– Estamos a punto de comenzar, gran parte del salón ya te conoce por lo que no hace falta que te presentes – comentó – Puedes sentarte al lado de... Yeji.
«Mierda» pensó al ver como la chica de cabellos rojizos le sonrió coquetamente «Esto tiene que ser una jodida broma»
– Profesor, ¿no puedo sentarme en otro lado? – preguntó quitándole los ojos a aquella pelirroja que le sonreía.
– ¿Ve otro puesto vacío, señorita Myoui? – preguntó con ironía el hombre y la menor dió una vista panorámica al salón.
Efectivamente, no había ni un otro puesto desubicado.
– Carajo – masculló entre dientes y se sentó junto a Yeji, quien apoyó su cabeza en su mano, mirándola – ¿Qué me miras?
– Hola para ti también, Sharon – rió la chica de ojos rasgados.
Mina soltó un gruñido. Yeji solía llamarla Sharon con bastante frecuencia, antes te parecía lindo, claro... Antes de descubrir que la coreana era un arpía.
– Te agradecería que no me llames de esa manera – respondió borde sacando su cuaderno – También te agradecería que cierres la boca.
– ¿Por qué? – siguió la pelirroja – Si bien recuerdo... – susurró y apoyó su mentón en el hombro de la japonesa para poder hablarle al oído, esto causó un pequeño estremecimiento en Mina que la hizo soltar el lápiz – Te encantaba que hablara y te llamara Sharon, sobretodo cuando estábamos en la ca...
– ¡Basta! – gritó la pelinegra poniéndose de pie, acaparando las miradas de todos en el salón.
– ¿Tiene algo que aportar en la clase, señorita Myoui? – interrogó el profesor dejando de escribir en la pizarra.
– N-No, lo siento... – murmuró haciendo una reverencia – No volverá a pasar – se sentó nuevamente.
– Eres tan linda cuando te enojas – murmuró Yeji con burla.
– Déjame en paz, Hwang – dijo finalmente y decidió ignorarla lo que quedaba de clase.
Toda la hora ahí para Mina fue un infierno, realmente Yeji no detuvo sus intentos de molestarla ni un sólo segundo. Entre palabras, toqueteos y su mano en su pierna, la estaba hartando y hacía un gran esfuerzo para no gritarle, pero realmente estaba agotando su paciencia.
– Te dije que no me to... – fue interrumpida por la campanilla que la hizo sonreír emocionada, al fin la hora había terminado.
Comenzó a guardar sus cosas apresuradamente y cuando estuvo lista, se puso de pie dispuesta a irse pero fue detenida por la misma molesta persona.
– Ya estamos solas, no tienes que escapar de mí – habló Yeji – ¿A qué le tienes miedo, Mina?
– No le tengo miedo a nada ni nadie – respondió soltándose bruscamente, el salón había quedado vacío – Pero no quiero estar cerca de ti.
– Eso me pone muy triste – puchereó acercándose peligrosamente a la japonesa – Te he extrañado...
– No me importa – fue seca.
– Si te importa – sonrió acercándose aún más – Sino, ¿por qué no haces el intento de alejarte de mí? Aún sientes algo, ¿no es así?
– Q-Quítate – tartamudeó nerviosa, la cara de Yeji se encontraba a tan sólo centímetros del de ella – No quiero problemas.
– ¿Problemas? – rió – Me gustan los problemas – susurró mirando los labios de la mayor.
– ¿Interrumpo algo?
Todo el cuerpo de Mina se paralizó al escuchar aquella voz, definitivamente no era su día de suerte. Apartó a Yeji de un empujón y miró hacia la puerta, sonde Chaeyoung se encontraba con sus brazos cruzados.
– C-Chaengie...
– Sí, interrumpes mucho – habló Yeji despreocupada – Así que te agradecería que te vayas, Mina y yo estábamos ocupadas.
– ¿Pasándola bien? Lo dudo, Mina no se veía muy cómoda – comentó Chaeyoung con simpleza caminando hacia su puesto.
– Escúchame algo, mocosa – Yeji apretó los puños – Estás en todos lados, ¿no puedes dejar a Mina en paz? Que sea tu niñera, no quiere decir que deba cuidarte 24/7.
– Yeji, es suficiente – intentó calmar Mina, nerviosa por la mirada de su novia.
– No eres nadie para decirme qué debo hacer, Hwang – contraatacó Chaeyoung sin ánimos de detenerse.
– ¿Ah, no? ¿Y por qué? – la pelirroja se había puesto frente a la más baja, ambas mirándose como si en cualquier momento fueran a matarse – Tú no eres nadie en la vida de Mina.
– En eso te equivocas, cariño – sonrió la rubia – En la vida de Mina son alguien mucho más importante de lo que piensas.
– Oh, ¿en serio?
– Sí – tomó la mano de Mina con posesividad – Creo que la que debe apartarse de ella eres tú – miró a la de ojos rasgados con altanería – Te quiero lejos.
– ¿Por qué debería hacerte caso, enana?
– Porque yo soy la novia de Myoui Mina, ¿te queda claro o debo dibujártelo?