CAPÍTULO TRES.- ¿qué es la imprimación?

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Eileen siguió a Paul hasta un acantilado, el cual estaba detrás de varios arboles y un lindo claro.

—Es un lindo lugar —dijo—, si lo comparas con otros lugares que he conocido.

Sin pensarlo, saltó a un tronco mal colocado que estaba cerca del borde del acantilado. A Paul se le fue la sonrisa del rostro.

—Ten cuidado —bufó. Eileen rodó los ojos—. Este es mi lugar favorito, es una ventaja que esté tan oculto porque así casi siempre está solo.

—Me siento halagada porque me lo hayas enseñado —sonrió—. Aunque es una lástima que esté en su territorio.

—Tú puedes cruzar…

—No, no puedo, Paul —lo interrumpió—. Carlisle me explicó acerca del acuerdo que tienen con ustedes.

—Pero tu puedes…

—No lo haré. No pienso meter a los Cullen en problemas, ya ha sido mucho pedir que me acogieran en su hogar.

—No meterás a nadie en problemas. Tú puedes cruzar, y ningún lobo puede hacerte daño.

Eileen decidió no responderle a Paul, estaba tan decidió en dejarla pasar a su territorio, así que no quería llevarle la contraria al único hombre lobo que no le olía mal.

Paul miraba a la vampira con una sonrisa en su rostro, se encontraba en total paz con ella y para su lobo interior era más que satisfactorio tenerla feliz. El sentimiento de estar imprimado era algo que siempre había querido sentir y ahora que podía era mucho más de lo que había imaginado.

Mientras Eileen daba pequeños saltos en el tronco, una incógnita pasaba por su cabeza, así que se volteó hacia Paul y le preguntó:

—Edward y Jacob, ¿qué son en realidad?

Eileen volvió a saltar. La respiración de Paul se detuvo por un momento al ver el tronco moviéndose, estaba algo preocupado por si se caía.

—Cuidado —bramó, tomándola de la mano para ayudarla a bajar.

—Si recuerdas que soy un vampiro, ¿verdad?

Eileen le sonrió, mostrando demás sus colmillos.

—Bien, la relación de Edward y Jacob es algo complicada, solo ellos saben en que punto están. Y lo único que tenemos claro los demás es que Edward es la imprimación de Jacob.

Eileen terminó por sentarse en el tronco justo al mismo tiempo que Paul también lo hacía.

—¿Qué es la imprimación?

Nunca había conocido a un hombre lobo, a menos que de cuente la pelea que tuvo por el año 1956 con uno en Chicago, y los temas relacionados a ellos era algo que desconocía completamente. Es por eso que la imprimación le llamaba tanto la atención, había algo en ese tema que le atraía.

—Es… es una fuerza mucho más potente que el amor a primera vista —respondió Paul, mirándola a los ojos—. Sientes como si los hilos que te conectan a tu familia y amigos se rompen y son reemplazados por una cadena de hierro, que te une para siempre con esa persona.

Eileen podía jurar que sentía algo dentro de ella, algo que le hacía cosquillas por dentro. Miraba a Paul a los ojos y sintió que solo él podía explicarle que era lo que sucedía y lastimosamente se encontraba confundida por eso, a penas conocía al lobo desde hace unas horas.

—¡Eileen! ¡Paul!

El silencio cómodo que se había formado entre ellos fue roto por la voz de Edward llamándolos. Eileen se levantó con rapidez y lo observó acercándose junto a Jacob y a los otros chicos de la manada.

—Ha surgido un inconveniente, tenemos que irnos —dijo Edward, una vez llegó frente a ellos.

«Así llama a Bella ahora», el pensamiento de Jacob llegó a su cabeza. Rió y lo observó. Sentía un poco de pena por él, después de todo lo que le explicó Paul acerca de la imprimación, ya que Edward estaba con Bella y Jacob debía de sentirse muy mal con ello.

—Puedo escuchar los pensamientos de Edward y créeme, Jake, él siente lo mismo por ti —le dijo a Jacob.

Jacob se quedó estático ante sus palabras, mientras que Quil y Jared no pudieron evitar reírse.

—Cállate, Eileen —gruñó Edward, mientras la jalaba de la mano. Lo que ocasionó que Paul diera un gruñido molesto, pero antes de que pudiera acercarse fue detenido por Sam—. Fue un placer estar con ustedes. Nos tenemos que ir.

Y antes de que Eileen pudiera despedirse de los chicos, Edward la jaló aún más y corrió con ella con su velocidad sobrehumana.

«Fue un lindo día», pensó, luego de recordar los brillantes ojos oscuros de Paul mientras le hablaba de la imprimación.

1. EXTRAÑA IMPRIMACIÓN | paul lahote ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora