28

570 66 24
                                    

Tres días de tortura.

Durante esas noches, Doyoung apenas pudo cerrar los ojos para caer en un profundo sueño y esas veces que lo lograba, su mundo de llenaba de fantasía aterradora y fantástica que lo llevaban, una vez más, a la realidad. Esos días se volvieron en una aterradora cotidianidad, horas dolorosamente largas.

Aunque no estuvo completamente solo, Jungwoo era como su sombra en cada paso que daba, observando por encima de su hombro en cada documento cada vez que debía firmar algún documento. Doyoung odiaba firmar papales o llegar algunos papeles, pagar por algunos que no tenia a mano o esperar por horas hasta que dieran con el suyo, sentado entre esas paredes grises de edificios públicos o bancarios, esas mismas paredes que cada vez que pasaba por esa puerta, se cerraban alrededor de él.

Él no pudo negar que su corazón dolió cuando dio la ultima firma en ese papel, seria demasiado raro ya no volver a ese lugar porque ya no seria suyo. Aunque resultaba aún más extraño, perder una gran cantidad de dinero en un solo pago, era como recibir una gran patada en el estómago, aunque su cuenta no quedo completamente en rojo, aun tenia algunos ceros extra.

Y un peso sobre sus hombros se liberó, se sentía más ligero.

Yuta había cumplido su palabra, fotografiando cada mueble que estaba en perfectas condiciones para publicarlas en esas páginas, algunas personas escribían para preguntar sobre la venta o si seguía disponible, muchas conversaciones quedaban en ese punto, pero en otras, se llegaba a un acuerdo de pago y envio.

Después de todo ese caos dentro de su mundo, vino la calma y ese extraño hueco dentro de su pecho al no tener que preocuparse por algo o por alguien, tenia tiempo para ocuparse de si mismo pero su mente estaba completamente en blanco.

¿Esto era lo que significaba? Después del caos, venia el vacío, pero no sentía la calma. Doyoung se alejo de esos pensamientos.

Quizás, extrañaba el caos en su vida y no estaba acostumbrado a la calma, descansando su cuerpo adolorido.

Quizás, debería conversarlo con su terapeuta en su próxima sección.

O quizás, solo debía quedarse en ese sofá por el resto de su vida mientras ve la tercera temporada de ese programa, la presentadora tenia un nuevo color de cabello y se veía bronceada, sostenía un gran mapa con pequeños puntos rojos que indicaban los lugares que había visitado.

Si él tuviera que marcar los lugares que visito en un mapa, solo hubiera dos puntos dentro de la cuidad y otros dos, en su cuidad natal. Doyoung era un hombre sedentario, pero eso no impedía que un extraño bicho cosquilleara debajo de su piel.

- ¿Hay cerveza en el refrigerador?

-Es malo beber en un día de semana, jungwoo- introdujo una palomita amarilla dentro de su boca, la mantequilla inundo cada uno de sus sentidos.

-No me digas que es malo o no- Jungwoo dio un suave golpe sobre el muslo de Doyoung, provocando que retrocediera- además, necesito una lata.

Doyoung acariciaba su muslo.

-Eso duele, Jungwoo- él farfullo- ya no queda nada de alcohol en esta casa.

-Ve a comprar- Jungwoo agito sus cortas pestañas, una sonrisa encantadora apareció en su rostro- por favor.

-Es tarde, Jungwoo- respondió Doyoung, dejándose caer sobre su brazo derecho- no creo que nada este abierto a esta hora.

-Hay una tienda, esta a unas cuadras de distancia- Jungwoo le dio un suave empujón- si te das prisa, puedes llegar antes de que cierren.

Doyoung se enderezo en el sofá aun con la cabeza pesada y solo se encontró con esa sonrisa sínica en el rostro de su amigo, era una suave línea que no iba a dar su brazo a torcer

In my burning heart [JaeDo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora