𝟿장

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El frío comenzaba a sentirse en la piel, cada mañana al salir de casa mi nariz estaba roja como la de un reno, poco a poco comenzaba a subir la neblina, los centros comerciales vendían más abrigos, las chimeneas comenzaban a encenderse y a las cafeterías les subían las ventas.

A comienzos de diciembre el frío en Daegu parecía un tanto desolador, aquella mañana, a pesar de tan solo caminar tres cuadras, había llegado a mi trabajo sintiendo un frío que hace mucho tiempo no sentía en la capital. Llevaba puesto un gorro y una bufanda color café tejida por Paula. Estaba algo desarmada, pero para mi no podía existir una bufanda que diera un calor más cálido.

_ Vaya, parece que alguien está conociendo el frío del sureste - rió Annie al verme, ella se encontraba barriendo la entrada del local, usando tan solo la camiseta de manga corta de nuestro uniforme

- ¿Porqué estas así? Vas a resfriarte - respondí horrorizada, de yo ser ella ya habría muerto de hipotermia

_ Es porque el frío acá es algo muy común Ami, en la capital la gente va tan rápido que apenas se dan cuenta del clima - comentó mirando el televisor del local, en el cual un noticiero local informaba acerca de las temperaturas - Mira toda esa gente comprando, viajando en tren, haciendo filas para todo. Por supuesto que no notarán el frío entre tanta gente

_ en esto tienes razón, allá todo avanza demasiado rápido - respondí recordando lo estresante que fue mi año universitario - es agotador

_ viajan y trabajan tanto que no les da tiempo de vivir, ¿no te parece?

Annie no podía estar más en lo cierto. Pues aquella frase me hacía muchísimo más sentido estando viviendo en Daegu. Los últimos días había estado pensando mucho en eso, al llegar acá me imaginaba un horrible "castigo" o algo así como sobre explotación laboral, pero todo era muy distinto a lo que pensaba antes de llegar acá. Me gustaba este trabajo, y también me gustaba la compañía de la tienes me rodeaban, podía tomarme tardes enteras para pensar o simplemente caminar por los hermosos paisajes de este pueblo.

Podía meditar, y eso me hacía valorar muchísimo todas las cosas que antes no podía ver.

En la parte detrás el local había un pequeño vestidor para las trabajadoras, me dirigí hasta allí para poder colocarme mi uniforme de trabajo y atar mi cabello, debíamos llevar gorros de malla para que ningún cabello rebelde fuese a parar en los pasteles.

Mi celular vibró en mi bolsillo trasero, sorprendiéndome al recibir un mensaje tan temprano por la mañana.


Mamá
"¿Mucho frío?"
09:17

"Bastante si te soy sincera"
09:17

Mamá
"¿Podríamos hablar en la tarde? Quisiera llamarte, te extraño hija"
09:18

"Quizás , tengo mucho trabajo"
09:18

Mamá
"Avísame si es que puedes, Porfavor"
09:18

"Ok"
09:20



Decir que no extrañaba a mi familia sería una completa mentira de mi parte, y decir que esto estaba siendo un castigo también lo era, de hecho, estaba disfrutando muchísimo Daegu. No estaba enojada con ellos, si no que con la vida, estaba molesta por no haber tenido la suficiente motivación para terminar mi carrera, por no haber confiado en mis padres, por no haber confiado en mi misma, por no haber permitido que mis amigos me abrieran los ojos acerca de mi antigua relación.

 대구 기념품 | 𝙳𝚊𝚎𝚐𝚞 𝚖𝚎𝚖𝚘𝚛𝚒𝚎𝚜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora