32. Muñeco de nieve

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La pequeña niña de cabellos rubios veía con extrañeza a su primo, su caminar era extraño, algo rengo y se quejaba a cada paso que daba, lo oyó maldecir a lo bajo, tomando un sorbo del vaso de agua que tenía en sus manos, un sonido que alegro al pecoso de su presencia en la habitación, este le sonrió nervioso, parándose derecho, como si aquel dolor en su cuerpo no estuviera, pero aquel dolor se reflejaba en aquella fugaz mueca que aparecía en sus labios.

- ¿Que te sucede pecas?

- ¡¿A-a mi?! -pregunto desentendido-No me sucede nada, Annie, estoy de los más bien... ¿Tu que haces despierta? Es tarde.

-Tenia sed-respondio con simpleza la pequeña niña- ¿Y tu que haces despierto?

-Por lo mismo-mintio.

El chico paso a su lado, evitando a todo momento evitar gruñir de dolor, sobresalto sorprendido al ver al mini Brahms sentado en una de las sillas, vio a la pequeña como dejaba el vaso y cargaba al muñeco- ¿Que te paso en las muñecas? -pregunto curiosa la niña apuntando a las mismas con su pequeño dedo.

El pecoso se puso nervioso al instante, ocultando sus manos en el bolsillo del cardigán-No-no es nada.

-James dice que me estas mintiendo acerca de lo que te sucede-dijo, soltando un bufido al final.

- ¿Quien es James? -interrogo confundido.

-Es mi muñeco-explico monótona-Pero primero me dijo que se llamaba Brahms, pero como así se llama tu novio, le dije que le iba a cambiar su nombre a James, y él aceptó.

El chico sólo asintió algo extrañado, pero prefirió ignorarlo, lo tomo como si aquello se tratará de un amigo imaginario, solos he este amigo era un muñeco y Annie decía que hablaba, ¿en donde había visto eso antes? Exacto, en las películas de terror y eso jamás de los jamases termina bien.

Aún así, prefirió dejarlo de lado aquel tema, ya lo hablaría con Brahms y es probable que él le dijera más acerca del mini Brahms... Oh cierto, de James; guiando a la pequeña hasta el cuarto que compartía con Jill, el cual era el antiguo cuarto de Brahms, la dejo allí y se fue hasta su cuarto, el que compartía con su pareja, al entrar lo vio sentando viendo un libro, un libro el cual rápidamente guardo al darse cuenta de su presencia en la habitación. Noah rápido saltó hacia la cama, una acción de la que se arrepintió casi al instante, aún así el dolor no le importó, se acercó hasta en donde el mayor había ocultado el libro, pero sus muñecas fueron sujetadas con fuerza por el mayor para luego apresarlo, quedando encima suyo, viéndolo como si fuera su presa y él, era el depredador- ¿No sabes que la curiosidad mato al gato? -le susurró de forma seductora al oido.

-Pero el gato murió sabiendo-respondio de igual modo.

El mayor tan sólo lo beso en respuesta, relajado un poco su agarré- ¿Quieres un tercer raund?

- ¡¿Estas loco acaso?! -exclamo alarmado, tenía los ojos abiertos como platos-Apenas si puedo caminar y me duele el culo.

- ¿Estas seguro? -inquirio, mordiendo el lóbulo de su oreja.

-Se te está haciendo costumbre eso-bromeo, con un tono catarino-Y si estoy seguro, no quiero quedar inválido.... aún.

El mayor soltó una risa ante lo dicho, y aquella risa dejo hipnotizado al pecoso, adoraba la risa del mayor, no la escuchaba seguido, y siempre que lo hacia era cuando estaban en privado, porque bien sabía él, que al Heelshire odiaba andar con el rostro al descubierto dejando a la vista aquella cicatriz y sólo no utilizaba porque sabía que a él no le gustaba que le llevará, porque para Noah el mayor era el hombre más hermoso que había visto en su vida, sin darse cuenta, su mano estaba acariciando su mejilla con cariño-Te amo-expresó, sonriendo con calidez el pecoso-Y siempre lo haré.

¿Niñero? ᴮʳᵃʰᵐˢ ᴴᵉᵉˡˢʰⁱʳᵉ Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora