Capítulo 8

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A Jimin Park lo caracterizaban las palabras más estrafalarias existentes en el diccionario pero, había una en especial que jamás saldría de mi mente cada vez que pensaba en él, obstinado, sí, Park era la persona más obstinada que alguna vez había conocido. A pesar de no haber cruzado caminos durante casi una semana, los detalles y mensajes insistentes no abandonaron mis tardes, pastelillos, tulipanes jaspeados y una que otra deliciosa cena decoraban mi pequeña mesa de comedor, no obstante, un día antes de la tan esperada fiesta, recibí nuevamente el traje que anteriormente había devuelto, esta vez con una carta amenazante.

Querido JungKookie,

Me atrevo a escribir esta amenaza, bastante dolido y afligido por tomar tan desesperada decisión y llegar a esta última instancia. Muy a mi pesar (aunque más a tu pesar, me temo), no dejaré de enviar obsequios a tu hermoso y cálido hogar, hasta que muy amablemente recibas, con la misma devoción y afecto, los hermosos detalles que con tanto esmero te preparé. Esta vez te enviaré las cosas más ostentosas nunca antes vistas. Tú eliges, petit lapin, ¿Aceptas lo que antes me has devuelto o tendré que convencerte a mi manera?

Con amor, JP.

Sentí mi rostro arder, mis manos tiritaban y mi corazón revoloteaba, sólo por leer unas palabras tan simples. Park estaba loco, era la única persona a la que se le ocurriría amenazar de esa manera, aunque sí estaba surtiendo efecto, además de tener razón.

Los últimos días traté inútilmente de devolver los regalos, él parecía conocerme a la perfección, cada vez que intentaba devolverlos jamás estaba en casa o sus innumerables mayordomos desviaban con éxito mi atención, enviando mi frustrado ser de vuelta a casa con el doble de cosas en mis manos. Suspirando, aprecié las partes restantes del costoso traje, junto con la delicada y enigmática máscara, resignado suspiré y me dispuse a alistarme para ir a dormir, presintiendo que Jimin sabría el significado de mi silencio, una total derrota.



Bien JungKook, es hora de hacer acto de presencia, respira y mantén la calma, debes dejar de temblar o parecerás un maldito chihuahua. Resoplé, la frustración aumentando con cada paso que daba para acercarme al lujoso palacio del Señor Park, sí, que emoción verlo coquetear con mi queridísima prima.

Caminé sobre el césped, ignorando la voz de mi conciencia y el poco decoro presente en mí, me niego a pasar por aquellas enormes puertas atestadas de individuos desconocidos, además aprendí del mejor, Jimin nunca me ha visitado o entrado a mi hogar de una forma decente.

– Señor Jeon, es un placer volverlo a ver – saludó en una reverencia TaeHyung, el segundo al mando en ausencia de Jimin – El señor Park está al teléfono atendiendo asuntos de suma urgencia, me ha solicitado esperarlo y recomendarle que se sienta a gusto, esta es su casa. Cualquier inquietud no dude en buscarme – dando una última reverencia como despedida, subió las escaleras de la entrada de la piscina y desapareció.

Al menos tengo a un conocido en este bullicioso lugar o, bueno, después de llevarme los innumerables presentes de Jimin, sólo sentía vergüenza al encontrarme con él, por lo que en varias ocasiones lo invitaba a tomar té, cabe resaltar que al principio se negaba, aunque no consiguió disuadir mi insistencia por mucho tiempo. No entiendo cómo soportó ser un simple mensajero cuando debe atender cuestiones de más trascendencia.

Esquivando a las innumerables personas, conseguí ingresar al vistoso salón, mismo escenario, distinta decoración, el amarillo hacía resplandecer tanto el lugar que casi quemaba mis retinas, sentía como si mirara directamente al incandescente sol. Rascando mis ojos, esperanzado de no quedar ciego, volví a levantar la vista. Cortinas de seda amarillas, alfombras y serpentinas ondulantes del mismo color colgaban del techo a punto de tocar nuestras cabezas, centelleantes y cálidas, como si estuvieran danzando al ritmo de la orquesta de Jazz, e incluso las copas y trajes de los meseros contrastaba. Supongo que el gran Park no escatimó gastos al organizar esta fiesta, dejándose llevar por la emoción.

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