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Doyoung no era capaz de encontrar la belleza de ese día, su corazón pesaba dentro de su pecho. Él jugaba con el anillo dorado que aún estaba en su dedo, se preguntaba que iría hacer con ese pedazo de metal, no le darían mucho dinero si lo vendía.

Doyoung se arrepentía de haber perdido su anillo de compromiso. Él observo a su alrededor, la envidia creció dentro de su pecho como un bicho verde, al ver todas esas parejas jóvenes compartiendo un pedazo de pastel o una malteada con una sonrisa, con esos ojos enamorados.

Él deseaba volver a esa época, pero era demasiado tarde, era demasiado tarde para ambos.

De pronto, él apareció por la puerta.

Doyoung no tuvo necesidad de levantar la mano, Johnny lo ubico, acercándose rápidamente a la mesa.

- ¿Te hice esperar demasiado? - dijo Johnny en un suspiro, jalando una silla para sentarse al otro lado de la mesa- el tráfico en el centro de esta cuidad es horrible.

Doyoung no podía apartar su mirada de su aun esposo, se veía completamente radiante como el mismo sol, doloroso y hermoso. Johnny era como el sol, era hermoso cuando lo veías, pero a medida que te acercabas a él podía carbonizarte, Doyoung creía que tenia un traje especial para soportar su calor, pero a poco, ese traje, se había deteriorado, dejándolo expuesto a una muerte segura.

El corazón de Doyoung se encogió dentro de su pecho cuando vio aquella marca sobre su cuello.

-No- respondió Doyoung, su voz era débil en comparación a su acompañante- no espere mucho.

Él sonrió.

-Esto no te tomara mucho tiempo- dijo Johnny- lo siento, no pude contenerme y firme en el camino, solo faltas tú.

Un extraño impulso, un disparo de ira comenzó a correr por sus venas, combinándose con su profunda tristeza, Doyoung deseaba borrarle de un solo golpe esa sínica sonrisa y dejar que probara una gota de su dolor que lo consumía lentamente hasta llevarlo al borde.

Él se sentía que sus sentimientos habían sido triturados por pequeñas navajas y vertidos sobre él, no podía encontrar un sentido de si mismo, se estaba perdiendo.

Doyoung deseaba gritarle que al menos fingiera que le dolía separase de su vida, alejarse de él, pero su voz se negaba a salir, estaba atado.

-Claro- murmuro Doyoung, se sentía extrañamente cansado- muéstrame los papeles.

Johnny saco una hoja del interior de su chaqueta, plegada sobre si misma antes de depositarla sobre la mesa, alisando sin ningún cuidado, él rebusco en el interior de su bolsillo, sacando un bolígrafo. Él aun portaba el anillo de su unión, deslizándola fuera de su dedo, dejándola sobre la mesa.

Doyoung hizo lo mismo, dejando su propio anillo al lado de eso, por un momento, apreciando la diferencia de tamaños, aunque fuera casi imperceptible, él podía verlo.

Johnny deslizo el papel hacia su dirección con un bolígrafo azul a su lado antes de volver a echarse hacia atrás con las piernas cruzadas, una sobre la otra, su barbilla orgullosamente apuntando hacia arriba. Doyoung considero miserable aquel pensamiento que consideraba a ese hombre hermoso.

Doyoung suspiro, inclinándose hacia adelante para tomar el bolígrafo. Él no tenía energía para leer cada línea de ese documento, solo deseaba firmar para irse a esconder en su cama y llorar por el resto de la semana, sobre el rastro de su amor que aun quemaba en él.

Él apoyo la punta del bolígrafo, dejando que la tinta formara un pequeño circulo en la hoja blanca antes de deslizarse. Su firma brillaba al lado de la otra, Doyoung se preguntaba como algo se podía acabar de esa manera tan fácil, después de todos esos años, ambos se podían alejarse sin mirar hacia atrás.

Una simple firma.

Doyoung dejo a un lado el bolígrafo. Johnny tomo el documento y una sonrisa brillante se formo en su rostro, guardando el bolígrafo en el interior del bolsillo.

-Fue un gusto haberte conocido- dijo Johnny mientras se levantaba- no tienes que preocuparte por nada más, déjalo todo a mi- él inclino la cabeza hacia un lado- espero que tengas un buen día, adiós.

Doyoung no tuvo oportunidad de despedirse cuando ese hombre giro sobre sus talones, dándole la espalda antes de avanzar hacia la puerta, sin mirar hacia atrás.

Un par de anillos quedaron sobre la mesa, Doyoung desea llorar, pero su orgullo hace que se mantenga firme. Después de tantos años juntos, ¿Cómo podían darse una despedida tan fría? Él no lo podía entender, se sentía demasiado pesado para levantarse de su lugar, su cabeza daba vueltas alrededor de un mismo pensamiento que lo carcomía desde su interior, Doyoung se preguntaba desde cuando lo había dejado de amar, desde cuando lo había dejado de ver como un hombre.

Él observo ambos anillos que brillaban con fuerza, a pesar de los años de uso. Él aun recuerda cuando uno de ellos fue entregado, colocando gentilmente en el día de su boda. Doyoung podía sentir que esos recuerdos eran como veneno, que se deslizaba por su cuerpo, por su sangre hasta llegar a su corazón, esos recuerdos que aun llenaba de calidez y tranquilidad.

Él aun podía sentirse unido a ese hombre, no estaba listo para dejarlo ir.

Doyoung se estiro, tomando ambos anillos que aun guardaba la calidez de ambos, uno sobre el otro, él no estaba listo para dejarlos ir, guardo ambos aros en la profundidad de su bolsillo izquierdo.


...


Doyoung sumergido entre las sabanas de una cama que alguna vez compartió con ese hombre, las sabanas aun contenían el aroma de su piel, el aroma de su cabello que se había impregnado en las almohadas. Si él cerraba los ojos, aun podía sentirlo al otro lado de la cama con una gran sonrisa, una sonrisa juguetona.

Durante ese día, solo había sentido miseria por su mismo, por no estar como Johnny, por no sonreír ante su separación de un hombre que lo había engañado por muchos meses. Él estaba viendo su realidad y no le gustaba, deseaba volver a cubrirse sus ojos y fingir que todos estaba bien.

De pronto, su teléfono vibro encima de la mesa de la noche. Doyoung no deseaba responder ninguna llamada, sus amigos cercanos y su madre, había llenado su buzón de mensajes, cada una de cuentas estaban llenas de mensajes de ellos, tratando de animarlo.

Él se había negado a recibir alguna visita.

Él estiro su mano hacia el móvil, observando por el rabillo el ojo.

El nombre de su ex esposo brillaba en la pantalla, Doyoung observo el teléfono por unos segundos antes de contestar, llevándolo a su oído derecho.

-Hola, Doyoung- dijo Johnny- necesito que me hagas un favor.

Doyoung no respondió, él se sentía como un animal herido cuyo cazador había vuelto para darle un tiro de gracia. Solo hace un par de horas habían firmado los papeles de divorcio, doyoung no estaba listo para volver a oír la voz de ese hombre.

Su voz era como el oxigeno que aun necesitaba, que aun anhelaba cada parte de su alma y cuerpo.

-Necesito esa caja de vuelta, es importante- Dice Johnny.

Un balde de agua fría cayo sobre el hombre.

Un balde que lo llevaba a la realidad que tanto odiaba, que lo sacaba de su sueño profundo.

Doyoung desea lanzar el teléfono al otro lado de la habitación, estrellarlo contra la pared y salir a comprar uno nuevo pero esta paralizado con el corazón latiendo aun latiendo dolorosamente dentro de su pecho. La voz de Johnny carecía de algún rastro de cariño que alguna vez tuvo, cada palabra es como una pequeña navaja que lo apuñala por la espalda, sumergiéndose hasta su corazón que aun se aferra a su amor.

-Claro- responde Doyoung con suavidad, apretando los ojos- te lo llevare.

-Solo déjalo en la puerta, te enviare la dirección.

La llamada termino, dejando a doyoung en el aire con el corazón anhelante. 

In my burning heart [JaeDo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora