A la mañana siguiente, Chaeyoung se removió levemente e intentó estirarse, pero un brazo en su cintura se lo impidió. Abrió los ojos poco a poco al sentir aquel característico olor a vainilla que siempre le gustó, frunció el ceño y se volteó, quedando de frente a la japonesa, quien para su sorpresa, se encontraba despierta.
– Buenos días, Chaengie – sonrió con la voz ronca.
– Mina unnie... – masculló sonrojada – No te fuiste.
– ¿Por qué lo haría? – preguntó aturdida – ¿Pensaste que luego de lo de anoche te dejaría sola?
– Yo...
– No soy ese tipo de gente – se quejó y la menor la miró con incredulidad – Está bien, sí lo soy, pero tú eres importante.
– Es demasiado temprano para que te pongas romántica – giró los ojos.
– No te gusta el romanticismo eh – rió un poco – ¿Cómo te sientes?
– Bien – sonrió con vergüenza recordando lo sucedido hace unas horas atrás – Muy bien.
– Me alegra saber eso – susurró y ambas se quedaron mirando un momento – Uh, Chaeng...
– ¿Hm?
– ¿Puedo besarte? – interrogó sintiendo sus mejillas arder, genial, anoche tuvo sus dedos dentro de la menor y ahora le daba vergüenza hablar con ella.
– Pensé que los besos serían sólo parte de nuestro juego – murmuró con burla, aunque no pensó que la japonesa iba a tomárselo tan en serio.
– Lo que pasa es que... – desvió la mirada y después negó con la cabeza – Nada. No es nada.
La menor frunció el entrecejo confundida, la mirada de la japonesa decayó y se perdió en algún punto muerto de la habitación. Su agarre se aflojó y estuvo a punto de levantarse, pero la rubia la detuvo.
– ¿Te pasa algo?
– Entonces lo nuestro sólo va a ser un juego – musitó con decepción.
– ¿No debe ser así? – alzó una ceja, jugando un poco con la mayor – Me refiero a que, ¿no quedamos en que sólo eso sería?
– ...Claro, tienes razón – sonrió a duras penas – Un juego, tenemos que levantarnos, llegarás tarde al instituto.
– Mina, estás extraña – la miró – ¿Me puedes decir lo que sucede?
– Chaeyoung, después de lo que pasó, ¿qué somos? – ignoró la pregunta de la coreana.
– ¿Qué? – la menor mordió su labio un momento, no sabía qué responder ante eso ciertamente – Somos amigas, ¿no?
– Las amigas no hacen lo que nosotras hicimos y haremos – respondió a la defensiva – Anoche te confesé mis sentimientos, ¿crees que estoy bien haciendo esto sabiendo que para ti sólo soy un amiga?