C A P Í T U L O 40

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De regreso en tu casa no dudaste ni un segundo en acercarte a tu madre y preguntarle cómo se había declarado tu padre a ella, tu madre dijo que había sido lo más normal del mundo: el simplemente la había invitado a salir y al final de la cita, teniendo de fondo el atardecer y con algo de vergüenza en el rostro, le dijo que la amaba, aquello no te proporcionaba ninguna otra idea que no se te hubiera ocurrido antes generando en ti un aire de derrota, al ver tu rostro tu madre entendió todo sin necesidad de decir alguna palabra acudiendo a su cuarto sin decir palabra alguna.

Solo pasaron unos segundos cuando regreso con una caja medianamente grande sentándose en la sala indicando con su mano que te sentaras aun lado de ella, cuando estuvieron juntas la mujer abrió la caja descubriendo en ella un montón de sobres y papeles doblados, saco uno de ellos extendiéndolo hacia ti para que lo tomaras, delicadamente abriste el sobre sorprendiéndote al ver la letra de tu padre plasmada en el papel el cual tenía escrito la fecha en que había sido elaborada y un sinfín de elogios hacia tu progenitora.

- Digamos que sus cartas me enamoraron- habías alzado tu mirada hacia ella para después mirar el interior de la caja- A pesar de que nos veíamos el me daba cartas sin importar la fecha, fue algo muy dulce y por eso decidí conservarlas- acaricio suavemente tu rostro llevando uno de tus mechones de cabello detrás de tu oreja- Tal vez aquí encuentres la respuesta- se levantó dejándote al costado la caja dirigiéndote una pequeña mirada que te indicaba que podías leer el interior

...

Durante días te mantenías despierta a altas horas de la noche intentando escribir una nueva carta cada día esperando que esa fuera la última, ninguna lograba convencerte del todo lo cual notoriamente te frustraba y más cuando veías tu cajón lleno de hojas descartadas, soltaste un suspiro ante tu nuevo fracaso echando la hoja junto a las demás cerrando el cajón con un manotazo, te acercaste a tu ventana levantando un poco las cortinas observando el cielo estrellado que extrañamente te recordaba a sus pecas, sus pecas eran como las estrellas, sonreíste tontamente ante aquel pensamiento poético pero que creías que probablemente encajaría perfecto con tu declaración, tomaste tu libreta para después recargarte en el marco de la ventana esperando que la noche y la luna te dieran aquella inspiración que necesitabas.

Las noches pasaron más rápidas de lo que habías imaginando dejando que te embriagara el frio y silencio de la noche, mirabas el escrito y los pequeños garabatos que habías hecho de su rostro entre medio para así inspirarte dejándote una sensación de satisfacción, tomaste una hoja limpia para así poder traspasar con una mejor letra todo lo que habías hecho a excepción de los pequeños dibujos, finalmente metiste el papel en un sobre ligeramente amarillento llevando hacia tu corazón como si pudieras infundirlo de tus latidos, esperabas que tu escrito fuera un total reflejo de lo que sentías, aun retumbaba en tu cabeza lo último redactado.

Mi corazón por fin estará en paz cuando leas esto

El corazón te retumbaba en tu pecho de manera brusca, la imagen del chico no desaparecía de tu mente y eso para nada te desagradaba, escondiste la carta entre las hojas de tu libreta dejándote caer sobre tu cama esperando que la pequeña adrenalina que traías descendiera para así poder dormirte, tan solo quedaba esperar el momento indicado para entregarla.

...

Del otro lado del pueblo se encontraba el chico en su habitación acostado en su cama mirando fijamente a tu flor roja que estaba entre sus dedos, gracias a que la flor había sido creada por Isabela esta aún no se había marchitado dejándole una sensación como si tu estuvieras ahí con él, curiosamente también había tenido la idea de finalmente declararse pero a comparación de ti había generado un plan mucho más rápido y tal vez un poco más complejo, jugueteaba con la flor mientras repasaba en su mente todo lo que tenía que hacer: había hablado con Dolores e Isabela y ambas aceptando la propuesta, si Isabela deseaba ayudar esta sería su oportunidad para hacerlo, también había acudido al mismo lugar donde había mandado a pedir tus aretes para de nueva cuenta pedir un nuevo obsequio para ti teniéndolo ahora en su poder, finalmente había escrito lo que planeaba decirte esperando que esta vez si pudiera hacerlo.

Había esperado algunos días simplemente para asegurarse de que todo estaba listo para el día, ahora no había nada que se interpusiera en lo que planeaba, soltó un suspiro para después colocar la flor sobre el buro para después acurrucarse dejando que su mente se inundara de imágenes tuyas, antes de que sus ojos sucumbieran al cansancio y lo llevara al mundo de los sueños determino su último paso por hacer: mañana se confesaría.

La noche fue pesada para ambos pero sin duda quien la paso peor fue el chico quien había tenido una pesadilla: en el sueño se encontraban ambos en un fondo negro, el hablo pero no podía escuchar lo que decía pero sabía perfectamente que te había dicho que te amaba, tu rostro se encontraba borroso pero aun así logro distinguir una enorme sonrisa que rápidamente se convirtió en un estallido de carcajadas extremadamente ensordecedoras seguidas de burlas continuas hacia él.

¿En serio crees que me enamore de ti?... Eres más patético de lo que pensaba... Nunca me importaste Camilo tan solo fue una actuación, tu más que nadie sabe de eso ¿O no?

Despertó agitado y sudando frio, cuando pudo aclarar su mente trato de regular su respiración frenética diciéndose a sí mismo que solo había sido su subconsciente quien lo había traicionado, tomo un baño antes de bajar a desayunar dándose tiempo a recomponerse y eliminar del todo esos pensamientos pesimistas, afortunadamente Dolores e Isabela se encontraban juntas en la cocina sirviendo jugo en unos vaso por lo cual el chico se acercó.

- Ya tengo la fecha- dijo tomando un par de vasos ya llenos con la idea de llevarlos a la mesa pero la mirada de ellas pidiendo más detalles lo detuvo- Hoy mismo, ya es tiempo de que se lo diga- las chicas se miraron sorprendidas de la determinación del muchacho pero en ningún momento mencionaron alguna palabra para refutarlo, tan solo asintieron reafirmando la tarea que debían desempeñar para el momento especial 

𝑼𝒏𝒂 𝒇𝒍𝒐𝒓 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒖𝒏 𝒄𝒂𝒎𝒂𝒍𝒆𝒐𝒏 (Camilo x T/n)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora