Capítulo 4: Límite de tiempo

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La peli___ corría con Kaito en sus brazos, a quien le costaba respirar, su situación empeoraba con cada minuto que pasaba. Sin embargo, debía cuidar de Shuichi también. El menor no podía correr a su ritmo, y no podía dejarle atrás sabiendo que la ciudad estaba infestada de criminales. Se notaba cierto ambiente hostil a su alrededor, no es como si los dos niños con los que iba ___ fuesen poco conocidos, solo que en aquella ocasión iban desprotegidos y sin la compañía de sus padres. La noticia de lo que había sucedido en su ciudad y, por ende, con su familia, había corrido como el agua del río, no había persona del reino que no se hubiese enterado, y, exceptuando a la familia real, el resto era un peligro enorme. Mientras la realeza se preocupaba por la suerte de sus parientes, el resto pensaba en cuánto podrían sacar de sus bolsillos raptando a los pobres niños y usándolos como objeto de intercambio.

Aún con todos los riesgos que conllevaba no tomar la mano del de orbes ambarinos, la peli___ continuó su camino solamente teniéndole cerca, era prioridad llegar a una clínica, la cual, afortunadamente, se encontraba cerca. En un inicio el doctor a cargo se negó a prestar su ayuda, sobre todo por la apariencia de la de hebras ___, pues era normal el hecho de que solo se atendía a esclavos cuando sus dueños pagaban por el tratamiento necesario. En cualquier caso, siempre era más sencillo reemplazarlos que atenderlos. No obstante, Shuichi intervino y mostró un colgante que siempre solía llevar, lo cual lo reconocía como pariente de la realeza, cosa ante la cual el personal no pudo poner negativa para atender al hermano del menor.

Kaito fue llevado a la sala de urgencias para ser atendido cuando antes, de mientras, se pidió a Shuichi y ___ permanecer en la sala de espera, pero siendo que tardaría un buen rato administrarle los medicamentos y demás al pelimagenta, decidieron buscar de mientras un lugar donde pasar la noche. Según Shuichi, en aquella ciudad tenían familia, por lo cual sería lo mejor encontrarles y comentarles la situación, aunque era obvio que ya lo sabrían.

La ciudad estaba realmente llena de personas, dado lo cual, ___ creyó más seguro el pedirle a Shuichi que tomase su mano, cosa que el menor acató sin poner queja, nunca había sido demasiado sociable y estar entre tanta gente le agobiaba en demasía. Sus familiares vivían en el centro de la ciudad, desgraciadamente, donde siempre había criminales en cada esquina, no podían ir con la guardia baja. Un carruaje bastante adornado y lujoso paso frente a ellos, luego, escucharon una voz femenina pedir con desespero que se detuviese el transporte. Los caballos relincharon ante el jalón que se dio a las correas para detenerles. La puerta se abrió abruptamente y del interior del carruaje descendió una mujer mayor, con ropas lujosas de la más fina seda, un bolso con joyas colgaba de su mano. Inmediatamente, la mayor corrió al encuentro con el pequeño de ojos ambarinos, pero se detuvo al notar que iba de la mano con la peli___. Apartó bruscamente al menor de esta, empujándola en el acto para que tomase distancia. Francamente, ___ se esperaba una reacción como aquella. Tomar la mano de un pariente de la familia real, no siendo noble, podía incluso llevarle a la muerte, pero no se le podía culpar, era eso o que secuestrasen al de hebras oscuras.

-¿Estás bien, Shuichi, querido? ¿No te ha pasado nada grave? ¿Dónde está Kaito? _preguntaba desesperadamente la mayor mientras limpiaba su mano con un pañuelo de seda que luego lanzó a una charca de lodo como si fuese lo más asqueroso que hubiese sostenido en sus manos_

-Estoy bien, tía. Kaito está en la clínica, le pasaba algo y... _intento explicar el de orbes ambarinos, mas no pudo terminar puesto que la mayor se precipitó contra la peli___ y le propinó una fuerte bofetada, y luego otra, y otra más. Sus mejillas iban enrojeciendo con cada golpe que llegaba a ellas, cada uno con más intensidad que la anterior, pero ella no podía hacer algo al respecto más que cerrar sus manos en puños y apretarlas todo lo posible para hacer el dolor algo más soportable_

-¡Esclava inútil! ¿Es que no puedes hacer algo bien siquiera? ¡¿Qué le has hecho a mi pequeño Kaito?! ¿Le has envenenado acaso? ¿Crees que por traerle a una clínica con cualquier excusa te trataremos como una salvadora o algo así? _espetó la mayor sin detener sus actos violentos. Shuichi le observaba aterrorizado, ___ no había hecho nada, pero cuando quiso salir en su defensa, el cochero del carruaje le detuvo, añadiendo lo incorrecto que sería mostrar piedad por un esclavo incompetente_ De seguro que lo haces por el enemigo. No debes ser más que una sucia infiltrada. ¿Pretendes ganar el favor de la familia real acaso? ¿Un chantaje, tal vez? ¡Ah! ¡Sucia embustera! ¡Aprovechándote de la inocencia de mis pobres y adorados pequeños!

Cuanta más palabra soltaba la mayor, más gente se reunía a ver el espectáculo. Pronto, comenzaron a. escucharse susurros, luego improperios, más tarde, acusaciones, y finalmente, insultos. Sus esfuerzos por contenerse de no derramar lágrimas para no empeorar la situación ya ni servían de nada. Entre las acusaciones y los golpes incesantes ya era demasiado para ella. El sabor metálico tan característico de la sangre inundaba su boca. Las lágrimas rebeldes brotaban de sus ojos, pero ni una sola palabra salía de su boca. Nada.

-¡Serás colgada por tus actos, víbora! _sentenció la mayor_

-¡Tía, detente! _pidió el de orbes ambarinos mientras se acercaba corriendo a esta, agarrando su mano antes de que prosiguiera golpeando a la peli___ sin piedad alguna_

-Shuichi, querido, ¿qué haces? Debo ponerla en su lugar, ¿y si se hubiese aprovechado de ti?

-Ella no hizo nada malo, nos ha traído hasta aquí después de que papá y mamá muriesen. Que Kaito esté enfermo no es su culpa, de no ser por ella probablemente no hubiese llegado vivo para ser atendido. ¡No le pegues!

-No creas su supuesta misericordia, Shuichi. Todos estos energúmenos buscan cualquier oportunidad para aprovecharse de sus amos. Cuánto más niños, mejor para ellos.

-¡No voy a permitir que le cuelgues! _espetó el menor, sorprendiendo a su tía con ello_

-¡Pero Shuichi!

-¡Nada de peros! No lo voy a permitir.

-Shuichi, no voy a tolerar que defiendas a esta pordiosera. Si no la quieres colgada, que muera quemada.

-¡Tampoco!

-Pues decapitada.

-¡No quiero que la mates!

-Pues entonces que salga de este reino y no regrese. Será desterrada y no se habla más. Daré la orden de cazarla como el animal que es si le vuelvo a ver por estos lares o por los de cualquiera de nuestros parientes. Y no somos pocos, sabido es. Quien le vea, le cortará la cabeza.

-¡He dicho que no!

-¡Está decidido, Shuichi, no toleraré esta conducta! ¡Bastante hago con no matarla, más no me puedes pedir! _añadió la mayor y cargó al de orbes ambarinos en sus brazos para regresar al interior de su carruaje, por mucha queja que este puso, no sirvió de nada_

Viendo el carruaje alejarse, sintiendo dolor en su rostro y las miradas de desdén provenientes de las personas del entorno, a ___ no le quedó de otra más que levantarse del suelo, limpiar sus ropas _si así se les podía llamar_ y acto seguido puso rumbo a la salida de aquella ciudad. Prefería dejar a los pequeños en manos de su familia, sabiendo que serían bien cuidado, que no perder la cabeza en vanos intentos de justificarse y aclarar la situación. Así pues, tendría que salir del reino...

Step by Step [Prince/PG!Kokichi Ouma x Plebeian!Reader] © RoseSanae55Donde viven las historias. Descúbrelo ahora