CAPÍTULO CUARENTA Y SEIS.- la verdad de la admiración

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Paul se dejó caer en el sillón del living de su casa, estaba enfadado y había sido un largo día de patrullaje junto a Leah, para su mala suerte. Trató de no levantar la mirada, Eileen estaba parada frente a él luciendo molesta y, bueno, no podía culparla por eso.

En realidad, a él tampoco podían culparlo por lo que hizo, fue todo hecho por una causa debidamente justificada.

La realidad era que todos estaban viviendo una clase de paranoia colectiva por no saber de quien de ellos era el traidor. Lo único que tenían en claro era que no se trataba de ninguno de los lobos, o si no ya lo habrían descubierto mediante sus pensamientos.

—¿No vas a decir nada?

Finalmente, contra su voluntad, levantó la mirada hacia su novia. Ella estaba parada, con los brazos entrecruzados y mirándolo muy seriamente, no le tenía miedo porque sabía que era incapaz de hacerle daño, pero no estaba de humor para aguantarse un regaño.

—No me voy a disculpar —bramó—. No soy el único en pensar de esa forma. Leah, Sam y yo estamos convencidos de que Casey es el traidor.

—Es tu hermano, Paul.

Soltó una risa irónica, que sólo pareció incrementar el malhumor de Eileen.

—Sí, que perteneció a la tribu Makash…

—¡No me vengas con eso! —lo interrumpió—. Casey es una buena persona, Dante, y el hecho de que haya un traidor entre nosotros no significa que… ¡Ay!

Las palabras de Eileen quedaron en el aire por su repentino grito, fue una alerta para él, así que se levantó rápidamente para acercarse a ella.

Volvió a gritar, colocando una mano en su vientre hinchado, pareció ser un dolor muy fuerte ya que se inclinó hacia adelante. La sujetó con fuerza, tratando de que no le doliera, para evitar que cayera.

Era un dolor fuerte, o eso podía notar a través del lazo que los unía. La condujo rápidamente a tomar asiento en el sillón, su respiración sonaba entrecortada y pesada, era como si estuviera reteniendo todo ese dolor para si misma.

—Estoy bien —dijo, después de un rato—. Parece que al bebé no le gusta que te regañe.

Su sonrisa no lo tranquilizó, no le gustaba sentir que ella sufría y le molestaba a profundidad que no pudiera hacer nada para ayudarla salvo escucharla y darle apoyo.

—Creo que hay que llamar a Carlisle, solo por si acaso.

Eileen rodó los ojos.

—No seas bobo, Paul, es solo un dolor. Es normal cuando vas a dar a luz a un bebé mitad lobo/mitad vampiro.

—Aún así…

—Tranquilízate, lobo feroz, ya pasó, ¿sí?

Paul asintió, no tan convencido por ello. Vio a Eileen recostarse por completo en el sillón, cerrando los ojos en el proceso, no pudo hacer más nada que colocarle una manta encima para que no sintiera frío.

Últimamente, su impronta no había podido dormir bien, porque si no eran los dolores de espalda, se trataba del dolor que le ocasionaba el bebé cuando pateaba o se movía. Lo cual se había vuelto mucho más constante, su nuevo cachorrito sólo parecía tranquilizarse cuando él o Brady estaban cerca de él.

—Jared está molesto contigo —su novia habló después de un rato, al parecer el bebé ya se había calmado—. Culpaste a Casey sin tener ni una prueba.

—Llegó aquí de repente, diciendo que quiere conocerme. Y de pronto los Makash saben absolutamente todo de nosotros, justo cuando Jared le confiesa el secreto.

1. EXTRAÑA IMPRIMACIÓN | paul lahote ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora