C A P Í T U L O 8

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Los días pasaron como agua para ambos jóvenes y cuando menos se dieron cuenta el día de la feria había llegado notándose ambos un poco nerviosos, te encontrabas en tu habitación mirando el armario intentando elegir el vestido correcto para la ocasión cuando la repentina entrada de tu madre en tu habitación te asusto.

- Lo siento por espantarte linda pero- cerro la puerta detrás de ella para después girarse mostrándote un vestido rojo vivo- Lo hice pensando en ti y creo que hoy es el mejor momento para estrenarlo- tomaste el vestido delicadamente

Claramente estaba pensado en ti, el rojo era uno de tus colores favoritos y además los holanes se encontraban bordados con pequeñas flores amarillas y naranjas que tanto te gustaba incluir en tus pinturas, las mismas también se encontraban en el holán del pecho, delicadamente te colocaste el vestido quedando cada vez más fascinada con la imagen que te ofrecía el reflejo de tu espejo, le dirigiste a tu madre una sonrisa para después ponerte unas alpargatas negras, peinaste un poco tu cabello solo para poder acomodarlo un poco mejor y que este ayudara a la imagen encantadora del vestido, de nuevo alguien tocaba a la puerta.

- ¿Puedo pasar?- pregunto tu padre recibiendo una respuesta afirmativa de tu mamá, cuando entro y te vio al principio su rostro mostraba sorpresa pero lentamente paso a uno de alegría, se acercó a ti tomando tu rostro en una de sus manos- Te vez hermosa- coloco su otra mano enfrente de ti abriéndola lentamente revelando unos aretes dorados en forma de flor con una pequeña piedra roja en el centro

- No tenían por qué hacerlo- dijiste en un intento de rechazarlos recibiendo una respuesta negativa de tu papá

- Te los mereces flaca, de por si eres muy bonita sin nada de joyería ahora imagina con estos...- dijo mientras los colocaba en tus oídos- Te verás aún más hermosa- te abalanzaste sobre el dándole un gran abrazo al cual se les unió tu mamá

- Gracias- dijiste con pequeñas lágrimas en los ojos

...

La noche había caído y el ánimo del pueblo comenzaba a elevarse, sonaban en el fondo los fuegos artificiales, las voces de la gente y la música de algunos instrumentos desde la casita Madrigal, Camilo se encontraba en el vestíbulo algo apurado con la intención de salir pero rápidamente fue interceptado por sus padres.

- Espera, deja te doy una última checada- Pepa se movía rápidamente alrededor del chico mirando cada detalle

- Mamá- la tomo suavemente de sus manos deteniendo su andar- Estaré bien, lo prometo- su madre lo miro con preocupación empezando a crear una nube

- Mi vida, hazle caso- su esposo le coloco una mano en la cintura provocando que la nube desapareciera- ¿Estás listo?- el chico le asintió con una sonrisa

- No lleva un regalo- comento de la nada Dolores antes de salir de la casa dejando al joven perplejo al igual que su madre

- Lo olvide...- susurro para sí mismo para después darse un golpe en la frente con la palma de su mano

- Toma- apareció Isabela de repente entregándole un ramo de hortensias con rosas de color rojizo y blancas respectivamente- Si no son su color favorito dile que las viste y pensaste en ella, me voy a la feria- salió por la puerta despidiéndose con la mano

Camilo le dirigió una mirada a las flores, no había necesidad de decir la excusa que había inventado su prima ya que él sabía perfectamente que te gustarían su color, llego a la plaza acompañado de sus padres y rápidamente con la mirada te comenzó a buscar arrepintiéndose interiormente de no haberte citado en un lugar en específico. Cuando comenzaba a sentirse frustrado el brillante color rojo llamo rápidamente su atención, logro ver como tus ojos también buscaban a algo o a alguien...

𝑼𝒏𝒂 𝒇𝒍𝒐𝒓 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒖𝒏 𝒄𝒂𝒎𝒂𝒍𝒆𝒐𝒏 (Camilo x T/n)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora