– Me aburroo – masculló Mina apretando los botones del control remoto, ya era la cuarta vez que le daba la vuelta entera a los canales de la televisión.
La casa estaba en completo silencio y eso era aún más aburrido, se lamentaba terriblemente el no haber traído su consola de juegos, así estaría aburrida pero al menos podría putear a alguien. Suspiró y su vista se dirigió a las escaleras.
– ¿Y si...? – murmuró, pero negó con la cabeza al instante – No, Mina, déjalas estudiar en paz – se dijo a si misma – Aunque... Espiar no le hace mal a nadie, ¿verdad? – se mantuvo en un debate mental.
Al cabo de unos minutos terminó por decidirse, apagó la televisión y se levantó del sofá para caminar escaleras arriba. Llegó hasta la habitación de Chaeyoung y escuchó algunas risas, alzó su ceja curiosa.
– ¡Esto es vergonzoso, Dahyun unnie! – chillaba la rubia.
– ¡Vamos! ¡Necesito medir tu cintura! – reprendía la contraria entre risas.
– ¡Pero me hace cosquillas! – lloriqueó.
Mina frunció el ceño, ¿qué carajos pasaba ahí adentro? Bueno, tomando en cuenta que era un trabajo de anatomía, le hacía sentido que tuvieran que medir ciertas partes de su cuerpo para compararlas con el promedio global, pero aún así le llamaba la atención.
Aún así, la pelinegra no encontró nada extraño, así que giró sobre sus talones, pero algo la hizo frenarse.
– ¿Ya puedo vestirme? Me siento expuesta.
La japonesa se estampó a la puerta como lagartija y pegó su oreja para escuchar mejor, ¿cómo que vestirse? ¿¡Chaeyoung estaba sin ropa!?
– Eso si que no – abrió la puerta sin pensar y se arrepintió en el acto – Ca-ra-jo – pronunció cada sílaba mientras su boca se abría cada vez más.
– ¿No te han dicho que se debe tocar la puerta antes de entrar? – criticó Dahyun un poco molesta por la intromisión de la mayor.
Chaeyoung simplemente se quedó petrificada en su lugar, era tanta la vergüenza que su unnie la estuviera mirando en ropa interior que no era capaz de hacer movimiento alguno.
Y bueno, para la japonesa la situación no era muy diferente, se había quedado tal estatua en el marco de la puerta sosteniendo el pomo. No sabía si pedir perdón e irse, o simplemente hacerse la idiota y actuar normal.
Claro, si hablamos lógicamente esas eran las opciones más viables, pero nuestra querida protagonista lo único que hizo fue quedarse ahí, con la boca abierta y los ojos clavados en la perfecta figura semidesnuda a la coreana.
– ¡Se armó la carpa de circo! – anunció Dahyun rompiendo toda tensión incómoda, para hacerla aún más incómoda.
– ¿La qué? – preguntó Chaeyoung confundida, reaccionando de una vez por todas.