10

1.3K 145 66
                                        

Una mañana brillante, Doyoung se sentía demasiado ligero.

Por primera vez en dos meses, ya no sentía ese dolor en su pecho al ver el otro lado de la cama completamente vació. Él estomago de Doyoung comenzó a cosquillear por la emoción de ir a trabajar, se sentía como un niño en su primer día de escuela, saltando fuera de la cama para ir hacia las ventanas, abriendo las cortinas para observar ese hermoso amanecer, sintiendo los primeros rayos de sol sobre su rostro.

Una suave melodía se escapaba se su garganta y su rutina empezó.

Doyoung se preguntaba la razón de esa emoción, quizás, de ir a la oficina para ver el rostro demacrado de ese hombre o el cansancio en sus ojos, él no se consideraba una mala persona, pero no podía ignorar esa emoción que se escondía detrás de la razón.

Por primera vez, en mucho tiempo, canto en la ducha.

Por primera vez, en mucho tiempo, deseaba verse guapo en la oficina.

Él observo su reflejo pulcro, su cabello oscuro tirando hacia atrás dejando a la vista las hermosas facciones de su rostro, el traje ajustado a cada mínima curva que poseía su cuerpo, aunque fueran ligeras y casi imperceptibles, ahí estaban. Doyoung corrió hacia la cocina, el tiempo estaba en su contra, pero eso no lo desanimo, tomando unas barritas energéticas y una botella de agua.

Encendiendo su computador, asegurándose que el documento aun siguiera y no hubiera sido una simple ilusión, todo estaba ahí, guardando sus pertenencias dentro de la maleta antes de salir de ese departamento.

Doyoun corrió entre las personas, empujándolas para llegar a la parada que lo dejaría a unas calles de distancia de la oficina. En ese momento, Doyoung recordó un momento de su juventud y esas alucinaciones dignas de su edad, pensaba que para su edad, tendría un hermoso auto y un departamento en la parte más adinerada de la cuidad, no tendría que trabajar porque se convertiría en un cantante famoso, viajaría por todo el mundo, quizás, podría ser protagonista de alguna serie o trabajar en el teatro pero todo eso se destruyó cuando comenzó a necesitar dinero, cuando ya no podía cubrir sus gastos con un sueldo mínimo, cuando no era el único con esos sueños.

Su voz quedo atrapado en su apartamento y en el momento de la ducha.

Al menos, había vivido la mayor parte de su vida con felicidad y amor, aunque ya no fuera de esa manera. Doyoung llego justo a tiempo, subiendo detrás de una señora mayor, estaba completamente lleno, agarrándose de uno de los tubos amarillentos.

El silencio era un rey en ese lugar, excepto por algunos murmullos de una pareja de estudiantes que revisaban sus teléfonos antes de echarse a reír, cubriendo sus bocas con la mano derecha, se veían felices.

El camino fue corto, demasiado corto, Doyoung bajo, aun faltaba caminar un par de cuadras y solo saltaba un par de minutos para marcar su ingreso, él comenzó a correr, su corazón latía con fuerza dentro de su pecho cuando cruzo la puerta principal, buscando su tarjeta para pasarla por encima del sensor que cuya luz que volvió verde, había llegado justo a tiempo.

Doyoung subió al primer asesor, su piso ya estaba marcado.

Solo en unos segundos estaban en su piso, personas iban y venían con papeles en sus manos, dentro de ese lugar siempre estaba en movimiento. Doyoung agitaba su maleta a medida que se iba acercando a la oficina, empujando la puerta, el caos se encontraba en su completo apogeo.

Doyoung busco a ese hombre, no tardo en encontrarlo.

Jaehyun se veía terrible con unas manchas oscuras debajo de sus ojos cansados, Doyoung solo sentía feliz, aunque una parte, en lo más profundo de su ser, se sentido culpable por hacer que tuviera ese aspecto, pero fue fácil aplastar esa culpabilidad dentro de él.

In my burning heart [JaeDo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora