CAPÍTULO TREINTA Y TRES.- el malentendido

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—¿Y cómo van las cosas en tu casa?

Eileen le pasó un libro a Rue para que ella pudiera cobrárselo. Habían pasado varios días de haberla conocido por primera vez, y en ese corto período de tiempo pasaron muchas cosas que las hizo unirse e integrarla al grupo de la manada.

Más que todo por el hecho de que Rue resultó ser la impronta de Embry, para sorpresa de todos.

—Lo mismo de siempre —bufó ella cansada—. Aunque es divertido ver la cara de envidia de True y Blue cuando vas a buscarme.

Eileen le sonrió.

—Me alegra que nuestra amistad te sirva de algo —bromeó—. ¿Y cómo van las cosas con el brujo de tu jefe?

Sus últimas palabras salieron en un susurro, aunque el señor Kliesen no estaba cerca, no se iba a arriesgar a que él la escuchara y que su amiga terminara perdiendo su empleo.

Rue rió su burla y movió ligeramente la cabeza.

—Me está gritando menos —confesó—. Es un avance, pero renunciaría si no necesitará tan urgentemente el trabajo.

Eileen asintió, Rue le había caído bastante bien, tanto de manera personal como por el hecho de que necesitaba una amiga con la que estar. Rue era magnífica, a pesar de vivir con esos molestos padres, era una chica divertida y tierna, decidida a salir adelante por ella misma.

Resultaba que Rue era hija de sus nuevos vecinos, y sabía que por algo ellos le habían dado mala espina desde el principio. Resultó bastante duro que Rue se abriera a ella, pero finalmente lo logró, ella tan solo necesitaba a alguien que la escuchara y le diera ánimos. Descubrió también que su nueva amiga era la que transmitía el efluvio mágico, lo cual le parecía extraño, ella no aparentaba ser más que una humana normal.

—Siempre puedes trabajar de niñera —recomendó—. Emily y yo te pagaríamos mucho por cuidar a nuestros cachorros al menos un día.

Rue rodó los ojos de manera burlona, entregándole el libro devuelta en una bonita bolsa.

—Aún no entiendo como eres madre siendo tan joven. O sea, ¿cómo conseguiste que te dejaran a dos niños a tu cargo? Yo me volvería loca.

—Es el poder de la familia Cullen.

Rue volvió a negar. Su amiga también le había comentado que a solo una hora de mudarse, sus padres habían escuchado infinidad de comentarios acerca de la familia Cullen, sobre que eran adinerados, hermosos y con buenas influencias en todo el pueblo. Eileen no pudo evitar alzar una ceja cuando la escuchó, le causaba un poco de gracia que las personas del pueblo los describieran como si se tratara de un tipo de realeza.

La librería estaba casi por completo vacía, no era de extrañar ya que casi era la hora de cerrar. Sonrió cuando vio que el reloj apuntaba directamente al número ocho, eso solo significaba una cosa.

—¡Hola, Rue!

Embry saludó animadamente cuando entró por la puerta, la campanilla que colgaba encima de ella ni siquiera pudo oírse. Rue movió la mano de manera tímida y se excusó para poder desaparecer en dirección al almacén de la tienda.

—No la presiones, cariño —le dijo a Embry—. Cuando creciste en un ambiente tóxico es muy difícil poder aceptar una muestra de amor verdadera.

Le dio dos palmadas a Embry antes de salir de la tienda e ir a abrazar a su pareja que se encontraba apoyado en su propio auto.

—¿Así me veía yo cuando iba a buscarte a clases? —le preguntó Paul, luego de besarla. Eileen asintió—. Bueno, entonces no me burlaré de él.

1. EXTRAÑA IMPRIMACIÓN | paul lahote ✔ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora