Capítulo 5 - La pequeña aldea

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Teniendo en claro que no podría dejarse ver por ninguna persona más de aquel reino, ___ tuvo que limitarse a rodear las ciudades que se encontrase mientras se encaminaba a la frontera. Francamente, ganas de llegar a tal sitio no tenía, solían pasar por allí una buena cantidad de bandidos y traficantes. Cualquiera podría secuestrarle y venderle en una subasta en cualquier sitio. De igual modo, no cambiaría demasiado su vida, solamente saldría de las manos de una familia de nobles para ir a parar a otra. Con suerte serían mejores amos que los previos, pero tampoco era que quisiera volver a ese estilo de vida. De ser posible le gustaría ser libre y vivir como quisiera, cuidar de sí misma y prestarse atención a sí misma. Pensaba en ello mientras se acercaba poco a poco a un cruce. Había 3 caminos que elegir, pero al desconocer el destino que indicaba cada cual, optó por seguir de frente. Eventualmente tendría que llegar a la frontera, no se equivocaba al pensar en ello, pero no tenía idea de por cuál camino este hecho le sería más sencillo.

Por el camino elegido se acercaba una carreta, por un momento pensó en correr a otro lado y esconderse, pues desde la amenaza hecha por aquella mujer, veía a todos en el reino como sus enemigos, pero el hombre que dirigía aquel transporte hecho solo de madera, se detuvo y le cuestionó el motivo de su viaje, a dónde iba y si podía ayudarle. Tras preguntar un par de cosas y responder otras, ___ tenía información nueva: Más adelante había una aldea, campesinos más que nada era lo que iba a encontrar allí. Según lo dicho por el sujeto, los nobles nunca osaban poner un pie allí, los bandidos solían saquear el lugar frecuentemente, por lo que preferían no arriesgar sus riquezas solo por supervisar un territorio insignificante.

-Bandidos... _susurró_ ¿Significa eso que la frontera está cerca?

-Mucho, realmente. A unos kilómetros. Es la aldea más cercana a las fronteras del norte. Si lo que buscas es salir del reino, es la salida más cercana que tienes.

-Entiendo, muchas gracias. Perdón si sueno entrometida, pero... ¿Usted a dónde va?

-¿Yo? Yo pretendo ir con la familia real. _respondió el anciano, sorprendiendo a la peli___ en el acto_ Hace mucho tiempo que mis compañeros solicitaron ayuda para impedir más saqueos, el alimento escasea, la gente muere de hambre, muchas vidas se han perdido. Quiero poner fin a esto, no puedo darme el lujo de permitir que mi familia perezca por la ignorancia de la nobleza y la realeza. Han sido duros años, pero si nada mejora, me temo que mi esposa, mis hijos y yo tendremos que irnos a vivir a otro sitio. Tendríamos que dejar nuestras tierras, nuestro sustento. Años de trabajo para nada.

-Espero que la fortuna le acompañe y logre conseguir ayuda.

-Yo también, jovencita, yo también. _añadió, dando un leve asentimiento a modo de despedida para luego retomar su camino_

-Así que la frontera está cerca... _susurró la peli___ mientras observaba la carreta alejarse más y más. Compadecía al pobre hombre, sinceramente, su vida no había sido diferente en cuanto a bienestar, pero si ser libre implicaba soportar cosas como esa, intentaría buscar una libertad que no comprometiera su bienestar de aquel modo. No se imaginaba pasar años de trabajo para ganar su propio sustento y que unos bandidos aprovechados quisieran robar sus resultados, matando en el acto a quienes no tenían ni para sí mismos_ No tenía idea de que la libertad fuese igual a la desgracia. Esta gente no parece ser muy diferente de los esclavos, trabajan y trabajan y al final el fruto de su esfuerzo es robado por otros... _se dijo a sí misma mientras continuaba su camino. Aquella era su forma de maldecir al mundo, a los nobles sobre todo_ Espero salir pronto de aquí, en cualquier caso, no conseguiré nada bueno en este reino. Si vivo en aldeas libres de nobles, debo lidiar con maleantes. Pero si vuelvo a las ciudades con nobles, harán rodar mi cabeza. Este reino está corrupto hasta el último centímetro de tierra...

Así pues, continuó caminando sin pensar en nada más que en sí misma, cosa que no había hecho desde hacía mucho tiempo. Debía preocuparse por llegar a salvo a otro sitio, lejos de aquel reino. No necesitaba tener vida como esclava de nuevo, necesitaba tener una vida aceptable, a más pedir, sin demasiadas preocupaciones, aunque esto último no fuese muy viable gracias a cierta marca detestable. Inconscientemente llevó su mano a su hombro derecho, apretando el mismo levemente, al punto de clavar sus uñas sin mucha fuerza en su piel. En la zona tenía una marca negra que indicaba que fue esclavizada, la misma poseía el emblema de la familia de nobles a la que sirvió en su tiempo, si quería ser completamente libre, primero tendría que librarse de aquella horrenda marca negra. La única forma de hacerlo que conocía era quemando su piel para removerla, pero desde que el mero hecho de pensar en lo mucho que dolería era suficiente para hacerle negarse a esa idea, no se atrevía siquiera a pensar en ello. Siempre solía decirse a sí misma que en algún momento la removería, pero nunca se veía preparada para hacerlo.

La aldea mencionada por el hombre de la carreta finalmente estaba a su vista. Era realmente una aldea pobre, las casas no distaban mucho del estilo rústico típico de las aldeas de montaña o muy apartadas de la civilización. A pesar de ello, tenía la garantía de que nadie le reconocería allí y no intentarían matarle, podría descansar y recuperar fuerzas para continuar con su camino. Apenas sentía sus pies de lo mucho que había caminado, contando además que estaba descalza, hambrienta y cansada, era preferible tener una noche de sueño sobre un montón de paja que tener que arrastrarse ante el cansancio y morir por culpa del mismo en pleno camino a la frontera.

Step by Step [Prince/PG!Kokichi Ouma x Plebeian!Reader] © RoseSanae55Donde viven las historias. Descúbrelo ahora