Capítulo 29

21 0 0
                                        

Las punzadas en mi espalda baja recordaban a mi exhausto cuerpo las maravillas del placer experimentadas hace tan sólo unas horas. Somnoliento, aprecie el hermoso e impasible semblante de Jimin, sus oscuras pestañas revoloteando entre sueños, su cabello dorado hecho un desastre disperso rebeldemente sobre la suave almohada y sus esbeltos brazos envolviendo mi cuerpo como si de enredaderas custodias se tratase. Suspiré complacido al estar en mi lugar seguro, disfrutando de su calidez, aroma y cobijo. Al fin sentía, muy tenuemente, la sensación de libertad resurgiendo de mi opresiva y lóbrega maraña de inseguridad que por tantos años había sido mi condena, mi lápida de niño cobarde e ingenuo. Sentí sus espinas removiéndose muy lentamente de mi exhausto presente, dándome paso a un nuevo pero incierto futuro.

El terso y delicado cuerpo frente a mí se removió, despertando perezosamente de su plácido sueño. Sus bonitos y adormilados ojos almendrados me observaron brillantes, y una radiante sonrisa curvo sus mullidos labios, ahora con un ápice de color, causando que sus orbes se convirtieran en tiernas medias lunas.

– Eres hermoso – susurró, acercándose a mis labios para depositar un casto beso – De ahora hasta el fin de nuestras vidas quiero despertar de esta manera, contigo entre mis brazos, con la certeza de que nadie allá afuera volverá a separarnos – me sonroje por sus sinceras y cursis palabras. Mi corazón revoloteó y mis entrañas cosquillearon debido a su confesión. La alegría fue como un manto cálido de tranquilidad para mi irresoluta alma – Te amo.

Sonreí, acercando su cuerpo al mío en un abrazo mientras picoteaba sus belfos.

– Me llena de seguridad que nuestros deseos, metas y sentimientos coinciden, señor Park – mordí su pequeña nariz cuando la arrugó, instándome a continuar – También te amo, señor impaciente.

Enarcando una ceja y sin previo aviso nos hizo girar, apresando mi cuerpo entre el suyo y la cama para luego pinchar con sus pequeños dedos mis costados.

– ¡Oye, Jimin! – carcajee mientras me removía desesperado por salir de sus intrépidas garras – ¡Sabes lo cosquilloso que soy, ya para o me matarás!

Su juguetona expresión me indicaba que su tortura sería larga.

– ¿Ahora quién es el impaciente? – preguntó burlón para después morder mi moflete.

Estaba a punto de morder su oreja como venganza cuando el sonido de una puerta abriéndose fuertemente nos sobresaltó, haciéndonos girar al mismo tiempo nuestras cabezas en estupor.

– Ya que han terminado con su empalagosa celebración de reencuentro y reconciliación, ¿Podrían vestirse apropiadamente para que el doctor pueda hacer su trabajo? – ordenó TaeHyung con un semblante aburrido y sus brazos doblados sobre su pecho, en una pose severa.

Apreté mis labios para contener una carcajada.

– Oh, que responsable es el señor Kim – dijo burlón Jimin, arrebatando mi pensamiento.

Rodando sus ojos y haciendo una mueca de disgusto por la broma de Jimin, me observó, relajando su semblante.

– ¿Estás bien?

Sonreí enternecido.

– Sí, Tae, no hay de qué preocuparse, sólo...

– Le duele el trasero por obvias razones – Jimin terminó la frase por mí, incorporándose de la cama sin importarle su desnudez – Dile al doctor que en diez minutos puede entrar.

Rodé mis ojos por su desinhibida naturaleza. TaeHyung enarcó una ceja, acostumbrado a las espontáneas acciones del rubio.

– Bien. Te traeré un poco de comida y algo de beber, Kook, ya que el semental aquí presente te habrá dejado sin energías – dijo entre dientes lo último con una mirada de reproche en tanto volteaba para salir, no obstante, se detuvo, lanzando una mirada mordaz a Jimin por encima de su hombro – Y por primera vez en tu vida se más recatado – y sin agregar más, salió cerrando la puerta.

PARKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora