Prólogo

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Los giros que puede tomar la vida de una persona hacen que el destino sea algo imposible de predecir. Incluso el mejor vidente el mundo tendrá ideas equivocadas al creer que puede prever lo que acontecerá en el futuro de una persona. Lo impensable puede ocurrir y la resistencia a ciertos eventos serán, de algún modo, en vano. No importa lo mucho que uno crea negarse a ello, en algún momento dado le ocurrirá lo que puede no desear.

Llevando ese pensamiento a esta historia, podrás observar muy detalladamente qué pasaría si se pudiesen enmendar los errores. Claramente, esto tendrá su costo y es algo que se verá muy a menudo. Esta es la historia de una chica, lo más simple que el mundo habrá podido presenciar. Regresando en el tiempo, siglos atrás, donde la notoria anarquía feudal aún existe y la esclavitud se vuelve lo cotidiano, esta joven tendrá que superar obstáculos impensables para poder finalmente continuar avanzando por las sendas de su destino, en paz, de algún modo no encontrado aún.

___, como es conocida esta joven, ha llevado una dura infancia siendo esclava en una familia noble. Es notable que está harta de dicha vida, pero no se ha resignado a continuar con ella. En su actualidad persiste una cruda guerra entre reinos que buscan ampliar sus terrenos por su notorio egoísmo. La familia a la que sirve, siendo de las más cercanas a la sangre real, tiene la obligación de prestar sus fuerzas a los frentes de batalla para proteger lo perteneciente al reino, y muchas de estas no eras más que esclavos sin conocimiento ni experiencia para el manejo de armas. Los llamados chicos expiatorios para permitir al ejército reponer fuerzas y provisiones.

-¡___! ¡¿Qué se supone que estás haciendo?! ¡Chiquilla inútil! _espetó el amo de la casa mientras pateaba sin piedad a la susodicha. Había tropezado mientras llevaba la vajilla de la cena a la cocina para lavarla, para su suerte no hubo platos rotos, pero la suciedad del suelo ya era un caso diferente_

-L-Lo siento mucho, m-mi señor... N-No volverá a pasar... _se lamentó la pobre niña intentando cubrirse de los golpes, no logrando mucho_

-¡Agradecida deberías estar de solo tener que lavar unos simples platos en lugar de mandarte con el resto de la manada al frente! ¡Haz bien tu trabajo antes de que te destripe y te dé de comer a los perros! _advirtió para luego subir las escaleras hecho una furia, con rumbo a su habitación_

La chica comenzó a recoger todo cuán rápido le permitió su adolorido cuerpo y procuró dejar los platos sobre una superficie estable, cosa que sus brazos no eran tras recibir tanta patada. Inmediatamente corrió a por una cubeta y la fregona para limpiar aquella suciedad antes de que la señora viera tal desastre. Debía apresurarse a terminar los quehaceres antes de que los pequeños de la casa regresaran y tuviesen que ir de compras para un baile en la casa de los conocidos de la familia. Inmediatamente secó el sueño usando paños y se apresuró luego a lavar los platos. La puerta principal fue abierta y cerrada casi al instante, pasos lentos se escucharon en la sala de estar, la doña estaba en casa. La mujer nunca fue de maltratarle, independientemente de que los gritos asustaban cuando se enojaba de más, era, de todos, quien mejor le trataba. ___ siempre era servicial con ella, no suponía molestia alguna para ella cuando el trabajo era decente y la casa estaba limpia, como debería ser, según su criterio.

Por otro lado, la llegada de la mayor solo significaba que los hijos estaban por llegar, aunque ya quedaba mucho menos trabajo que en un inicio, el dolor que sentía en su cuerpo no facilitaba demasiado la tarea. Ocultó las marcas de los golpes balo las telas de su ropa desgastada y procuró mantener su rostro apaleado fuera de la vista de la señora, la última vez que le vio en ese estado tuvo una riña con su esposo por haberlo hecho delante de sus hijos y luego este le castigó a base de latigazos sin piedad para que dejase de serle una carga. Aunque prefería los latigazos a ser comida por perros salvajes. Una vez los pasos se escucharon lejos, retomó su postura inicial y prosiguió lavando la vajilla, terminando justo en el instante en que los niños llegaron. Lavó rápidamente su rostro para retirar la suciedad que podría quedarle y se encaminó a la sala de estar, quedando en espera de que los pequeños dejasen todas sus pertenencias en su habitación y estuviesen listos para ir a por su nueva ropa. Siempre congenió bien con ambos pequeños, ellos le veían como una amiga más y solían invitarle a jugar, aunque debía rechazar la oferta sabiendo lo indebido que erra aquello, además de las contantes miradas de amenaza provenientes del padre de las criaturas.

Una vez los menores regresaron, con la peli___, se encaminaron a hacer las compras. La ciudad de noche era incluso más bella que durante el día, la tenue luz de las farolas a cada lado del sendero era algo que relajaba hasta a la persona más estresada. Escuchaba a los pequeños correr de un lado a otro, aunque sin separarse de ella por su seguridad. Pronto llegarían al lugar al que pusieron rumbo. Había algunos nobles paseando por el camino, adultos de edad media y ancianos más que nada, personas que preferían pasearse por los alrededores cuando no había tanto ajetreo. Una vez en el lugar, ___ se dedicó a seleccionar una ropa adecuada y del gusto de ambos menores, mientras estos corrían de un lado a otro, escondiéndose tras las perchas y asustándose mutuamente, para luego comenzar a reír y correr a otro lado. A la dueña de la tienda le agradaba bastante la presencia de los niños por allí, según sabía, ella perdió a su único hijo poco después de que naciera, por ello, que niños visitasen su tienda le hacía al menos sonreír para olvidar ese amargo recuerdo.
Una vez finalizado su propósito, regresó con ambos pequeños tomados de la mano para evitar que se fuesen a otro sitio y volvieron a casa. Los niños subieron a cambiarse de ropas mientras ella se dedicaba a cocinar para la familia, sabiendo que luego debía llevar a los pequeños a su fiesta, ya luego irían sus padres a por ellos, y probablemente regresarían tarde.

Gritos en las calles hicieron acto de presencia, todos en la casa, ella incluida, corrieron ante semejante alboroto, lo mismo con el resto de los nobles. Un esclavo gritaba desesperado que todos debían evacuar, al parecer la guerra se había extendido y el ejército enemigo había invadido el reino, habían cruzado la frontera y llegarían en unas horas a aquella ciudad. El señor de la casa pronto pidió a su familia que tomasen sus cosas y a ___ ordenó que buscase al cochero para transportarles lejos, tendrían que ir a su mansión las cercanías de la ciudad contigua, la misma que solían usar en los veranos calurosos o los fríos inviernos. A pesar de las prisas, el ejército enemigo llegó antes de lo previsto y comenzó una cruda matanza en las calles, aunque ___ pudo esconderse con los dos pequeños, los padres de los mismos no lo contaron y fueron cruelmente asesinados por el enemigo. Las casas ardían en llamas, gritos cortaban el silencio de la noche y al paso de las tropas solo quedaba sangre, cenizas y cuerpos sin vida. Al cabo de unas horas, todo cesó, ___ salió del escondite para cerciorase de que no había nadie cerca, de mientras, escuchaba los llantos de los pequeños que lamentaban la muerte de sus padres.

Hizo un gran esfuerzo para lograr calmar a los menores mientras les tomaba de las manos y caminaba con ellos entre los escombros, debía llevarles a un lugar seguro, donde pudieran cuidar de ellos, o al menos, ella misma pudiese sustentarlos hasta que todo acabase. Al ser parientes de la actual familia real, suponía que llevarles a la capital sería lo más acertado, pero siendo tan pequeños, no resistirían un viaje como ese sin alimento ni descanso. Algo tendría que hacer, por el momento, lo más seguro era salir de aquella ciudad en ruinas con hedor a muerte y ceniza...

Step by Step [Prince/PG!Kokichi Ouma x Plebeian!Reader] © RoseSanae55Donde viven las historias. Descúbrelo ahora