6. Comienzan los problemas

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Pasadas tres semanas ya todo se había vuelto una completa rutina, tanto para Noah como para Brahms.

Los días se habían vuelto repetitivos, pero eso no significaba que eran aburridos, era como si cada día fuese una historia distinta, historias que pasaban de ser una de amistad a una de amor, que de a poco se iba transformando a una de suspenso para terminar siendo lo que realmente es, una historia de terror. Desde hacía una semana, desde el día en el que había tenido aquel sueño tan realista, desde aquel día había sentido una constante vigilancia, era como si alguien lo estuviera vigilando, antes había sentido ese sentimiento, incluso desde antes de irse a vivir allí, y claro, aquel sentimiento se intensifico desde el primer día que puso un pie en la mansión. Pero desde los últimos días se había vuelto mucho más fuerte de lo que era, no comprendía con exactitud lo que había pasado, pero tenía miedo, no le gustaba tener miedo, odiaba como lo hacía sentir, sus latidos eran acelerados, lo que hacía que su respiración hiciera lo mismo, y el ruido que hacia la casa siempre lo asustaba, a más mínimo ruido que escuchara, se asustaba.

Su miedo hizo que descuidara a Brahms, no podía verle a la cara, le aterraba, gracias a esto, comenzó a cubrirle la cara, no quería verlo, además de que su sola presencia le aterraba.

Había comenzado a llamar con más frecuencias a sus amigos y a su padre, quería escuchar una voz familiar que lo hacía sentir más tranquilo.

Le conto su problema a su padre en unas de sus tantas llamadas, este le dijo que tuviera siempre un arma a la mano, ya que podría ser un ladrón que vigila su rutina esperando el momento exacto para atacar, como si de un depredador se tratase. Su padre era igual de paranoico que él, pero eso no les quitaba la veracidad a sus palabras, por más que parecieran salir de un chiflado debía de ser prevenido.

La idea de que pudiera ser un ladrón o algún acosador lo perturbo mucho más al pobre de Noah, tenía miedo, estaba solo en esa gran mansión, no tenía señal en su teléfono y el teléfono fijo apenas si funcionaba, además de que vivía junto a ese muñeco que de quererlo paso a temerle. Producto de tantas películas de terror que vio en su vida, ahora estaba aterrado por vivir allí solo.

Y por el miedo cometió un gran y gigantesco error, un error del que Noah aun no tenía ni la menor idea. Por idiota, termino por invitar a la chica que le consiguió el trabajo a vivir con él, porque ella tenía problemas con su ex novio.

Mierda. Ahora si que la cagaste Noah.

[...]

- ¡Greta! Bienvenida-dijo en cuanto la vio entrar-Siéntete como en tu casa.

-Noah. En serio, no sé cómo agradecerte-dijo agradecida, Greta-Ten por seguro que me voy a marchar en cuanto consiga donde quedarme.

-Tomate tu tiempo.

-En serio, Noah, gracias.

Noah tenía mucho miedo y estar en la mansión, como ya lo mencioné, eso le aterraba, y cuando Sandy le dijo que Greta tenía problemas con su ex y que necesitaba vivir en un lugar lo más lejos posible que ese maniático. Noah vio eso como una oportunidad, por eso no dudo ni siquiera un poco en aceptar que ella se quedara a vivir con él en la mansión, por lo menos hasta ya consiguiera aún trabajo y un lugar en donde quedarse.

Ambos habían llegado a un acuerdo para poder vivir en armonía junto al otro durante el lapso en el que convivan.

Greta sería la que lavaría la ropa y demás, y Noah sería el que cocinaría (aunque no le gustaba la idea de tener que cocinar para ella), y ambos se encargarían de la limpieza del resto de la casa. Era simple y no había margen de error en ello.

-Tu utilizaras la que era mi habitación, yo estaré en esta-le explico, señalando la que era la habitación de Brahms-No dudes en avisarme cualquier cosa, lo digo en serio.

-Como diga el poli-bromeo.

-Jaja, que chistosa.

Sacándole la legua entro al cuarto de Brahms, y ahí estaba él, sentado en la cama con la espalda derecha y las piernas juntas, como todo un señorito, aquello le dio escalofríos al de pecas, él no lo había dejado ahí, y eso lo aterraba. Bien mencionado antes, Noah había descuidado a Brahms, pero claro, nunca se olvidaba en dejarle algo de comida, no era un monstruo como para dejarlo sin comida.

Trago en seco y le sonrió, eran notables sus nervios-De seguro estás enojado conmigo.

-Lo estoy.

Soltando un suspiro profundo se sentó a su lado, con las manos en la rodilla y la mirada en su pie izquierdo que no paraba de moverse como pata de conejo.

-En verdad lo lamento, no sé qué me sucede. Tengo miedo a cada momento, siento como si alguien me tuviera al asecho, y yo tengo miedo-explico-, Brahms, yo tenía miedo, por eso le pedí que viniera, igual no te preocupes no va a ser por mucho tiempo, solo por unas semanas.

Ninguno dijo nada más. No había más que decirse, Noah ya había respondido la mayoría de sus preguntas (por no decir todas). Y el por su parte creía que ya había caído en la locura por pedirle disculpas a un muñeco.

¿Niñero? ᴮʳᵃʰᵐˢ ᴴᵉᵉˡˢʰⁱʳᵉ Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora