CAPÍTULO NUEVE.- peligros inciertos

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[MARATÓN 2/3]

Su día con Paul y Seth había sido interrumpido por el sonido en su cabeza de Carlisle llamándola. Parecía estar nervioso, así que con prisa se despidió de los lobos y salió corriendo hacia su casa.

Todos, salvo Edward, Jasper y Emmett, estaban parados en el living como si fueran unas estatuas.

—¿Qué ha pasado? —preguntó.

Pero antes que Carlisle pudiera responderle Edward y Bella cruzaron la puerta de entrada. Edward estaba molesto, tenía las manos hechas un puño.

Eileen se apresuró en meterse en su mente, para ver que era lo que le tenía tan molesto. Lo vio caminar por la habitación de, supone, Bella y oler a un vampiro desconocido ahí.

—¿Qué sucede? —preguntó Edward.

—No tengo la menor idea. No vi nada.

La respuesta no pareció gustarle a Edward porque le dirigió a Alice una mirada fulminante. Alice permaneció rígida, con los brazos entrecruzados en su pecho.

—¿Cómo es eso posible? —bufó.

—¡Edward! —le gruñó Eileen. Era horrible la manera en la que se dirigía Alice dentro de su cabeza—. ¡Basta!

—¡Tú no te metas! —gruñó en su dirección.

Carlisle intervino rápidamente en modo tranquilizador.

—Su don no es una ciencia exacta, Edward —dijo.

—Estaba en la habitación de Bella. Quizá siga ahí, Alice, esperándola.

—Eso lo habría visto.

Con cada respuesta que daba Alice, Edward parecía aún más molesto.

—¿De verás? ¿Estás segura?

—Ya me tienes vigilando las decisiones de los Vulturi, el regreso de Victoria y todos y cada uno de los pasos de Bella...

El living se mantenía en silencio, Eileen deseaba que Alice se pusiera a gritar, en vez de tener ese tono de frialdad con el que hablaba. Sinceramente le de daba más miedo de ese modo.

—... ¿quieres añadir otra cosa? ¿Quieres que vele por Charlie? ¿O también he de atender la habitación de Bella, y la casa, y por qué no toda la calle? Edward, enseguida se me escapará algo, se crearan fisuras si intento abarcarlo todo.

—Da la impresión de que eso ya ha sucedido —le espetó Edward.

—¡Edward! —bufó Rosalie—. No puedes tener a Alice como tu oráculo personal.

Bella, a todas estás, permanecía en silencio detrás de Edward. También podía verse molesta, aunque Eileen no podía decirlo con claridad porque su expresión era siempre la misma.

—De todos modos no había nada que ver —dijo Alice—, porque Bella nunca ha estado en peligro.

Edward bufó, y dijo:

—Si estaba vigilando lo que sucede en Italia, ¿por qué no le has visto enviar...?

—Es que no fueron ellos, lo habría visto —respondió Alice.

1. EXTRAÑA IMPRIMACIÓN | paul lahote ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora