16.- Kalluto Zoldyck

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Mi corazón latía rápidamente tras ese acercamiento con el líder. Por primera vez entendí lo desprotegida que estaba a pesar de mi inmunidad.

¿Qué está pasando con los chicos en Hunter? ¿porqué de repente todos sienten un interés intenso en mi? sin conocerme, sin saber nada de mi. ¿Qué soy en este mundo? talvez una especie de Afrodita.

Volví al lugar que primero pasó por mi cabeza, por alguna razón me sentía más protegida en la mansión de asesinos profesionales que en un nido de arañas.

Estar dentro de la enorme casa me llenaba de curiosidad, deseaba explorar cada rincón, pero al cabo de un rato visitando habitaciones y salones vacíos, supe que no estaba sola.

Uno de los personajes más misteriosos de aquella familia me seguía sin ningún tipo de discreción. Probablemente tenía 5 o 6 años, pero sin duda no había diferencia en su rostro.

Kalluto Zoldyck, el quinto hermano y también el menor, desde una distancia corta, intentaba ocultarse torpemente tras una maceta más pequeña que él.

Lo siento, no puedo evitar sonreír con la tierna imagen que veo.

Aún no usaba kimono, en cambio, llevaba puesto un mameluco violeta, sus ojos grandes y brillantes combinaban perfectamente con su vestuario. Ojalá deje que lo abrace.

—¿Sabes dónde está Killua? —pregunté en voz baja tratando de sonar lo más amigable posible sin mucha esperanza de recibir una respuesta.

—Padre lo envío a un lugar para entrenar. —contestó después de un par de segundos y volvió a esconderse.

Un lugar para entrenar... para esta fecha tendría más o menos 8 años, alto, ¿no será que ya está en el coliseo del cielo?

Mientras yo pensaba en ir a ver a Killua, un insistente jaloneo de mi vestimenta llamó mi atención.

—Toma. —dijo Kalluto aproximando un trozo de papel a mis manos.

¿En qué momento se acercó tanto? qué miedo con los Zoldyck.

—¿Me hiciste una figurita de papel? —desdoblé la hoja notando una silueta femenina — ¿esta soy yo?

Kalluto asintió y sus lindas mejillas comenzaron a mostrar un leve color rosado en su pálida piel.

Él es lo más adorable del mundo, ¿cómo pueden convertir a una criatura tan hermosa en un arma de exterminio?

—Es muy lindo, ¡gracias! —guardé el papel en un pequeño bolsillo y miré hacia todas partes procurando que nadie estuviera cerca. —Te daré algo también. —susurré hincándome para darle un abrazo y un beso en la mejilla.

Como era de esperarse, un niño que no conoce este tipo de gestos, quedó impresionado y se tocaba la cara como si creyera que algo le pasaría.

—Kallutooo, ¿dónde estás? —Una voz femenina y chillona clamaba cual llorona deambulando por sus hijos.

Ambos nos sobresaltamos al oírla y de inmediato me reincorporé, lo último que necesitaba era confrontar a una loca asesina celosa.

—Ah, es madre, tienes que irte. —se preocupó el pequeño.

—Uff, la señora Zoldyck cara de robot, mira el miedo que me cargo.

Pero ni bien se acercó, me desvanecí impulsada por sentido común.

—Oh, ahí estás, mi pequeño. —dijo Kikyo al entrar en el salón cargando un arma en la espalda como toda una rielera —ven conmigo.

En mi defensa, trae una escopeta, no quiero que me vuele la cabeza, me da igual si se me regenera.

Recién es mi segundo día y ya me he encontrado a la mayoría de los chicos que quería ver en persona, comprobé que esto es real y que puedo tomar algunos riesgos en el proceso.

—No sé qué hago en una habitación tan bonita, pero creo que sé a quién pertenece. —reí al sostener entre mis manos una caja entre cientas que llenaban la habitación, repletas del indiscutible vicio de mi querido protagonista albino, el señor chocorrobot.

DIVINA FAN [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora