¿Niñero? ᴮʳᵃʰᵐˢ ᴴᵉᵉˡˢʰⁱʳᵉ Libro 1

14. Un intruso en la mansión

Aunque la canción Bring it back sonará a todo volumen, haciendo eco por toda la casa, Noah se debía de conformar moviendo tan sólo los brazos y cabeza, ya que si se esforzaba de más era probable que se rompieran sus costuras (la del abdomen), y eso para el pecoso era una tragedia. Apenas podía hacer los quehaceres sin que le comenzará a doler el abdomen, sonreía victorioso al recordar que durante el asalto le había disparado en la cabeza a su asaltante, resultando este muerto, y por haber sido en defensa propia, teniendo así que no tener que pagar por su crimen... Y esa sonrisa se borró en un instante, aquel malestar regreso, ese malestar que hacia años que no sentía. Esa no había sido la primera vez que asesinaba a alguien a mano armada, sólo que la anterior vez no había sido por defenza.

Sacudió su cabeza, borrando esas imágenes que habían regresado a su cabeza.

Continuó cortando los vegetales para la cena, el doctor le ha la dicho que debía de comer liviano, y aún ensalada rusa parecía ser la mejor opción. No era sano, pero contenía muchas verduras. Desde las paredes era observado por el enmascarado, quién aveces le acercaba algunas cosas para que no se reforzará demasiado.

Sirviendo su almuerzo y dejando el de Brahms sobre la mesa, se dirigió hasta ma sala de estar, poniendo en pausa la música y encendiendo el televisor, recostado en el sillón, almorzo mientras veía la Guerra de los mundos, con Tom Cruise protagonizandola, era una de sus películas favoritas de este actor, estando detrás de la primera de Misión imposible y Días de trueno.

Por su parte Brahms, veía la película desde el umbral de la puerta, mientras comía lo que le había dejado su chico.

Últimamente se le había hecho más difícil aguantarse sus ganas de acercarse y abrazarlo con fuerza, pero no podía, no estando sobrio, siempre se le era más sencillo cuando estaba ebrio, adormilado o sedado con anestesia, así tenía más probabilidades a que no recordará lo ocurrido y no se alejara de él, eso era lo que menos deseaba.

Casi medio año llevaban juntos y a la vez tan separados. Durante ese medio año había ocurrido de todo, su chico llegó a la mansión, rompió las reglas, se enamoró de él, sus padres murieron y remodelarón la mansión, y lo último que había pasado fue lo del asalto que había evitado Noah, resultando herido y el asaltante muerto, lo cual era lo que más le gustaba de esa situación.

Por lo menos ahora su chico estaba a salvo en la mansión, y mientras este allí con él nada malo le sucedería.

[...]

Aquella tarde unas visitas inesperadas llegaron a la mansión. Eran Greta y Malcolm, quienes vendrían siendo los únicos amigos que tenía en el pueblo, ya que en su trabajo q nadie le agradaba, a excepción de las mujeres que se acercaban a él con ciertas intenciones. Volviendo al tema. La pareja había ido a visitarlo, preocupados por el joven, tan sólo habían pasado un par de días desde que había regresado del hospital. Cuando la noche estaba por llegar, el pecoso los invito a quedarse a cenar, una cena de la que se encargó totalmente Greta, ya que no lo dejo ni acercarse a la cocina, porque estaba débil y no debía esforzarse, siempre era el mismo cuento.

-Entonces... ¡PUM! Resbale y me golpee la cabeza contra el pavimento-exclamo, asustando a Malcolm pro la forma tan precipitada con la que dijo lo ultimo-Y así fue como me hice está hermosa cicatriz en mi nuca-dijo enseñando la misma, y al hacerlo lo dejo sin palabras al contrario, quien vio como algo sobresalía de su espalda.

- ¿Eso es un tatuaje, Noah? -inquirio señalando el mismo.

Este soltó una risa cómplice, y siendo tan, tan él, se quito su remera, mostrándole su físico al mayor, quién desvió la mirada nerviso, el chico se dio vuelta, enseñando así el reciente tatuaje que se había hecho el día en que fue al hospital (la razón por la que al principio no había llegado temprano a casa), era la silueta de un shinigami, que sus alas le llegaban de un hombro al otro, era asombroso y a la vez se veía tan doloroso.