Capítulo 30

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La noticia me pega con todo. Me da un choque terrible.

Resulta que esta mujer, la que primero atacó a mis amigos y luego los curó, la que se está comportando tan amable con nosotros, es la madre de alguien que quiere acabar con los Swotts. Y peor aún, que quiere matarme.

Aunque explica algo del ataque de locura bipolar que ha tenido, me cayó mal esa noticia.

-¿Cómo que es tu hijo?-pregunto con el ceño fruncido, levantándome del sillón grande y poniéndome en frente de Lidia-Quiero decir...¿por qué hablas como si le tuvieras miedo a tu propio hijo?

Ella traga saliva nuevamente y se coloca un mechón blanco detrás de la oreja.

Entrelaza los dedos en su regazo, y se hace la distraída mirándose las uñas. Finalmente suelta un largo suspiro de frustración.

-Verás...la vida de mi hijo fue muy difícil. No tuvo una infancia adecuada. A decir verdad, ninguna de las etapas de Tuck ha sido como debería ser.-mira por la ventana la nieve caer con intensidad. Se muerde el labio y prosigue-Su padre le pegaba. Cuando yo quería defenderlo, él me maltrataba a mí con palabras muy fuera de lugar y unos cuantos golpes.

Por Dios...me imagino la situación.

Tuck de pequeño contra un rincón, y su padre pegándole con un zapato. Y luego su madre, Lidia, agarrando del brazo a su marido. Éste se daba la vuelta y le pegaba, insultándola.

La verdad, una imagen muy fuerte.

-Pero...¿por qué lo maltrataba?-me atreví a preguntar.

-Paholo tomaba mucho. Cada noche, se sentaba en el sillón, ese de allí-señala un sillón largo, manchado y aplastado-y me pedía una cerveza. Y luego otra. Y otra. Así hasta que se levantaba y se iba a la cama.

Tomo un gran sorbo del chocolate caliente exquisito que preparó Lidia.

Bien...en resumen, Paholo(el padre de Tuck y esposo de Lidia)era un alcohólico machista, que le pegaba a su familia.

Por lo que entiendo, ese maltrato que ejercía Paholo hacia su hijo, junto con la falta de amor, son los motivos por los que Tuck es así.

-Entiendo.

-Eso fue hace mucho tiempo. Yo tenía planeado una buena educación para mi hijo, pero Paholo no me dejó, y aún así lo seguí amando-agarra un pequeño espejito de la mesa que tiene a su lado y se mira las cejas. Luego con una pinzita se las empareja, y vuelve a dejar todo en la mesa-con los años, mi hijo se volvía más agresivo, al igual que su padre, que murió por cirrosis-hace una pausa nuevamente y respira hondo, dando un mordisco al alfajorcito-a los ocho años de Tuck, todo comenzó a cambiar. Él me contestaba mal, y a veces no hacía sus deberes. Pero luego, a los trece, empeoró...me empujaba y me gritaba, y se reía pegándole patadas a su gato. Yo estaba asustada...no pude detenerlo.

Abrí la boca para decir algo, pero la cerré cuando Lidia continuó en un suspiro:

-Un día antes de que Paholo falleciera, Tuck regresó a casa a la madrugada. Yo lo recibí en la sala, y al encender la luz, me llevé la mano a la boca y un gran susto:sostenía un arma en su mano. Tenía sangre por todas partes, y la mirada perdida. Me dolió mucho ver a mi hijo así-se le caen un par de lágrimas y sigue-dejó el arma en la cómoda y se pasó la mano por la cara sudada y llena de sangre. Yo lo miré muy confundida, no sabía lo que pasaba. Él se arrodilló sobre sus talones en la alfombra, se echó hacia adelante y se tapó el rostro. Comenzó a llorar, no paraba. Yo me quedé en silencio, hasta que él lo gritó: "-Maté a alguien, mamá. ¡Maté a mis amigos!". Y yo me derrumbé en una nube llena de deshonra, decepción y pena.

Un día antesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora