Capítulo 27: La casa de muñecas

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Decir que con cada paso los nervios le carcomían más y más no era ninguna mentira. Ya llamaba bastante la atención en compañía de su madre, caminar al lado de una desconocida, pero atractiva chica no era para menos. ___ no parecía ser consciente del hecho de que tenía demasiados ojos encima. ¿Cuánto tiempo hacía que estaba viviendo allí? ¿Tres días? ¿Cuatro? No parecía ser demasiado y ya tenía gente con los ojos fijos en ella. Él no estaba mejor en ese aspecto, y verlos caminar juntos por aquellas calles parecía ser alguna especie de predicción del apocalipsis.

-"¿No pueden irse a mirar a otro lado?" _cuestionó mentalmente el pelimorado, sintiendo escalofríos cada que la gente murmuraba cosas al verles_

-No deje que le molesten los comentarios de la gente _dijo la fémina, notando su creciente incomodidad ante las miradas de los curiosos_ Es normal desde que la familia real no suele pasearse por estos lares.

-N-No deja de ser incómodo... _musitó en respuesta a sus palabras_

-Entiendo su punto, pero le será más agradable el paseo si no presta atención. Ah, mire, ya hay gente esperando a que inicie el evento. _señaló, no había mucha distancia desde la plaza hasta donde ellos estaban_

-¿E-Exactamente qué esperan ver allí...?

-Ah, creo que es una especie de grupo ambulante. No recuerdo cómo se hacían llamar, pero llevan acá varios días. Sus actos son realmente entretenidos.

-Oh... _musitó, después de ver a los idiotas que intentaban parecerle graciosos a su padre en las galas, no estaba muy seguro de encontrar algo interesante_

Para la gran sorpresa del pelimorado, se entretuvo bastante. Independientemente de que se preguntaba por qué los actores se pintaban el rostro de colores brillantes, no esperaba que también incluyesen al público en sus actos. Uno de ellos le reconoció y le pidió que fuese su ayudante para lanzarle las pequeñas pelotas en su acto. Otro le regaló un gran ramo de flores, aunque no estaba seguro de qué hacer con ellas, se le hacía vergonzoso llevarlas todo el rato. La gente se comenzó a dispersar una vez acabaron aquellas presentaciones, ellos dos siguieron su camino.

Se detuvieron a observar algunas tiendas que no visitó con su madre. Había una tienda de muñecas. La peli___ se mostró encantada con las muñecas tan detalladas que vendían. Parecían pequeñas señoritas. Ciertamente estaban muy bien hechas, en especial los vestidos con volantes y sus pequeños sombreritos o gorritos de tela. Sus cabellos estaban tan bien hechos y peinados que asemejaban hebras reales. Nunca pensó que algo tan simple como una muñeca alguna vez lograse captar su interés. El artesano era demasiado hábil. Resultó ser un hombre mayor que dirigía su tienda con ayuda de su pequeña hija. La niña era tan tierna y bien portada que parecía toda una dama. Su rostro era casi tan bello como el de las muñecas, ella misma parecía una. Kokichi permaneció mirando una de las tantas muñecas mientras ___ saludaba al dueño, a quien parecía conocer.

-¿Te gustan las muñecas de papá? _preguntó la niña, haciendo que el pelimorado retrocediese de un pequeño brinco y le mirase aterrado. ¿Cuándo se había acercado?_

-S-Son... Interesantes... _respondió, sintiendo sus manos temblar intensamente_

-Papá hace las mejores muñecas de todo el reino. No hay chica a la que no le gusten.

-Y-Ya veo...

-¿Le comprarás una a tu novia? _preguntó cursiosa la niña, él enrojeció completamente y negó frenéticamente_ Ohhhh... _musitó, mirándole fijamente, ayudando a que sus nervios aumentasen en demasía_

-Kirumi, no molestes al príncipe. _dijo el padre de la criatura mientras avanzaba y hacía una leve reverencia al susodicho, él devolvió el saludo y le permitió continuar hablando_ Lo siento mucho, alteza. Es pequeña y no sabe mucho de respeto _rió nervioso el mayor. El pelimorado negó levemente, dando a entender que no le importaba_ Espero que le agrade lo que ve en nuestra tienda.

-¿Cómo? Alteza, ¿le interesan las muñecas? _preguntó ___, un leve brillo de emoción adornaba sus ojos, el susodicho le miró, quedando prendido en su mirada por unos instantes antes de apartar la mirada rápidamente_

-P-Pensaba que a mi madre podrían gustarle...

-¡Cierto! Tal vez a la reina le haga ilusión recibir un regalo. Sobre todo si es una muñeca de esta tienda. He oído que incluso las nobles las compran independientemente de la edad. _explicó ella, con una notable emoción en su voz. El anciano rió, asintiendo_

-Un regalo para la reina. Sería un honor si lo recibiera. Hace poco hice un juego de muñecas especialmente para honrar a la familia real. _dijo mientras caminaba hasta el cuarto posterior de la tienda y regresaba con una casa de muñecas en sus manos, su diseño le recordaba con creces al palacio. Al abrir la casa usando una pequeña manija para retirar una de sus paredes pudieron observar un juego de tres muñecas dentro. Una pequeña y adorable versión en miniatura de la familia real_

-Increíble. _dijo la peli___, admirando el espléndido trabajo_

-Es realmente detallado... Aunque yo pareció tener unos 5 años... _musitó el de hebras moradas. El anciano rió, algo avergonzado_

-Hacía años que no teníamos el placer de verle, alteza. Así que solo podía usar la última imagen que de vio de usted. Por adelante, tómelo, será un regalo para conmemorar su visita.

Por mucho que el de hebra moradas quiso negarse, el anciano insistió y la de hebras ___ se unió a la súplica, por lo que acabó accediendo. El mayor no tardó en envolverlo y dejarlo en manos de la peli___, quien se ofreció a llevarlo. Kokichi dijo que lo haría, pero era impensable para aquellos dos que el príncipe hiciera tal cosa. Continuaron admirando los trabajos del anciano un rato más, luego se marcharon, pues ya era hora de dejar al pelimorado regresar a su hogar en compañía de su madre. Su recorrido por aquellos lares resultó ser más agradable de lo que pensaba. Al regresar a la acogedora casa de la peli___, hallaron a la reina hablando felizmente con la anciana. La primera se fijó en el rostro de su hijo, parecía notoriamente más relajado que cuando salió por aquella puerta, luego, su mirada reparó en la gran caja que la peli___ traía en sus manos. La emoción de aquella mujer excedió los límites pensados cuando observó el contenido de aquella caja. Sí, la reina parecía una niña pequeña a veces, pero su sonrisa era algo que valía la pena ver al menos una vez en la vida. No pasó micho antes de que ambos, madre e hijo, dejasen el interior de la casa y pusieran rumbo al palacio luego de una despedida formal.

Step by Step [Prince/PG!Kokichi Ouma x Plebeian!Reader] © RoseSanae55Donde viven las historias. Descúbrelo ahora