudar para sus hermanos. El segundo fue creado para purificar y el tercero para que fueran unión, para ser interceptor cuando sus hermanos mayores tuvieran sus diferencias. — La historia de nuestra creación era algo que veíamos desde muy pequeños, ya fuera en cuentos para dormir o en la escuela.
 
Nosotros los lobos teníamos muy presente las enseñanzas de nuestra madre y la creación era algo que debíamos conocer como agradecimiento.
 

— Pero los hermanos pelean…— Murmuró y asentí.

— Cada uno quiso tomar el rol de líder y pelearon, olvidando aquella hermandad que corría por su sangre. Comenzaron a matar a todos aquellos que no fueran como ellos y al final el hermano pequeño, quien era el más débil de los tres, quedó extinto o eso se creía hasta hace unos años atrás. — Yo no había nacido pero lo había escuchado de mis padres y miembros de la manada. El hermano menor había vuelto con sed de venganza y dos de las víctimas habíamos sido mi madre y yo. — Los lobos son cazadores por naturaleza y los vampiros lo fueron luego por necesidad, porque al alejarse de su hermano mayor, tuvo que buscar una forma de mantener su especie. Del hermano pequeño no sabemos demasiado porque se ocultó para sobrevivir pero creemos que se mezcló entre los humanos.

— De acuerdo…— Susurró como si estuviera asimilando lo que había escuchado. — Los mates.

— Antes de que la lucha por el poder comenzara, la diosa les había obsequiado algo preciado a cada uno, una pareja. Los humanos les suelen llamarlos su media naranja o algo así, pero para los vampiros son tua cantante, para los lobos mates y para los hechiceros son llamados vita socium o en nuestro idioma, compañeros de vida. — Kaia no parecía extrañada así que asumí que los gemelos le habían hablado sobre eso. — Tú eres mi mate, mi compañera de vida.

— Pero soy… Olvídalo. — Murmuró.

— Cuando alguna especie encuentra a su pareja debe marcarla para que ésta se quede a su lado sin importar los años. No quiero que esto se escuche brusco pero ibas a ser marcada de todas formas, tal vez en unas semanas o meses pero el resultado iba a ser el mismo. — No mentía, antes de que todo ocurriera tenía pensado marcarla en la primera oportunidad que se me presentara. 

— ¿La chica era también tu mate? — Habíamos llegado al tema que no quería, tenía tanto miedo de que me rechazara que no pude hablar. — Castiel.

— No, un error. — Dije sin más.

— ¿Un error? — Preguntó ofendida. — Casi soy ahorcada y, ¿lo llamas error?

— No estaba en mis sentidos Kaia. Ella… Ella olía a canela. — Intenté excusarme de la forma más sincera posible pero en el fondo sabía que de nada serviría.

— ¿Qué rayos tiene que ver su olor? — Alzó la voz y abrió un poco más los ojos, algo que hacía cuando estaba molesta.

— Que mi mate desprende ese aroma, tú hueles a canela. Por eso creí que ella era mi compañera y luego no recuerdo cómo llegó la pulsera a mi muñeca. — Ambos nos observamos sin intercambiar palabras, como si ella intentara ver si le mentía y yo como si estuviera esperando que confiara en mí.

— Canela…— Susurró después de algunos segundos.

— Sí. — Murmuré con cautela.  

— ¿Te acostaste con ella? — Su pregunta cayó sobre mí como el agua fría. No quería responder eso. — Lo hiciste…

— Kaia. — Ella alzó su mano derecha para que me callara y lo hice, no porque quisiera sino por instinto.

— Me estás diciendo que estuviste en mi casa, hicimos eso y luego tú vas y te acuestas con una chica, ¿cuánto? ¿Dos o tres días después? — No estaba preparado para ese momento y no estaba seguro de estarlo en cualquier otro. — No puedo creerlo, eres asqueroso.
 
Existían pocas cosas que dolieran tanto como lo hacía su rechazo. La entendía, ante sus ojos debía ser alguien repulsivo pero el dolor seguía ahí, latente en mi pecho.
 
— ¿Qué querías que hiciera? Creía que ella era mi mate. — La comisura de sus labios se elevó un poco y comenzó a negar con la cabeza, tan lento que pareció una eternidad.

— ¿Qué pensarías o sentirías si te beso y luego me acuesto con alguien? — Un fuerte gruñido se hizo eco en toda la habitación, asustando a Kaia y haciéndola dar un paso hacia atrás.

— Luna, no me gustan esas bromas. — Advirtió Oriol. — Eres mía y mataré a cualquiera que te toque un solo cabello, incluyendo al Thomas ese.

— Tu… Tu voz…— Balbuceó mientras fruncía el ceño. — Esos ojos…

— Soy Oriol o Bolita de Nieve, como gustes llamarme. — Le aclaró para que no hubieran confusiones más adelante. — Eres mi luna y daría mi vida por ti pero detente antes de que me enfade porque lo que menos deseo es herirte. Sí, fue un imbécil al dejarse engañar y no escucharme, ni a su madre y tampoco a los gemelos, pero sigues siendo nuestra mate y no cargué a ese ser inferior en mi hocico por nada.

— ¿Ser inferior? — Murmuró por lo bajo. — Si hablas del minino, se llama Raven y ha sido mi verdadero y único guardián.

— Mi luna, creo que quieres que desaparezca ese ser abominable que está ocupando mi lugar. — Amenazó mi lobo aunque aquello no era del todo cierto, él nunca se atrevería a hacer algo que pudiera hacerla llorar. — Ahora, si no te importa, nos gustaría explicarte lo que respecta a la transformación.
 
Oriol solía ser así con los gemelos pero como Kaia era prácticamente una cachorra, debía enseñarle ciertas cosas. Ella podía ser nuestra mate pero cuando el alfa hablaba, el cachorro debía callar, eran reglas.

Son of the Moon© ML #2 [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora