C A P Í T U L O 7

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El camino fue profundamente agradable debido a las pequeñas bromas que se le ocurrían al joven sin duda comprobando más la idea de que te gustaba pasar el tiempo a su lado, llegando a tu casa y después de que te hayas despedido de él fuiste directamente a la habitación de tu madre encontrándola bordando sobre una tela de un rojo vivo.

- ¿Cómo te fue cariño?- te habías sentado a su lado recargando tu cabeza en su hombro- ¿Todo bien?- su voz se notaba algo preocupada

- Si claro, solo que... él se quedó conmigo- te habías separado de ella cuando viste a tu madre sonreír- Sé que cuando dibujo suelo ser algo aburrida pero el en vez de irse o simplemente ignorarme se quedó viéndome dibujar... fue algo dulce de su parte- ambas se quedaron mirando con una sonrisa en el rostro

- Ay mi vida, me alegra tanto verte tan feliz y si aquel chico provoca eso en ti yo solo te esperare... esperare a que decidas finalmente lo que sientes- tenía su mano acunando suavemente tu rostro

- Además de que en verdad esperamos que esa maravilla de niño sea parte de nuestra familia- la voz de tu padre te hizo voltear de inmediato claramente avergonzada de que escuchara tus sentimientos

- ¡Pá!- el simplemente rio para después sentarse a tu lado

- No tienes que avergonzarte de lo que sientes flaca por algo estamos nosotros- te abrazó- Siempre contaras con nuestro apoyo sin importar que- extendió sus brazos dándote un cálido y reconfortante abrazo

Un par de semanas habían pasado: durante ese tiempo los chicos habían salido de manera esporádica principalmente con el único propósito de platicar y conocerse más, hablando de cosas triviales hasta algunas cosas un poco más personales, el tiempo hizo lo suyo logrando que ambos compaginaran más allá del simple flechazo que habían tenido.

- Entonces... ¿Nunca tuviste ningún problema con tu don?- le preguntaste al chico, ambos se encontraban sentados en el pasto mirando simplemente al cielo mientras hablaban

- No demasiados, tuve algunas... confusiones pero en si me gusta mucho mi don y además me gusta ayudar así que de la familia soy de los pocos que no se sentía tan mal pero eso sí, cuando todo cayo de alguna forma me sentí vacío al no tenerlo y claramente me preocupo pero viéndolo ahora sin duda fue un cambio importante para nosotros ya sabes... para mejor- se inclinó encima de sus rodillas recargando su cabeza en ellas mirándote a los ojos

- No puedo decir que hemos padecido por algo igual, si acaso lo único que ha ocasionado algunos conflictos es mi impulsividad- el chico te miro confundido- Digamos que no es tan bueno que despiertes a mitad de la noche y no encuentres a tu hija en su cama- rio el joven

- Sería algo que yo haría y si, seguramente mi má causaría una tormenta de rayos- regreso su mirada al cielo- ¿Por qué?- lo miraste

- ¿Por qué lo hice?- asintió- No lo sé, fue un arranque, fue cuando comencé a pintar- abrazaste tus rodillas- Quería buscar un lugar tranquilo donde pudiera sentir paz lejos de mis pensamientos que a veces me odian- la mirada curiosa y de preocupación de Camilo te hizo hablar más- Todo bien lo juro, fue eso y que también tuve una pequeña discusión con mi mamá- desvió el chico la mirada regresándola de nuevo al cielo

- ¿Y a dónde fuiste?- pregunto

- Fui hacia las montañas, la distancia me dio tiempo para pintar unas cuantas palmeras antes de que mi padre me trajera de nuevo a casa- soltaste una risa intentando que aquello sonara menos preocupante

𝑼𝒏𝒂 𝒇𝒍𝒐𝒓 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒖𝒏 𝒄𝒂𝒎𝒂𝒍𝒆𝒐𝒏 (Camilo x T/n)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora