3. Tierno

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Ya a una semana de estar allí cuidando de Brahms y todo en su día a día se había convertido en rutina, pero no de esas rutinas que te dan ganas de pegarte un tiro en la cabeza por lo agobiantes que eran, está era una extrañamente agradable, ¿raro no? Pero asi era para Noah.

Comenzaban sus mañanas temprano, salía a correr al rededor de la casa hasta las ocho, que era la hora en la que despertaba a Brahms, ya que él lo consideraba un niño de ocho años, y como q un niño de esa edad tenía que dormir doce horas. Luego, desayunaban juntos, Noah con su café y tostadas, mientras que a Brahms le preparaba una leche o algún licuado de fruta junto a unas tostadas, que ambos comían; lavaba lo que él ensuciaba y dejaba la comida de Brahms en la mesa mientras se llevaba al muñeco a la habitación de este (para que jugará con sus juguetes) e iba de nuevo abajo y ponía música, comenzaba con algo de pop, continuaba con algo de eso y terminaba con algo de rock, de Muse preferentemente, con música de fondo comenzaba a limpiar cada rincón de la mansión, a excepción del ático, aún no podía entrar ahí, la puerta estaba atorada.

-You will be the death of me! -tarareo algo desafinado pese al cansancio que sentía- Yeah, you will be the death of me!

Regresando a la cocina a levantar el plato que le había servido a Brahms siempre lo hallaba vacío.

Últimamente había comenzado a creer que Brahms era un espíritu que residía en el cuerpo del muñeco, y manifestándose de esa forma: comerse la comida y hacer que las paredes hagan ese irritante sonido. En cortas palabras, ya estaba acostumbrado a la actividad paranormal que sucedía en la mansión. Era como una Annabelle pero sin lo demoníaco y con la diferencia que esté era más bien un espíritu chocarrero.

Limpiar las trampas antes de ir de regreso a dentro hacer la comida.

Para Noah su comida era deliciosa, nunca había recibido una mala crítica respecto a ella. Igual, no era como si le preparara de comer a todo mundo. Solo a esas personas que realmente me importaban en la vida, esas a las que apreciaba de verdad. Y esas solo habían sido a su padre, y a Becky una vez porque se había quedado a dormir en su casa porque había terminado con el imbécil de su ex. Fueron varios minutos de un arduo trabajo, y al final, aquel destello de felicidad que apareció en sus ojos, hizo que su corazón se llenará de gozo al verlo así de feliz.

-No sabías que supieras cocinar. Mucho menos está delicates-exclamó aún teniendo la boca llena, ni se había molestado en terminar de tragar antes de hablar.

Él soltó un risa al recodar como casi se ahogo con el lemon pie momentos después.

Actuaba como una niña a pesar de ser años mayor que él. Soltó un suspiro, colocando ambos platos con la comida ya servida en la mesa, fue escaleras arriba a por el pequeño Brahmsy.

Pero algo cambio, no era como en los otros días, esta vez, el muñeco no estaba.

- ¡Brahms! -grito, haciendo eco por toda la casa, un grito que hizo, que hasta el rechinar de las paredes parase- ¡Si no apareces de una puta vez! ¡No vas a almorzar y me comeré yo tu comida! -sentencio- ¡¿Me entendiste o querés que te lo vuelva a repetir?! -Nada. No hubo respuesta. Ni un rechinar ni nada. Solo un completo silencio que hizo molestar todavía más a Noah- ¡Si no te apareces a la cuenta de tres, no habrá beso de buenas noches!

Algo que había aprendido en lo poco que llevaba en la mansión era que a Brahms le molestaba bastante que no le diesen el beso de buenas noches.

Era como algo primordial para él. El ruido se hizo más fuerte y más irritante. Perfecto. Su amenaza había funcionado, todo salió a la perfección gracias a aquello. Y como si se tratase de un milagro, Brahms apareció a su espalda, pero, no fue que se dio cuenta luego de escucharlo hablar-Solo jugaba a las escondidas contigo, Noah.

Tierno. Fue en lo primero en lo que pensó al oír aquello. Eso fue tierno y a Noah le gustaban las cosas tiernas, y Brahms era demasiado tierno a los ojos de su niñero en estos instantes.

¿Niñero? ᴮʳᵃʰᵐˢ ᴴᵉᵉˡˢʰⁱʳᵉ Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora